La importancia de planificar mi tiempo con Dios

Quiero compartir con ustedes la experiencia del rey más sabio que existió: el rey Salomón.

Leamos en 1 Reyes 3:3-15. El versículo 3 dice: “Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente quemaba incienso en los lugares altos…”. El versículo 5 dice: “Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños y le dijo Dios: pide lo que quieras que yo te de”. ¡Qué oportunidad! ¿Qué le pedirías a Dios si te hiciera esa pregunta? Fue asombroso lo que Salomón le pidió. En el versículo 9, dice: “Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo, porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?” “Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto” (v. 10).

Luego recibe de parte de Dios algo más. El le dijo que porque no había pedido ni riquezas, ni muchos días, ni la vida de sus enemigos, sino inteligencia para oír juicio, no sólo le daría su pedido, sino también las cosas que no había pedido, como riquezas y gloria, de tal manera que, entre los reyes, no habría ningún otro como él en todos sus días. Y si andaba en sus caminos, sus estatutos y mandamientos, como David, su padre, alargaría sus días. Sabemos que así fue. Salomón comenzó a reinar siguiendo los estatutos de Dios. Lee Deuteronomio 17: 14-20. Sabiendo que en un determinado momento Israel querría un rey como el resto de las naciones, Dios le dio a Moisés instrucciones específicas para ser cumplidas por los reyes:

  1. “…no aumentará para si caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos” (v. 16a).
  2.  “No tomará para si muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe…” (v. 17a)
  3.  “…ni plata ni oro amontonará para si en abundancia.»(v.17b)
  4.  “y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para si en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas, y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, el y sus hijos, en medio de Israel”(vv. 18-20)

¡SON BIEN CLARAS LAS INSTRUCCIONES! No hay ninguna duda de lo que tenía que hacer ¿verdad? o sea TENIA QUE TENER SU DEVOCIONAL TODOS LOS DÍAS.

Ahora bien, cuando vamos a 1 Reyes 10:14-29 vemos cómo poco a poco Salomón alcanza la cima de su grandeza. La riqueza fue aumentando y cada año ingresaban más de 22.000 kg de oro, ¿se acuerdan las instrucciones de Dios respecto al rey? él se fue involucrando cada vez más en el materialismo al punto que se estima que el total de los ingresos anuales sobrepasaba el millón de dólares. Él mandaba a hacer cosas de marfil y oro, los escudos también eran revestidos en oro, tenía un trono que jamás se había visto, etc. Todos querían conocer al rey y oír la sabiduría QUE DIOS HABÍA PUESTO EN SU CORAZÓN, esto no era su mérito. Fue Salomón quien inició el comercio de caballos y carros, y en el capítulo 11 vemos al rey dando su corazón a mil mujeres extranjeras, setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas, y dice la Palabra de Dios que sus mujeres desviaron su corazón, y que cuando Salomón ya era viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, aún adoró a Astoret y a Moloc, al cual la gente entregaba sus hijos en sacrificio para que fuesen quemados vivos en el fuego. ¡Terrible! ¿Saben qué? un rey con una agenda llena, tanta gente buscándolo todo el día para resolver problemas, ¡SE OLVIDO DE LO MÁS IMPORTANTE, BUSCAR, ESCUCHAR Y OBEDECER A DIOS! Dios cumplió con lo que le prometió a Salomón porque Él siempre cumple sus promesas, pero Salomón no cumplió con el pedido de Dios y vemos en el cap. 11:9 que “Jehová se enojó contra Salomón por cuanto su corazón se había apartado del Dios de Israel”, a pesar de que dos veces le había mandado que no siguiese a dioses ajenos, pero él no guardó lo que le mandó Jehová. Se olvidó que era Dios quien le había dado las bendiciones que disfrutaba. ¡Qué triste…! ¿Pueden pensar ustedes que este hombre es el mismo que en 1 Reyes capítulo 3 le pidió a Dios sabiduría? ¿Es el mismo que se preocupaba por seguir los caminos de David su padre? ¿Es el mismo que agradaba a Dios? Siendo un rey tan sabio, terminó en la lista de los reyes que hicieron lo malo delante de Dios porque no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre.

Queridas amigas, eso es lo que hace el abandono de la Palabra de Dios. Alguien dijo acerca de la Biblia: “Este libro te apartará del pecado o el pecado te apartara de este libro”. Siempre tenemos tanto para hacer que lo urgente nos saca de lo importante. No debe ser así. Debemos organizarnos para encontrar ese tiempo con Dios, disciplinarnos, ser constantes, y que difícil es ser constante, por ejemplo, cuando se trata de un gimnasio, o una dieta. ¿Verdad que hay cosas que son más difíciles que otras para mantener en el tiempo? pero nuestro tiempo con Dios debería ser inamovible. Debemos encontrar un momento para estar con El y disfrutar de su presencia. La Palabra de Dios produce fe, vivifica, ilumina, nos aparta del mal camino, nos edifica, nos hace sabias, infunde esperanza. Cuando estamos en problemas recurrimos a la Palabra porque ella nos consuela, nos anima, nos sostiene. ¡Cuántas personas en su lecho de dolor buscan promesas en la Palabra de Dios y leyendo el Salmo 23 alivian su corazón y se llenan de esperanza! No esperemos a pasar esos tiempos difíciles para buscar su comunión, sino aprendamos a planificar nuestro tiempo con Dios para ser esas mujeres que Él está esperando de nosotras. El arma más poderosa en contra del enemigo no es un sermón conmovedor o un libro poderoso, sino la vida perseverante y fiel de los creyentes.


No nos permitamos pensar que podemos prescindir de Dios, Él siempre debe ser nuestro guía. Debemos encontrar los momentos para volcar nuestro corazón delante de Él y escuchar su voz. Como el rey de Israel debemos leer su Palabra cada día. El nos guiará en cualquier cosa que tengamos que enfrentar. No tenemos porque estar, ni sentirnos solas. Recordemos que El nos está esperando para ayudarnos en todo porque nos ama y quiere lo mejor para nosotras.

Hay una canción que se titula: “Contigo quiero estar” y es como si el Señor estuviera hablando y diciéndonos:
Contigo quiero estar; pasar tiempo juntos,
te extraño diariamente, me entristece cuando estás ocupada,
procurando servirme, más ¿como servirme si estás vacía?,
un deseo hay en mi ser quiero ser en ti lo principal,
es verdad, contigo quiero estar”.

Si queremos ser mujeres brillando en la oscuridad de este mundo, que traigan gloria al Señor y queremos tener vidas despojadas de lo vano y terrenal y que trasciendan para la eternidad, nuestra oración debe ser: “Enséñame, oh Jehová el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón” (Sal 119:33-34).

¡Qué el Señor te bendiga!

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