Constantes en la oración

Como cristianas muchas veces usamos como muletilla la frase “voy a estar orando”, “te cuento tal cosa para que ores”, “quiero saber para estar orando”. Y si hay algo que nos cuesta a la mayoría de nosotras es ser contantes en la oración. Primero, con nuestros propios motivos, en especial aquellos que llevamos pidiendo hace bastante tiempo y perdemos la esperanza de tener respuestas, y después por los motivos que otros nos comparten.

¿En estos días le dijiste a alguien voy a estar orando por vos, pero después te olvidaste y no oraste? Quizás vos misma tuviste la oportunidad de compartir un motivo de oración y te sorprendiste cuando pasaron unos días y esa persona te preguntó cómo estabas porque estuvo orando por vos.

Me encanta ver el ejemplo del apóstol Pablo cuando les escribe a los filipenses mostrando su amor y el gozo al orar por ellos y, en especial, porque pensaba en cada uno estando en la cárcel.

En primer lugar, les dice: “Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros” (Fil. 1:3). Un comentario de la Dra. Patterson dice que pensaba a menudo en ellos porque estaban en su corazón (vs.7), sin embargo, Pablo no solo dedica tiempo a pensar en ellos sino a orar por ellos. Esa intercesión era la consecuencia natural de estar concentrado en Dios lo cual convertía permanentemente sus pensamientos sobre los creyentes en oraciones a su favor.

En segundo lugar, les dice: “siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros” (Fil 1:4). En la cárcel, donde pasaba sus días, se dedicaba a orar siempre sin importar el estado de ánimo que tuviera, la condición del lugar o las tribulaciones que pasara. Fácilmente nosotras lo podríamos justificar de que no está orando por su situación. Esta actitud y acción de orar siempre nos exhorta a nosotras a tener constancia en la oración a pesar de la situación que vivamos. Ya sea que te encuentres en un hospital internada, o esperando la respuesta de un viaje, o cursando en la facultad en un entorno difícil, o en un trabajo que te agobia o ante la pérdida de un ser querido, cada una puede estar atravesando diferentes momentos, pero si lo hacemos perseverando en oración hará toda la diferencia en nuestras vidas y en las personas por las que oramos. En Colosenses 4:2 nos habla de “perseverar en la oración” y en la versión de la NTV dice “dedíquense a la oración”. Aun cuando parezca que no hay respuesta debemos seguir orando. También se nos alienta en 1Tesalonicenses 5:17 “nunca dejen de orar” (NTV).

En tercer lugar, les hace un pedido “porque sé que la oración de ustedes y la ayuda del Espíritu de Jesucristo darán como resultado mi libertad” (Fil. 1:19 NTV). Él contaba con la oración de ellos a su favor. Tiene la esperanza y la confianza en el Señor y en la oración eficaz de los hermanos que Dios responderá. Esto nos exhorta a tener un compromiso verdadero para interceder por los motivos que se nos comparte. Las personas confían sus cargas y diferentes motivos para que las apoyemos verdaderamente en oración, y no solo repetir una frase armada “voy a estar orando”. Romanos 12:12 nos dice “… constantes en la oración”. Sin lugar a duda la oración es una de las necesidades más básicas del creyente y un arma poderosa.

En el comentario de Matthew Henry dice que la mejor memoria que podemos hacer de nuestros amigos es llevarlos al trono de la gracia. Ese trono está abierto para nosotras siempre. En cualquier lugar y tiempo podemos acudir a Él en oración.

¿Cuál es el motivo de oración que llevas pidiendo desde hace tiempo y que, tal vez, ya dejaste de orar porque aún no ves respuestas? Tuve la oportunidad de conocer a varias chicas que me decían “me cansé de orar”.  Se cansaron de orar por su familia que no conoce a Cristo, se cansaron de orar por su futuro esposo y se apresuraron al decidir unirse con alguien sin fe en Cristo, se cansaron de orar por sus compañeros de universidad, se cansaron de orar por un jefe difícil, se cansaron de orar por un familiar con adicciones. Y apareció la frustración, amargura, desánimo, enojo al no ver respuestas. En lo personal, también me pasó que en un momento de mi vida dije, “me cansé de orar y esperar, no veo ninguna respuesta de parte de Dios”. Sin duda mi corazón se enfrió y no tenía esperanza, ya no tenía esa relación íntima con Dios. Estaba desanimada, triste y amargada. Pensaba que Dios ya no me escuchaba, sentía que mis oraciones no eran importantes y no merecían respuestas, me parecía que ya había esperado demasiado tiempo y Dios se había olvidado de mí. Sin embargo, en Su gracia y misericordia Él me buscó y confortó con Su Palabra diciéndome que Su oído estaba atento a mi clamor, que siga orando porque en Su tiempo Él respondería; que deje mi carga sobre Él para que las lleve, que espere con paciencia. Te dejo algunos versículos para que después puedas leer con detenimiento: Filipenses 4:6-7, Jeremías 33:3, Salmos 18:6, Salmos 55:22, Salmos 33:20-22, 1 Samuel 1).

Al igual que Ana, también deseaba ser madre y me identificaba con su dolor y clamor, Dios en Su tiempo y a Su forma me respondió. Después de 16 años de oración y con Su escuela especial, el Señor respondió, y nos permite con mi esposo ser padres adoptivos.

El Señor nunca llega tarde, aunque a veces pensemos lo contrario, Él llega a tiempo y nos da lo que cree mejor para cada una, es un Padre amoroso y paciente el cual nos espera con Su oído atento para que nosotras, sus hijas, clamemos constantemente.

Examina tu corazón: ¿cómo está el termómetro de la oración? ¿Te cansaste de orar y esperar con paciencia en Dios? ¿Piensas que Él ya no te escucha y tu oración es sin valor para Dios? ¿Estás ansiosa de no ver ahora la respuesta? ¿Te estás comparando con otros viendo cómo Dios les responde y luego te preguntas “y yo Señor para cuándo”?

Te quiero animar a persistir en esos motivos de oración y que no te canses de orar y esperar en el Señor. Recordá que Dios es personal y responde a cada una en forma diferente de acuerdo con Sus planes y propósitos.

Te dejo algunas cosas prácticas para tener en cuenta:

  • Tener amigos de oración: en esos días difíciles les podes pedís en forma específica que oren por fortaleza y para que tu fe no decaiga.
  • Tener un diario personal con motivos y respuestas de oración: son de gran ánimo si los lees en esos días en los que piensas que no hay esperanza.
  • Tener un cuaderno para anotar los motivos de oración de los hermanos: te ayudará a recordar de orar por otros y no estarás enfocada en vos misma.
  • Tener personas de confianza que sean referentes espirituales con los que puedas compartir, abrir tu corazón y orar juntos.
  • Tomar el tiempo necesario para continuar con tus metas y objetivos de estudio, trabajo, ministerio.
  • Tomar el tiempo si es posible de orar en el momento que la persona te comparte su motivo de oración.

                                                                                                                                      

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