Una buena manera de empezar este devocional, es definiendo el termino Responsabilidad:
La responsabilidad (según el diccionario, la responsabilidad es un logro, es más que un compromiso, y no se nace con ella se adquiere con la madurez) es un valor que está en nuestra conciencia, que nos permite reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de nuestros actos.
Se dice que la persona responsable es aquella que actúa conscientemente; que cumple con sus obligaciones poniendo cuidado y atención en lo que hace.
Ser responsable es buscar intencionalmente hacer bien aquello que estoy por emprender.
Es por eso, que debemos tener en claro, que cada vez que asumimos un compromiso, debemos responder de acuerdo con nuestra función y cumpliendo con nuestra tarea.
En contraposición, la irresponsabilidad es el no cumplimiento de un acto u obligación previamente pautada.
En esta oportunidad nos detendremos en el pasaje bíblico de Mateo 25:14-20 que nos ayudara a extraer algunos conceptos prácticos:
«Porque el reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamo a sus siervos y les entrego sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negocio con ellos, y gano otros cinco talentos. Asimismo, el que había recibido dos, gano otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavo en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos y arreglo cuentas con ellos.»
Pensando en el concepto de responsabilidad en nuestro servicio, me vino a la mente la parábola de los talentos.
Dicha parábola presenta a un hombre rico que antes de ausentarse y salir de viaje, decide dejar sus bienes, a sus tres siervos, con el fin de que sean bien administrados. A uno le deja cinco talentos, a otro dos, y a otro uno.
A su regreso, llama a sus siervos para que le rindan cuenta de su administración, con el único fin de recompensarles.
El pasaje sigue y nos relata lo sucedido con cada uno de ellos. Rápidamente, el que había recibido 5 talentos comenzó a operar con ellos, y esto le permitió duplicar lo recibido. De la misma forma, el que se le había entregado dos talentos, trabajo con ellos obteniendo el mismo resultado. Pero, el que recibió un solo talento tuvo un comportamiento completamente diferente. En lugar de negociar con él, lo enterró para guardarlo intacto hasta la venida de su señor. Claramente el interés de su señor no era el suyo. ¡Tenía planes distintos a los de su amo, dejando en evidencia lo POCO que conocía de su señor! Sin duda alguna esto lo llevo a perder de vista el objetivo para lo cual fueron dados aquellos talentos. Quizás el talento que recibió era mas un problema para resolver que una oportunidad para servir.
Mi concepto de Dios está “estrechamente relacionado” con mi actitud en el Servicio. De allí nace la importancia de revisar las motivaciones.
¿Qué es aquello que debe motivarme a servir a Dios de manera responsable en la tarea que fuera?
La gratitud como el resultado de conocer quien es mi Dios
¡El primer paso en esta aventura de conocerle, es haber recibido a Cristo en su Carácter de Salvador de mi vida! Hebreos 12.28 dice «Así que recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios». Si nos detuviéramos más a menudo a pensar en la Cruz de Cristo, en Su Sacrificio, en Su Inmenso Amor por mí, eso sin duda alguna, se reflejaría en nuestro servicio a Él.
La gratitud es un estado de mi mente y corazón que me empuja a Servirle con Responsabilidad
Gratitud es ese sentimiento que experimenta una persona cuando estima un favor o beneficio que alguien le ha concedido.
La importancia de saber a quién sirvo… no solo va a encender en mi corazón la necesidad de hacer algo por Él, sino también de hacerlo bien.
Si NO tengo bien en claro a quien sirvo…es factible que pronto me canse, me aburra, me fastidie, y todo termine en monotonía o en un simple servicio a humanos. (Colosenses 3.23 nos recuerda que todo lo que hagamos, debemos hacerlo DE CORAZÓN y PARA DIOS)
¡No podemos olvidar que después de haberle recibido como Salvador tenemos el enorme privilegio de seguir conociendo quien es Nuestro Dios!, ¿Cómo es Él?, ¿Qué cosas son de su agrado?, ¿Que espera de mí? “Conocerle” es hacer ejercitar nuestra alma, llevándola a transitar la vida cristiana desde una perspectiva enfocada en Dios, observando atentamente cuál es Su forma de obrar frente a las distintas circunstancias que se presenten en mi vida.
Indudablemente, en todo momento, nosotros tenemos el acceso para hallar más y más información de Él. Para esto, es de suma importancia gastar tiempo en Su Palabra. Dios desea que yo conozca más de Él, cada día. Dios quiere que le busque de todo corazón, el pasaje de Jeremías 29.13 dice. “me buscareis y me hallareis porque me buscareis de todo corazón”. ¡No se trata de leer, leer y leer y seguir leyendo! sino de leer para conocer, leer y meditar en lo leído, leer y guardar en el corazón, leer y dejar que Su Palabra obre en mí, ¡leer para adorarle por lo que Él es!
Entonces, cuando emprendas algo para Tu Señor, que tu meta sea hacerlo lo mejor que puedas.
No dejes que la responsabilidad se vea afectada por la comodidad, ni por la pereza, ni por el desgano, ni por ninguna otra excusa que se te pueda ocurrir. ¡Sino que, nuestra actitud de responsabilidad debe estar bien centrada en Aquel a quien sirvo!
¡Así como en esta parábola, el momento de la rendición de cuentas siempre llega!
Colosenses 3,24 dice:
«sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís»