Estoy segura de que en nuestras vidas hemos escuchado hablar acerca del Fruto del Espíritu Santo, o al menos, sabemos de memoria el versículo clave donde son nombrados, Gálatas 5:22-23:
“Más el fruto el Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
Pero te hago una pregunta, ¿te has detenido a profundizar en cada uno de ellos? Quizás sí y seguro ha sido de bendición para tu vida, como lo está siendo para la mía, o quizás no, ¡no te preocupes! Aún estás a tiempo para hacerlo. Te invito a transitar por este camino juntas, en el que aprenderemos un poquito más acerca de este tema, y qué quiere decirnos Dios, ya que es algo súper importante y que no debe quedar estancado en nuestras mentes sólo como teoría y conocimiento, sino ser llevado a la práctica y acción.
En primer lugar, no nos referimos a ninguna fruta comestible de las que tenemos en nuestra heladera, ¡Va mucho más allá que eso! Es común que nos refiramos a éste como “los frutos” en forma plural, pero atención, la Palabra de Dios dice: FRUTO, en singular ¿por qué? Porque habla de UN fruto, pero formado por varias manifestaciones visibles del poder del Espíritu Santo, el cual está obrando internamente en nuestras vidas.
En segundo lugar, para entrar en contexto de nuestro pasaje, Pablo venía hablando acerca de las obras de la carne, y ahora, hace un claro contraste entre ellas, y el fruto del Espíritu Santo. Las obras son producto de la energía humana, pero el fruto crece en la medida en que permanecemos en Él (Juan 15:5). A modo de ejemplo, cuando plantamos una plantita, sabemos que será necesario cuidar de ella, regándola y manteniéndola en un lugar donde reciba luz solar y aire para seguir creciendo y dando fruto. Así también sucede con nosotros. En el pasaje de Juan, el Señor nos está diciendo que Él es la vid verdadera y nosotros los pámpanos, y que separadas de Él nada podemos hacer. Necesitamos nutrirnos de Su Palabra y vivir una vida en dependencia de Él y en comunión con Él para seguir creciendo espiritualmente y así poder dar fruto. Entraremos en más detalles en los siguientes puntos.
Entonces, ¿Qué es el Fruto del Espíritu Santo?
1) Es la EVIDENCIA del obrar del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Cuando reconocemos y aceptamos a Jesucristo como único y suficiente Salvador, nacemos de nuevo (espiritualmente hablando), y el Espíritu Santo mora en nosotras, esto traerá como consecuencia que se comiencen a dar cambios en nuestras vidas, ¡tenemos el A.D.N de Dios! Estos cambios deben ser evidentes en nuestra forma de hablar, de conducirnos, de tratar a los demás, en nuestros hábitos, etc. Esa es la evidencia externa de que Dios está obrando en nuestro corazón y mente por medio del Espíritu Santo quien nos convence de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8). ¡Ese es el Fruto visible que el Espíritu Santo está obrando en nuestras vidas! Y esto nos lleva al segundo punto.
2) Es el ESTILO de vida del creyente.
El creyente que vive en el Espíritu, expresará en su vida todas las virtudes del fruto y no solo algunas, o así debería serlo. Una forma más simple de decirlo es que como hijas de Dios debemos VIVIR A CRISTO (Gálatas 2:20), esto significa que la vida moral de Cristo se reproduzca en nosotras mismas. Las nueve manifestaciones del Fruto que son nombradas en el pasaje, deberían ser mi estilo de vida, mi forma de andar, de ser y de conducirme en esta vida, porque así lo hizo nuestro Señor Jesucristo cuando anduvo en esta tierra en forma de hombre, es la unidad del carácter de nuestro Señor. Pero este punto también nos conecta con el tercero.
3) Es el ESTADO de la vida espiritual del creyente.
Como hijas de Dios, nuestro estado debe ser el de una comunión diaria con Él. Es la única forma en la que podremos dar fruto, ¿por qué? Porque este fruto del que hablamos, no se logra por mis propias capacidades o fuerzas, sino en dependencia de Dios y sus fuerzas. Somos llamadas a vivir una vida de santidad, no andando según la carne, sino el Espíritu (Romanos 8:9), ya que las obras de la carne son contrarias a Dios, pero el Espíritu produce fruto para la gloria de Dios. Ese es el objetivo, si llevamos una vida en santidad práctica, en dependencia de Dios, daremos fruto agradable a Dios, por lo tanto, le daremos la gloria por medio de nuestras vidas.
Quiero dejarte algunos desafíos para que puedas hacer una mirada introspectiva, y ser sincera ante Dios y con vos misma. Pedile a Dios en este momento que te examine y te muestre qué tenés que mejorar.
• Analiza tu vida diaria, ¿qué estás mostrando? ¿Sos una mujer que con su vida evidencia el poder del Espíritu Santo obrando en su interior? Es decir, ¿dejas que Dios obre en tu vida?
• Analiza tu estilo de vida, tus hábitos ¿son piadosos? ¿Buscas imitar a Jesucristo? ¿O simplemente intentas ser una buena persona según tus propios criterios?
• Analiza tu vida espiritual, ¿cómo estás con tu tiempo de comunión con Dios? Este punto es la base para todo lo demás. Si tu vida espiritual está mal, entonces tu estilo de vida también lo estará, aunque creas poder manejarlo… con el tiempo verás que sin Dios en primer lugar, todo lo demás se desequilibra. Y también, si no pasas tiempo conociendo a tu Dios y dejando que Él te moldee, será difícil que haya evidencias externas en tu diario vivir.
Quiero recordarte, que la victoria contra nuestra propia carne se alcanza con Cristo, solas no podemos (1°Corintios 15:57). Si queremos vivir nuestras vidas agradando a Dios, debemos permitirle que Él haga su obra en nosotras por medio del Espíritu Santo. ¿Hay áreas en tu vida que aún no le has entregado a Dios?