Aprende a decir no al perfeccionismo

Cuando pensamos en perfeccionismo y excelencia, muchas veces nos inclinamos a decir que son similares o que apuntan a un mismo objetivo; pero en realidad son dos conceptos totalmente opuestos.

Hagamos una descripción de una situación hipotética. Te encuentras cursando el último año de la carrera, lo más complicado y exigente está por llegar: la presentación de la tesis. Pasas horas buscando información, formulando hipótesis, llega la hora de la presentación, lees nuevamente el borrador y no estas conforme con los resultados porque no es lo que tú esperabas. El contenido está bien, la estructura está completa, pero no llena tus expectativas. El nivel de exigencia que uno mismo se coloca, es tan alto, que no disfruta de las tareas, trabajos, reuniones y aun de personas.

  • El perfeccionismo por lo general te desmoraliza, te aleja de las personas, te lleva a la decepción constante, a metas inalcanzables, y todo se desencadena en una insatisfacción total.
  • La excelencia, te lleva a buscar mayor aprendizaje, al crecimiento y a la madurez; está relacionada a la meta que se desea alcanzar, a hacer lo necesario para que las cosas estén funcionando.
  • El perfeccionista busca hacer las cosas bien porque no quiere equivocarse, por tener el reconocimiento de los demás. Por el contrario, aquel que busca la excelencia ve que las cosas se hagan y busca la forma y los medios necesarios para que esto ocurra.

Podemos resumir que la perfección es la búsqueda de lo inalcanzable, y la excelencia te lleva al crecimiento constante.

Vayamos a aclarar estos conceptos con dos personas que tuvieron un encuentro con Jesús. Leemos en Lucas 18 la historia del joven rico, un perfeccionista que quería saber ¿qué más debía hacer para heredar la vida eterna? No le alcanzaba con lo que conocía, estaba insatisfecho con lo que tenía, no estaba contento con lo que hacía, y aun así se aferraba a aquello que era estable para él. Si dejaba todas sus posesiones no se sentiría seguro. Sobre el final vemos el resultado de este encuentro, se alejó de Jesús con tristeza.

En el siguiente capítulo vemos a un hombre que hizo lo que debía hacer para alcanzar sus propósitos, Zaqueo, un hombre que demostró excelencia. A él no le importó lo que las personas dirían de él porque estaba subido a un árbol queriendo ver a Jesús. En el relato del capítulo 19, Zaqueo se acercó, hizo lo que era necesario para ver a Jesús, subió a un árbol, buscó su perdón y obtuvo la mayor recompensa que podría tener: Jesús estaba comiendo en su casa.

  • El perfeccionista nunca alcanza la satisfacción, el que busca la excelencia disfruta de los pequeños logros y los comparte con los demás.
  • El perfeccionismo es un pecado que debemos confesar porque este se coloca en nuestros corazones, gobernando todas las áreas de nuestras vidas. Es importante recordar que quien debe ocupar el primer lugar en nuestras vidas es Jesús; el perfeccionismo es idolatría.

Razones por las que debemos decir NO al perfeccionismo y SÍ a la excelencia.

El perfeccionismo nos lleva a tres emociones: la ansiedad, desaliento y al temor.

La palabra de Dios es clara en cuanto a estas emociones que muchas veces nos gobiernan (se transforman en pecados) y no nos dejan disfrutar del gozo de vivir una vida anclada en la Persona, en las Promesas y en la Palabra de Dios.

 El consejo que viene de las Escrituras es que “echemos toda nuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de nosotras” (1 Pedro 5:7). Es claro decir que el doble ánimo nos lleva a la inconstancia en todas las áreas de nuestras vidas (Santiago 1:8). El temor nos paraliza, no nos deja avanzar en los planes y los propósitos que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellos. La orden de Dios es: “mira que te mando que te esfuerces y que seas valiente, no temas ni desmayes” (Josué 1:9).

Recordemos a hombres que, aunque las circunstancias no fueron las más favorables, mostraron excelencia y Dios fue glorificado con sus vidas. El ejemplo de José en Génesis 39:1-6 que, siendo un esclavo, mostró integridad y excelencia. Estas cualidades lo hicieron destacar en la casa de Potifar, en la cárcel y aun en el gobierno. Otro ejemplo lo encontramos con Daniel y sus amigos. Fueron llevados cautivos y obligados a estudiar otra cultura, religión, lengua y a vivir en medio de una sociedad pagana. Podemos ver que en todo se hallaron excelentes.

  • ¿Por qué debemos buscar la excelencia?

Porque Dios es excelencia – 1 Crónicas 29: 11a

Porque Dios nos llamó a la excelencia – 2 Pedro 1: 3

Porque Dios nos hará la evaluación final – Filipenses 1:10

  • ¿Cómo llegamos a ser excelentes?

Llegar a la excelencia implica:

Dependencia – Isaías 41:13

Disciplina – Filipenses 3: 12-14

Diligencia – 2 Corintios 8:11

  • ¿A qué me debe llevar la excelencia?

Estar completa en Él – Efesios 3:19

Crecer constantemente – 2 Pedro 3:18

Compartir de Él – Salmos 105:1

 

  • ¿En qué áreas de mi vida debo mostrar excelencia?

Debo mostrar excelencia en:

Todo mi ser – Mateo 5:48

Mi servicio – Eclesiastés 9:10

La fidelidad, confiabilidad, honestidad, humildad y perseverancia son cualidades que se destacan en las personas que buscan la excelencia.

Decir sí a la excelencia nos lleva a ser exaltado por Dios en la tierra

“¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará” Proverbios 22:29

Que tu vida de excelencia glorifique siempre a Dios.

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