Aprende a decir no al activismo

Muchas veces nos encontramos envueltas en un “activismo religioso”, perdiendo el entusiasmo y la frescura de servir con gozo al Señor. El servicio se vuelve una carga pesada y solo un simple programa en el que solo hay que cumplir.
El diccionario define como activismo a “la dedicación intensa de una determinada línea de acción en la vida; es una actitud o comportamiento que se produce con el fin de lograr un cambio.”
Nosotras podemos caer en el peligro del activismo. Nos engañamos al pensar “yo puedo hacerlo”. Quizás te involucraste en diferentes actividades tratando de cubrir todas las necesidades de tu iglesia u otro ministerio. La realidad es que, en el ministerio hay mucho trabajo para hacer, y si miramos alrededor vemos personas con necesidades. Hay discipulados que iniciar, jóvenes para visitar, devocionales para preparar, programas para realizar, compañeros de ministerio para apoyar, y la lista puede seguir.
¿Sientes que el activismo tomó control en tú vida? ¿Estás cansada de tantas actividades y estás a punto de tirar la toalla?

 

Los peligros y consecuencias de caer en el activismo

 

  • Te apoyas en tus propias fuerzas: dejas de confiar en Dios. Seguro escuchaste la frase “yo la tengo clara” o “esto me sale de taquito”. No podemos hacer su obra en nuestras fuerzas (2 Corintios 3:4-5) “Estamos seguros de todo esto debido a la gran confianza que tenemos en Dios por medio de Cristo. No es que pensemos que estamos capacitados para hacer algo por nuestra propia cuenta. Nuestra aptitud proviene de Dios”. Aquí el apóstol Pablo está defendiendo su apostolado. William MacDonald comenta: “No tiene ninguna confianza en sí mismo, ni en sus propias capacidades, porque dependía de Dios”. 

 

  • Te sobrecargas de trabajo: dejas de amar a Cristo. Una de las cosas más difícil es decir “no” en el ministerio. Te ves en la obligación de hacer todo y cubrir otras necesidades, pero la realidad es que tus fuerzas comenzarán a decaer. A menudo escucho decir “no doy más, estoy estresada con tantas cosas que tengo para hacer” (Apocalipsis 2:2-4) “yo sé todo lo que haces. He visto tu arduo trabajo y tu paciencia con perseverancia. Pero tengo una queja en tu contra. ¡No me amas a mí ni se aman entre ustedes como al principio! ¡Mira hasta dónde has caído! Vuélvete a mí y haz las obras que hacías al principio”. La iglesia de Éfeso debía recordar los buenos días de su temprana fe. Arrepentirse de haber dejado de avivar su primer amor, y repetir el servicio que caracterizó el inicio de su vida cristiana. Posiblemente, el activismo te robó tu amor al Señor, pero nunca tu amor a Dios puede ser reemplazado por tu servicio. El Servicio nace como fruto de tu amor y devoción al Padre.

 

  • Te afecta en tu carácter: pierdes el gozo de servir. El servicio se vuelve una carga y terminas haciéndolo “por inercia”. Los que están a tu alrededor son afectados con tu queja y el mal humor. En Nehemías 8:10, vemos que la raíz de la palabra fuerza significa: “ser fuerte, prevalecer; para hacer firme, fortalecer”. El gozo del Señor es una alegría constante y un motivo de alegría. Se deriva de un fortalecimiento interno de nuestra relación con Él. 

Otros peligros para considerar: Afecta tu salud física y emocional. Te alejas de la gente y te encierras en ti misma.

Dedica un momento para pensar, examinar y decidir.  ¿Cómo estas sirviendo al Señor? ¿te identificas con algunos de estos peligros? ¿Ya estás viviendo sus consecuencias? 

A través del ejemplo de Marta y María, quisiera que consideremos qué es lo más provechoso para nosotras. Lo veremos por medio de la actitud y conducta de María que tanto elogió el Señor (Lucas 10:38-42). Por el contrario, vemos a Marta sobrecargada de trabajo, lo cual afectó sus prioridades, sus emociones y su carácter. Ella se autocompadeció: “… ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola?”

Jesús le dijo que estaba afanada y turbada con muchas cosas. La idea de turbada es la de estar en movimiento continuo, como el mar cuando está picado. Pero solo una cosa era necesaria, y María había escogido la buena parte. 

Aunque el Maestro aprecia todo lo que hagamos para Él, nuestra primera necesidad es que nos sentemos a Sus pies, que aprendamos Su voluntad, que le amemos, y como consecuencia podamos servir con gozo y dependencia en Él. Sin duda, el camino del aprovechamiento nos ayudará a escoger la buena parte, la necesaria, “estar a los pies del maestro y llevar a otros”.

 

Escoger el aprovechamiento me lleva a:

 

  • Usar bien el tiempo: Efesios 5:16 tiene dos palabras claves: “aprovechando” (exagorazo) quiere decir comprar, rescatar, redimir; y “tiempo” (kairos) que significa oportunidad. 

El apóstol nos enseña a vivir de tal manera para que aprovechemos todas las oportunidades. Gálatas 6:9 dice: “Así que según tengamos oportunidad hagamos bien a todos…”

“Hoy es el día más importante de tu vida. Dios te ha dado esta porción de tiempo de 24 horas y te manda a aprovechar al máximo todas las oportunidades. Piensa en ello como una oportunidad valiosa de amar a la gente y llevarlos a Jesús. Así que no desperdicies el día, ¡aprovecha!” Joni E.Tada

“Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan” (Efesios 5:15-17 NTV). 

 

  •  Obtener los mayores beneficios de los dones y talentos: Los dones espirituales son habilidades sobrenaturales que Dios nos regala en el momento de la salvación para la edificación de Su iglesia (Efesios 4:11-12). Debemos usarlos para bendecirnos las unas a los otras. Cada una debe hacer lo que Dios quiere que hagamos según el don que tengamos, y cada una tenemos por lo menos un don (1 Corintios 12:4-11, Romanos 12:6-8). Para que el cuerpo funcione bien los miembros deben cumplir cada uno su función y hacer su trabajo. No es posible hacer la tarea de la mano, la boca, los pies, etc. 
  • Aprovechar los recursos: Dios es el dueño de todo lo que tenemos, nosotros solo somos administradores. La ropa que vestís, la casa donde vivís, el auto que conduces, los hijos que engendraste, la computadora en que trabajas, ¡todo es de Dios!

El rey David afirmó esta verdad varias veces: “Todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas… Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo” (1 Crónicas 29.11, 12). “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Salmos 24.1). 

Reconocer que todo es de Dios nos ayudará a saber que nuestra función es como mayordomos, y un día rendiremos cuentas de cómo utilizamos las cosas de Dios; si hemos obtenido el mayor provecho para Su obra o no.

Un día Juan Wesley recibió la noticia de que el fuego había destruido su casa. Él simplemente dijo: “La casa del Señor se quemó. Una responsabilidad menos para mí”. 

Para concluir, tomemos el ejemplo del siervo fiel de Mateo 25:14-30. Él supo aprovechar lo que su amo le encargó para hacer y fue recompensado. Podemos aprender de su responsabilidad, fidelidad y compromiso para hacer las cosas. Un día vamos a rendir cuentas a Dios de lo que Él nos encomendó para hacer. Nuestro mayor anhelo debe ser escuchar:

“bien buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor”

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