Un servicio sincero

¡Qué alegría poder estar nuevamente con ustedes! Definitivamente tenemos un gran privilegio al servir a nuestro amado Señor, podemos disfrutar con nuestras compañeras y hacerlo de todo corazón. Es una oportunidad que no podemos pasar por alto ni hacerlo con un corazón frío. Servirle es algo que va a marcar nuestras vidas, pero tenemos que aprender a hacerlo de la forma correcta.

Sabemos que el servir a Dios implica hacerlo de todo corazón y que es necesario estar en comunión con Él, así como lo vemos en Deuteronomio 10:12 “Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.”

Jesús fue un ejemplo vivo de lo que es importante en el servicio: “SERVIR Y NO SER SERVIDOS”

Recuerdo en mis primeros pasos como hija de Dios cuando aprendí esto, fue un impacto para mí vida ya que vivimos en un mundo donde estamos acostumbrados a ser servidos por encima de todos los demás. Por ejemplo, cuando vamos a un restaurante, a la mayoría nos gusta que nos den un buen servicio porque estamos pagando por él. La realidad es que, estemos pagando o no, nos gusta ser atendidos. Sobre eso Jesús nos dijo: “Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lc. 22:27).   

Hoy quiero invitarte a que te hagas la siguiente pregunta: ¿En que se basa mi servicio?

En primer lugar, mi servicio se debe basar en el AMOR. Es necesario servir con un corazón lleno de amor hacia el Señor y hacia las chicas que llegan al Club Bíblico o la reunión de jóvenes. No se trata de sacar algún provecho del ministerio. No es una motivación correcta servir a Dios tratando de hacer las cosas para que los demás nos vean. Debemos servir por amor porque Dios nos amó primero. Hacerlo para que Él reciba toda la gloria.                                        

También necesitamos servir por AGRADECIMIENTO. Cuando estamos agradecidas por algo que hicieron por nosotras generalmente buscamos la forma de devolver ese favor. ¿Por qué deberíamos estar agradecidas con Dios? Porque dio Su vida por nosotras. Nada ni nadie podría darnos lo que Él hizo. “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Heb. 12:28).      Muchas veces no servimos porque tenemos un corazón frío que no ha entendido lo que Dios ha hecho por nosotras. No nos importa servir. Vemos a los demás haciendo cosas para Dios y quizás estamos pensando en la hora de irnos de la iglesia para pasar tiempo haciendo otras cosas. Es una bendición pasar tiempo con los hermanos “conviviendo”, pero es importante destinar un tiempo para servir en lo que se necesita. No podemos olvidarnos de que servir es «Su Voluntad».

Siempre hay oportunidades de servicio. Por ejemplo, podemos servir en evangelismo, en grupos en casa, con los niños, en la limpieza, el discipulado, en fin, servir en lo que se necesite. En cualquier iglesia hay muchas áreas en donde podemos servir. Es bueno servir en lo que nos gusta o en lo que somos buenas, pero si vemos que en otra área están necesitando ayuda tenemos que aprender a hacer nuestros deseos a un lado y apoyar en lo que sea que el cuerpo de Cristo esté necesitando ayuda. Dejemos nuestra comodidad y veamos la necesidad.                                                                                    

Cuando comencé a asistir a mi iglesia me invitaron a ser maestra para los niños y ni siquiera me gustaban los niños. Al principio no quería hacerlo, pero no podía hacerme la ciega ante esa necesidad. Así que oré mucho al Señor, hablé sinceramente con Él y acepté el desafío. Fue una de las mejores decisiones que pude haber tomado. Dios nos solo cambió mi corazón, sino que me permitió servir y aprender en ese ministerio por muchos años.

Jesús mismo nos da el ejemplo en Filipenses 2:6-7 

“el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”.

En el servicio a Dios el “yo no puedo” se vuelve una excusa cuando no queremos dejar nuestra comodidad. La actitud correcta durante nuestro servicio debe ser:         

Con COMPROMISO

Si tenes un talento, explótalo para Dios, desarrolla tus dones. La mayoría no trabaja en una iglesia tiempo completo, sino que tienen un trabajo aparte o estudia. Buscamos tener superación en nuestro trabajo, pero ¿por qué nuestro empeño en el trabajo es más grande que nuestro empeño en el servicio en el ministerio que Dios nos colocó? ¿por qué en el trabajo acostumbramos y nos preocupamos por llegar a tiempo? Porque en ese trabajo nos pagan, nos dan un sueldo. Al parecer no hemos entendido que nuestro servicio en la iglesia fue pagado por adelantado. Fue pagado en esa cruz y se nos entregó sin si quiera saber que estaba ahí para nosotras. Comprométete a llegar a tiempo al servicio que estás haciendo para Dios. Es un privilegio que Dios nos da. Tenemos un puesto en la casa de Dios, no lo desperdiciemos haciéndolo de forma mediocre, sin hacerlo de corazón o haciéndolo solo para alguien o por cumplir.      

 

Con FIDELIDAD

Al momento de decidir ser fieles creamos un lazo con la iglesia en la que estamos, echamos raíces y crecemos. Muchas veces te cansas de servir sin que alguien te reconozca, o llevas años pidiéndole a Dios que te ponga al frente del grupo de alabanza porque quieres cantar, y después andamos saltando de iglesia en iglesia buscando reconocimiento de los demás. Es mejor rendirte a Dios, servirle de corazón y disfrutar del lugar donde te coloca para que le sirvas.

 

Con HUMILDAD

Tenemos que ser humildes de todo corazón. Esta es un área con la que muchas batallamos. A veces cuesta servir sin buscar llamar la atención o que alguien nos felicite. Las personas con las que servimos o nos juntamos son cruciales para formar nuestra actitud de servicio. Pensando en este punto, recuerdo las palabras de Samuel al rey Saúl: “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” 1 Samuel 15:22

                                                                         

Sin VANAGLORIA

Sabes que podemos creernos la idea de que al servir en 10 ministerios nos volvemos unas santas o que somos más que los demás. El hecho de que sirvas no es garantía de que tengas una verdadera relación con Dios. Debemos estar buscando nuestra santidad continuamente. La gloria siempre debe de ser para Dios (Hebreos 12:3).                     

 

Finalmente quiero dejarte el desafío práctico de organizar tus prioridades. Es importante tener un trabajo, carrera, maestría, otro idioma y dar el máximo en todas estas cosas ya que es una oportunidad para dar testimonio de la responsabilidad del creyente. Todas estas cosas son una bendición, pero no si los usas como excusa para no servir a Dios. Siempre hay tiempo para servir a Dios. Si no encuentras ese tiempo seguramente es porque no estás organizando bien tu tiempo o tus prioridades.

Te desafío que hoy puedas tomarte unos minutos para meditar en todos esto y te hagas las siguientes preguntas:

¿Tengo claridad en lo que quiere Dios mí? ¿Estoy sirviendo al Señor de una forma genuina? ¿Estoy haciendo lo que Dios me pidió hacer con alegría o me es una carga? ¿Qué cosas prácticas puedo implementar en mi vida para que mi servicio sea mejor?

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