¿Hablaremos hoy de cómo organizar el día? ¿Cómo planificar la agenda? ¿Te daremos tips para maximizar el uso de tus minutos libres? La respuesta es no. Si bien el tiempo es el mismo, las realidades diarias de cada mujer son muy diversas. La rutina de una esposa, madre con hijos pequeños que además trabaja fuera del hogar, no es la misma que la de una joven soltera, universitaria que trabaja y sirve en su iglesia local. Las demandas, las responsabilidades, el grado de flexibilidad para acomodar las cosas en agenda son diferentes. Profundizando aun más, cada mujer es única en su personalidad, en sus características físicas, en su vitalidad y manera de hacer frente a lo cotidiano. La realidad de la cual no podemos escapar es que sea cual sea nuestra situación, todas tenemos el mismo tiempo: días de 24 horas, semanas de 7 días.
“¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien no sabría cómo hacerlo.” Según San Agustín, el tiempo es un concepto enigmático, cuyo significado resulta difícil de explicar con palabras.
En Efesios 5:15-17 encontramos un pasaje maravilloso para entender este tema: en primer lugar el apóstol Pablo comienza mostrando la necesidad de prestar atención y realizar una autoevaluación; mirar con minuciosidad, precisión y sumo cuidado cómo estamos caminando. Muchas de nosotras hacemos este ejercicio al finalizar el año. Cada víspera de año nuevo probablemente tenemos sentimientos encontrados en ese balance anual: los “fracasos” por las cosas que nos propusimos y no pudimos concretar y las “victorias” por aquellas metas alcanzadas y propósitos logrados. Hacer una revisión de nuestras vidas puede resultar provechoso y fructífero si se hace a conciencia, diligentemente y con ánimo de mejora y crecimiento.
¿Necias o sabias? Pablo continúa planteando que nuestro andar evidenciará las decisiones que hayamos tomado. Pr. 20: 11 (LBLA) dice “Aun por sus hechos da a conocer un muchacho si su conducta es pura y recta”. Una mujer necia no es necesariamente una persona falta de conocimiento sino una que insiste en los propios errores o se aferra a ideas o posturas equivocadas, demostrando con ello, poca inteligencia (sabiduría). Por el contrario, una mujer sabia es quien demuestra buen juicio, prudencia, madurez en sus actos y decisiones. ¿Hace cuánto no tomo una pausa para auto examinarme? ¿Mi andar se alinea a ideas o filosofías actuales? ¿Me encuentro frecuentemente confesando el mismo pecado? Repasar la trayectoria de nuestras acciones nos ayudará a identificar el corazón con el cual hemos decidido.
“Aprovechando bien el tiempo”. Muchos autores y pensadores de la historia han reflexionado sobre el tiempo y cómo la vorágine del día a día nos influye irremediablemente. Algunas personas han dicho “Todas mis posesiones por un momento más de tiempo”, “El tiempo es la cosa más valiosa que una persona puede gastar”. Valioso, irremplazable, intransferible, inexorable, el apóstol nos insta a hacer un buen uso del tiempo, rescatarlo, redimirlo. En este versículo, la palabra original para “tiempo” no es cronos que refiere a minutos, horas, sino a kairós que es oportunidad, temporada, tiempo favorable, estación. El llamado de atención aquí es a hacer buen uso, redimir las oportunidades, los ciclos de la vida. Salmo 90:12 dice “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría” (NVI). Este pasaje nos muestra que el manejo del tiempo debe ser aprendido. En este sentido, guiarnos por prioridades es una sabia manera de usar bien el tiempo. Y, ¿cuáles son las prioridades para una mujer? El primer lugar debe ser para Dios, seguidamente nuestro círculo de influencia más cercano: la familia, luego el trabajo/servicio y finalmente el resto de las cosas.
“La palabra prioridad se deletrea tiempo” (anónimo)
Volviendo al pasaje de Efesios 5:17, el consejo es ser “entendidas”. Conocer y discernir la voluntad de Dios a través de su Palabra es sabiduría espiritual para nuestra vida. Esto sólo será posible mediante una relación íntima y real con Dios que, sostenida en el tiempo redunde en nuestra madurez como hijas de Dios.
Al meditar en estas cosas, vino a mi mente un recuerdo que quiero compartirte. Cuando mi padre partió con el Señor tenía 63 años y, aunque el arrastraba algunas situaciones de salud, su muerte fue repentina e inesperada. En los días siguientes me encontré junto a mis hermanos ordenando las pertenencias de papá. Mientras revisaba y clasificaba las cosas de su armario, encontré su agenda personal y casi sin poder contener mi curiosidad comencé a hojearla. Hasta aquí, lo que encontré era lo esperable en una agenda laboral. Pude ver cómo semana a semana sus actividades estaban planificadas: pacientes para atender, predicaciones dominicales, turnos médicos, eventos sociales. Sin embargo, llegando al final de la misma, llamó mi atención una hoja blanca, suelta, doblada a la mitad y que claramente no pertenecía a la agenda. Se notaba gastada por el paso de los años pero a la vez podía presentir que había sido cuidada. Al abrirla, se visualizaba una breve lista escrita a mano cuya tinta ya comenzaba a estar borrosa. Mi primera impresión fue que se trataba de una hoja para tirar, pero al leerla en detalle cobró un significado muy diferente. Se trataba de seis líneas que consignaban las etapas de la vida de papá y cada una de ellas estaba sintetizada por una palabra que representaba la prioridad que movilizó su vida en esos años. La leí y releí un par de veces. Estaba ante el mapa, hasta ahora desconocido para mí, de la vida de papá. Sentí admiración. Pensé cuán clarificador es entender la etapa de vida en la que una se encuentra y qué cosas es oportuno priorizar.
Para finalizar, el estudio de este pasaje me dejó tres reflexiones y desafíos prácticos acerca de aprovechar bien el tiempo, que quiero compartirte:
Reflexión #1. Necesito evaluar mi andar diario – “Mirad pues, con diligencia como andéis”
¿Qué tan dispuesta estoy a evaluar mi uso del tiempo? ¿Qué modificaciones necesito hacer en mi agenda?
Reflexión #2. Necesito distinguir correctamente la etapa de la vida (estación) en la que me encuentro – “Aprovechando bien el tiempo”
¿Mis prioridades están en sintonía con la etapa de la vida que estoy transitando? ¿Qué ajustes necesito hacer en mi escala de prioridades?
Reflexión #3. Necesito conocer la voluntad de Dios específica para mi vida – “Sed entendidos de cual sea la voluntad de Dios”
¿Qué tan entrenada estoy para escuchar la voz de Dios? ¿Cuánto tiempo de oración y búsqueda intencional dedico a esto?
¡Dios te bendiga!