Hoy tenemos a un invitado especial. Uno de los discípulos más cercanos al Señor, el más joven de los doce. Pescador, hermano de Jacobo. Escritor de un evangelio, tres epístolas y Apocalipsis. Con nosotras, ¡el apóstol Juan! Sigamos imaginando este programa… imaginemos que podemos entrevistar a Juan. ¿Qué le preguntarías? Por supuesto, queremos saber de Jesús.
Juan, ¿Quién es Jesús? (Como testigo que cuenta convencido algo que vio y escuchó, responde) “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Jn. 1:1 y 14.
El Verbo era Dios. Juan presenta a Jesús, el mismo que caminó, comió y durmió con ellos como el Dios creador de todas las cosas (Jn. 1:3). En Gn. 1:1, en el principio, estaba presente el Verbo. Era uno con el Padre, desde la eternidad.
El Verbo expresó al Padre. La palabra griega traducida como “el Verbo” es “Logos” y significa “Palabra”. Matthew Henry dice: “… como nuestras palabras explican nuestras mentes a otros, así el Hijo de Dios revela la mente de su Padre al mundo.” El Verbo es la perfecta traducción de Dios al lenguaje humano (Jn. 1:18). Como en el tabernáculo se manifestaba la gloria de Dios, Jesús habitó entre los hombres y manifestó la misma gloria.
El Verbo entregó la gracia y la verdad de Dios. “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.” Jn. 1:16 y 17. Él habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad. Ambas cosas absolutamente necesarias para nuestra salvación y en nuestra vida cristiana. Juan era un buscador de la verdad y sin duda, la gracia que recibió de Jesús transformó su vida. Pasó de ser el “hijo del trueno” al “discípulo amado” porque conoció la verdad y experimentó la gracia de Dios.
En el cielo tal vez podamos conversar con Juan personalmente pero mientras tanto, y para concluir, reflexionemos en este precioso título de Jesús: el Verbo. Qué tomemos hoy de su gracia y su verdad, y seamos canales de bendición a otros.