En tu casa, como mínimo hay una, y en mi casa también. La mayoría son de madera, pero también las encontramos de otros materiales. Es más, algunas de ellas son consideradas por los historiadores como las más hermosas del mundo dándole valor por su función, estructura y la propia historia que en ellas tienen. Pero, nosotras sabemos que, en la eternidad, solo una persona llegó a considerarse a sí mismo como puerta: Jesucristo.
El Señor, constantemente dio testimonio de quién era él y a qué había venido a la tierra, y en Juan capítulo 10 toma la oportunidad para dar un ejemplo del cuidado del pastor hacia las ovejas. En el versículo 9 dice: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”. En primer lugar, el “Yo soy” de Jesús es algo maravilloso, porque es en tiempo presente y eterno. Él es la puerta, no una de las puertas, es única y no hay nadie como él. Y en ese momento, él quiso dejar en claro que, si alguno quería ir al Reino de los cielos, tenía que pasar por él. Y así también fue en nuestra vida, en algún momento estuvimos frente a esa puerta, quien es Jesucristo, y cruzamos con fe, creyendo en su obra de salvación para nuestras vidas. También, pasamos a un estado contante de cuidado y salvación de los enemigos externos que puede haber. Recuerda, como hija, Dios te dio la salvación y te da su cuidado continuo en toda situación que pases. En segundo lugar, al cruzar por esa puerta, encontramos confianza para vivir una vida en libertad. El versículo dice “entrará y saldrá…” (Juan 10:9), y eso nos enseña que, al rendirnos al cuidado del pastor, gozamos de una libertad para vivir una vida cristiana plena. ¡Ojo! No es una libertad para hacer lo que nosotras queremos, es la plena libertad para cumplir ese plan que Dios siempre ha tenido para nuestras vidas. Por último, al cruzar por esa esa puerta, “hallaremos pastos”. Esto nos hace pensar que, en el cuidado amoroso de Cristo para nuestras vidas, siempre tendremos la provisión de lo necesario; y no solo de lo material, sino también de lo espiritual. En algunos momentos, quizás necesitemos pruebas, para que sea probada nuestra fe, pero en ningún momento nos faltará la Palabra de Dios y sus promesas para afrontar cada situación.
Considera: Esa puerta es preciosa, única y segura; esa puerta nos deja pasar a un futuro eterno en el cielo con él; esa puerta que mientras estemos aquí en la tierra nos da una vida llena de su cuidado y seguridad; esa puerta es Jesucristo. No hay otro, solo él. ¿No es un buen momento para ser agradecidas por eso?