Sin lugar a dudas, vivimos tiempos donde el pedido de justicia es algo que escuchamos todos los días. Basta con mirar las noticias por un momento y darse cuenta que en el mundo hay injusticia y que muchos siguen luchando por obtenerla. Cuando pensamos en justicia enseguida viene a nuestra mente la idea de un castigo para el culpable, pero esto no quita la realidad de que muchos inocentes y personas de bien también sufren injusticias. Es más, esta es una de las grandes preguntas que el ser humano se hace, ¿Por qué suceden cosas malas a personas buenas? ¿Es esto justo?
Sabes, es natural hacer preguntas o inclusive anhelar una explicación. En la Biblia también encontramos personas haciendo preguntas a Dios ante hechos injustos. Job y sus amigos se preguntaban la razón por la que vino la prueba a su vida. Dios se refirió de Job como varón perfecto, recto e íntegro y, aun así, el mal llegó y casi todo le fue quitado. También el profeta Habacuc le pregunta a Dios al ver injusticia, “¿Hasta cuándo… daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?”
Seguramente debes tener tus propias preguntas a Dios ante hechos duros y difíciles, personales o cercanos. Antes de preguntar deberíamos aceptar que nuestro entendimiento humano en cuanto a Dios y sus caminos es limitado (Rom. 11:33-34). También, deberíamos evaluar si lo que entendemos de Dios va acorde a la verdad revelada en cuanto a su persona y atributos.
Recuerda, sus atributos no se contradicen, se complementan. El Padre amoroso y Juez justo no es insensible ante el pedido de justicia de sus hijos (Luc. 18:7). Tal vez no tengamos respuesta a las preguntas (Jn. 13:7), pero podemos confiar que, aunque no entendamos todo, Dios sigue siendo el sabio Dios, en Él está la verdad, la justicia y rectitud; todo lo que Él hace es perfecto ¡Esta es nuestra confianza y esperanza!
