No sé si te diste cuenta o prestaste atención al versículo lema de nuestro blog, por el cual nos llamamos “Auténtica”, 1ª Samuel 16:7 dice:
“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.”
Dios declara en este versículo que lo que él mira, lo que a él realmente le importa, lo que conoce a la perfección de cada ser humano y pone a prueba, es nuestro CORAZÓN. (Jeremías 17:9-10).
David había entendido esta verdad, por eso le aconseja a su hijo Salomón en 1ª Crónicas 28:9:
“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos…”
David, el hombre conforme al corazón de Dios, a esta altura de su vida ya había comprobado al Dios Omnisciente que conoce aún los intentos de nuestros pensamientos. ¡Que profundo es Su conocimiento!; Por eso, Dios desea que le sirvamos con corazones sinceros, en temor a Él, y que TODO lo que hagamos, sea para Él (Col 3:23-24). Un trabajo secular, las tareas y responsabilidades del hogar, nuestro ministerio en la iglesia, y cualquier otra actividad que hagamos, DE CORAZÓN PARA EL SEÑOR, es considerado un servicio a Dios.
Ahora, quiero animarte a hacerte las siguientes preguntas: ¿Por qué hago lo que hago? ¿Para quién lo hago? ¿Lo estoy haciendo con la actitud correcta?. Estas mismas preguntas, un día me tuve que responder, y te digo con sinceridad, la respuesta no fue positiva; me encontré llena de actividades y totalmente desenfocada. Comprendí, que mi servicio no estaba siendo agradable ante los ojos de Aquel que tenía puesta su mirada en mi corazón, y no en lo “mucho” que estaba haciendo. Por eso, quiero que juntas veamos cuáles son las actitudes correctas de nuestro corazón, que hacen nuestro servicio agradable a sus ojos.
Un corazón amoroso
– Primeramente hacia Dios
Deuteronomio 10:12:
“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma;”
Este era el pedido de Dios para su pueblo Israel. Primero, que lo amara, y eso traería como consecuencia un servicio de todo corazón y alma. Creo que este pedido se extiende para nosotras también. Si amamos a Dios, nos será mas fácil servirle con todo el corazón, y hacer las cosas con dedicación, entrega, buena voluntad y entusiasmo. ¡El amor es el mejor impulso!
– También hacia los demás
Es lo que Jesús nos pidió (Mateo 22:39) , y el ejemplo que vemos en grandes siervos como Pablo; 2ª Corintios 12:15:
“ Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.”
Cuando amo a aquellos que sirvo, voy a estar dispuesta a darlo todo; amando aún, a aquellos que no corresponden a mi amor con la misma intensidad, porque sin amor, todo pierde su valor y sentido (1Corintios 13:1-3). Por eso tenemos que TENER CUIDADO CON LA RUTINA, con esos momentos en los que te das cuenta que estás haciendo las cosas por inercia, y hasta te parece aburrido y cansador. ¿Te ha pasado?. Es un error que fácilmente podemos llegar a cometer.
Un corazón puro
Necesitamos tener siempre presente que, el poder servir a Dios es un privilegio que él nos da, y que a pesar de lo que somos él quiera hacernos parte de su obra, es una muestra de su gracia (1Timoteo 1:12-14). Este privilegio conlleva una responsabilidad: mantenerme limpia.
“Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.”2 Timoteo 2:21
En los versículos anteriores, viene hablando del obrero aprobado por Dios, y aquí muestra que es necesaria la santificación para llegar a ser útiles para Él. Si bien todas cometemos errores, debemos estar dispuestas a reconocerlos, arrepentirnos, y confesar nuestro pecado para obtener esa limpieza (1Juan 1:9). ¡TENGAMOS CUIDADO CON SER PERMISIVAS!, el pecado es un estorbo en nuestro servicio a Dios y no podemos darnos “licencias”, por el contrario, cultivemos un corazón puro en comunión diaria con el Señor.
Un corazón agradecido
En Hebreos 12:28 dice:
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;”
Porque estamos disfrutando de una salvación segura y de todos sus beneficios, tenemos motivos suficientes para agradecer a Dios. Esa gratitud debe ser un impulso, nuestra motivación, para servir a Dios de una forma que le agrade y con devoción respetuosa.
¡TENGAMOS CUIDADO CON LA INSATISFACCIÓN! Empezando con la salvación, y viendo la gracia de Dios cada día en mi vida, siempre tengo un motivo para agradecer a Dios, y es un desafío que se vea reflejado en mi servicio. La falta de gratitud es falta de memoria.
Un corazón gozoso
Salmos 100:2:
“Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo.”
Este versículo esta en un contexto de alabanza a Dios, por lo que Él es y por sus bondades. Por lo tanto, mi servicio debe ser una alabanza a Dios que brote de un corazón alegre.
Debemos recordar que el gozo, como fruto del Espíritu Santo, es independiente de las circunstancias. Podemos atravesar momentos difíciles y sin embargo hacer las cosas con gozo. El ejemplo de hombres de Dios como los apóstoles lo comprueban, teniendo gozo y predicando de Cristo aún cuando sufrían azotes y amenazas (Hechos 5:40-42)
¡TENGAMOS CUIDADO CON EL DESÁNIMO!, en medio de circunstancias difíciles, el Espíritu nos da las fuerzas y el ánimo, para seguir sirviendo y honrando a nuestro Dios. Él utiliza aún esas dificultades para que seamos de bendición a otros, y es lo que él Señor me está permitiendo experimentar en este momento.
Un corazón humilde
Filipenses 2:3:
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;”
No debemos hacer nada motivados por la contienda o la vanagloria, ni aún nuestro servicio, porque esto es realmente desagradable para Dios. Pero la humildad hace que sirva con la motivación correcta, con el fin de glorificar a Dios, y mirando a los demás como superiores a mi. De esta manera mi servicio tendrá frutos eternales.
Consideremos el ejemplo de Pablo, quien realmente sirvió a Dios con humildad, buscando siempre el bien de los demás, lo cual muchas veces le trajo sufrimientos Hechos 20:19. ¡TENGAMOS CUIDADO CON EL ORGULLO! No te olvides que sólo Él merece todo el reconocimiento y la gloria (Isaías 43:7). Me ha pasado de ver claramente como mi orgullo estaba estorbando mi servicio, no solo en el ministerio, sino también en casa con mi hijo, y fue necesario quebrantarme delante de Dios, aún hasta las lágrimas, para aprender a tener un corazón humilde.
Meditando en todo esto, el Señor me llevo a evaluar mi servicio a Él cómo mamá. Reconozco que tengo mucho que mejorar, pero me anima pensar que al hacerlo no solo estaré agradando a mi Padre, sino que también seré mejor mamá para mi hijo.
Es mi oración que el Señor pueda mostrarte en que actitud debes mejorar, para brindarle un servicio AGRADABLE A SUS OJOS.