“Oh, alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti.” Salmos 16:2
“Señor, te pedimos esto; Señor, te pedimos aquello.” ¿Te ha pasado de orar así y luego darte cuenta que decimos “Señor” por costumbre? Creo que todas en algún momento hemos caído en el hábito de llamar a Dios “Señor” sin tomar real dimensión del significado de dicho nombre.
En este Salmo, David nos revela que hubo un momento en su vida donde confesó a Jehová que es su “Adonai”, pero, ¿Qué implica reconocer a Dios como Señor?
En la Biblia encontramos que confesar a Dios como Adonai implica por lo menos 3 cosas:
1) Reconocer su SANTIDAD:
– Josué estaba en tierra santa cuando vio al Príncipe del Ejército de Jehová y dijo: “¿Qué dice mi Señor a su siervo?” (Jos. 5:14-15).
– Isaías, luego de ver a Dios en su trono Santo dijo: “…vi yo al Señor…” (Is. 6:1).
– Daniel, luego de leer los libros, confiesa el pecado en oración: “Y volví mi rostro a Dios el Señor…” (Dan. 9:3)
2) Reconocer su AUTORIDAD:
– No hay nadie ni nada como Él: “Oh, Señor, ninguno hay como tú entre los dioses…” (Sal. 86:8-9).
– Merece respeto absoluto: “…y si soy señor, ¿dónde está mi temor?” (Mal. 1:6)
3) Reconocer que es digno de CONFIANZA:
– Al ver su provisión: “Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios…” (Sal. 68:19).
– Al ver su cuidado: “…Oh Señor Jehová, …seguridad mía desde mi juventud.” (Sal. 71:5-6).
Reflexionemos en algunas preguntas para poder identificar si Dios es mi Adonai: ¿Entiendo que la santidad de Dios implica mi sumisión total? ¿Hay algo o alguien que está tomando el control de mi vida? ¿Es mi servicio a Dios sincero o mera religiosidad? ¿Confío, como siervo en su amo, que Él tiene cuidado de mí?.
Dios es Señor (Adonai). Esta verdad no cambia, Él sigue siendo Señor; pero cuando reconozco que es MI Adonai, esta verdad cambiará mi forma de pensar y actitud en mi servicio de tal manera que podré decir también “no hay para mi bien fuera de ti.”