Cuando me invitaron a escribir este devocional, me puse a pensar que nunca había tomado un tiempo para agradecer al Señor por el valor que él me da como mujer. Cuando leo la frase: “Dios te creó mujer”, es inevitable para mí, pensar en toda la maravilla que es el comienzo de una nueva vida, desde las etapas más jóvenes del ser.
Déjenme solo hacer una pequeña introducción: sabemos que desde la concepción hay una nueva vida, y desde ese momento, se determina la cantidad de cromosomas humanos que son cuarenta y seis. Esta nueva célula, presenta un par de cromosomas sexuales: XX para nosotras, y XY para los varones. A su vez, cada cromosoma está formado por moléculas de ADN, que encierra el programa total de la vida de esa persona, con sus características físicas y psíquicas. Este es el modelo para una persona completamente nueva y única.
Ya esto me emociona, y me lleva a pensar cómo el salmista David dice:
“Estoy maravillado y mi alma lo sabe muy bien”
Salmos 139:14.
Dios nos creó mujeres, con todas nuestras características biológicas distintivas, cada célula, cada hormona en nuestro cuerpo, tiene una función determinada. Y Dios, que es el dador y sustentador de la vida, así lo ha dispuesto. Dios nos hizo diferentes –hombres y mujeres – diferencias obvias fisiológicas, pero también diferencias en nuestro propósito de creación, diferentes en nuestra función. Somos valiosas y únicas para Dios, porque fuimos hechas a Su imagen. Desde el primer libro en el primer capítulo de la Biblia, vemos que los hombres y las mujeres fueron creados iguales por Dios, igualmente apreciados por Dios, y receptores de una tarea igual y complementaria, de ser portadores de la imagen de Dios. Dios no creó a Eva para que llenara el vacío de la vida de Adán, la creó para que juntos vivieran la gloria de Dios. La Biblia es clara cuando se refiere a nuestro valor para el Creador, los hombres y las mujeres son iguales.
Igualdad en origen y patrón.
Génesis 1: 26 al 28
Varón y hembra. Ambos, creados a imagen de Dios, con igual valor y dignidad para Dios, con igual acceso a Dios. A ambos, se le dio la responsabilidad de gobernar sobre la creación de Dios, como coherederos de la gracia de la vida.
Igualdad en naturaleza pecaminosa.
Romanos 3: 10; Isaías 53:6.
Tanto Adán como Eva fueron considerados igualmente pecadores, y separados de su comunión con Dios por su pecado. “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino (Is. 53:6)”. Esto significa, que igualmente daremos cuenta por nuestro pecado e igualmente somos incapaces de salvarnos a nosotros mismos.
Igualdad en valor y posición.
Juan 3:16
El amor de Dios para con sus seres creados a su imagen es parejo, para hombres y mujeres. “No queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Él desea salvar a todos por igual. Nos ofrece esa posición de “escogidos”, tanto a mujeres como a hombres:
“Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros”
Juan 15:16.
El mundo dice que Dios no valora a las mujeres porque no les permite cierta posición, pero nuestra posición delante de Él no se basa en nuestro género.
Podríamos marcar más puntos de igualdad en la Biblia, pero estos tres, nos demuestran lo esencial para nuestra identidad en Cristo. En los aspectos más profundos de nuestra identidad como hijas de Dios, Dios nos trata completamente igual que a los hombres.
“No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús”
Gálatas 3:28
Nunca encontrarás en las Escrituras, contrario a lo que muchos dirían en el día de hoy, menospreciando o degradando a las mujeres, pero a los hombres tampoco, porque ellos son creados por igual a imagen de Dios. Así que no hay lugar para despreciar un género u otro. No hay lugar bajo la autoridad de Dios, bajo la soberanía y la Palabra de Dios, para denigrar a las mujeres o a los hombres.
Jesús trató a las mujeres con respeto, con dignidad, con amabilidad. Él las incluyó en su ministerio, y en esa época no se esperaba que un rabino, un hombre respetable, tratara a las mujeres con amabilidad, con valor, y con dignidad.
Sabemos que el Espíritu Santo es dado igualmente tanto a los hombres como a las mujeres, y que hombres y mujeres son igualmente bautizados en el cuerpo de Cristo, y que comparten por igual los privilegios de la redención, incluyendo el acceso a Dios.
Gálatas 3: 26 al 28
Dios nos hizo, como mujeres, con igual valor y dignidad a Sus ojos.
Ideas que se han plantado en nuestra mente y corrompen nuestra alma, nos ha hecho cuestionar el amor de Dios en nuestras vidas, y el valor real que las mujeres tenemos para Dios.
Si alguna vez has pensado que no eres suficientemente valiosa por ser mujer, piensa en el valor que Dios te da.
“Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” Efesios 1:18
Y para terminar quiero que leas Cantares 6 y 7: Solo el amor de un hombre ha demostrado ser fuerte como la muerte, incapaz de ser arrastrado por las muchas aguas: este es el amor de Jesucristo por ti y por mí.