Cuando pensamos en algo profundo, seguramente viene a nuestra mente el mar. ¿Cuán hondo es? Al norte de las Islas Filipinas se encuentra la fosa de las Marianas, la mayor profundidad del océano. La fosa tiene una profundidad de 11.033 metros. Supera en 2 mil metros la altura del Monte Everest, el pico más alto sobre el nivel del mar.
En el fondo del océano existen montañas submarinas, valles, mesetas, cadenas montañosas y hasta volcanes activos.
Pablo, al escribir Romanos 11:33 exclama: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! Esa profundidad es aún mayor que el fondo del mar. El apóstol dice que los juicios de Dios son insondables, no se pueden sondear, no es posible hallar su fondo. Sabiduría es conocimiento aplicado. Es saber y actuar de manera correcta en el momento preciso.
La sabiduría es un atributo de Dios. Él es sabio, conoce todas las cosas pasadas, presentes y futuras. Sabe lo que hay más allá de lo que el microscopio puede ver y conoce los misterios del universo.
Dios muestra su sabiduría en la creación (Pr. 3:19),en su Palabra (2 Tim. 3:15) y especialmente a través de nuestro Señor Jesucristo (Col. 2:3). Podemos estar seguras de que Dios siempre, en cada circunstancia, trabaja con sabiduría. Él no necesita consejeros, ni ensayos. Él siempre decide bien.
¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Para qué? ¡Cuántas veces vienen a nuestra mente preguntas como estas! Tal vez tienes preguntas en tu corazón desde hace mucho tiempo. Deseamos entender las cosas que nos pasan.
Querida amiga, no siempre será así. Muchas veces sencillamente no tendremos una explicación para cada cosa que Dios permite en nuestras vidas. Lo que Dios conoce y entiende está inmensamente más allá de nosotras. Está a una profundidad a la que no podemos llegar.
En esta verdad preciosa podemos descansar, Dios es sabio, no se equivoca y siempre obra para nuestro bien (Rom. 8:28) y su gloria (Rom.11:36). ¡Confía en Él!
