Me gustaría comenzar con una pregunta ¿Cuál crees que es nuestra actitud al servir al Señor? Si la respuesta es alegría, entusiasmo, expectativa, yo diría que estamos en buen camino y deberíamos de mantenerlo, como nos anima Pablo en el versículo de Romanos 12:11 en la segunda parte que dice: “sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu”. Pero si nuestra respuesta a la pregunta es distinta creo que es porque permitimos la pereza en nuestra vida y cuando ésta domina nuestras vidas, no dejando que hagamos la obra de Dios con fervor.
O también podríamos considerar las distracciones que nos rodean y que van desgastando nuestro fervor, quizá tendríamos que reconocer que muchas veces nos hemos permitido divagar en la mente o en alguna actividad que no nos condujeron a nada bueno. Que tal pensar en que el desánimo o las frustraciones nos van quitando ese fervor para poder servirle al Señor. Y quizá nos encontramos en lo que dice Proverbios 13:4 que “el perezoso desea, y nada alcanza”, y sabemos que necesitamos lo que sigue en el versículo “ser diligentes para ser prosperadas”.
La pereza será abandonada a través de un espíritu ferviente y eso viene del Señor. Quizá nos encontramos haciendo la obra del Señor en nuestras propias fuerzas, en nuestras propias capacidades. Quizá hacemos todas las labores en nuestras fuerzas o tratando de agradar a alguien y ocurre que sientes una gran carga al punto de sentir pereza e inclusive frustración. Sin embargo, este versículo es un llamado a “servir con fervor” y ese fervor, ese ánimo y entusiasmo viene del Espíritu. Puede que estemos poniendo el foco en la parte equivocada, solo en el “sirviendo”, cuando deberíamos poner nuestro énfasis y energía en lo que “da el Espíritu” para seguir sirviendo.
Creo que ninguna desea fracasar o rendirle al Señor un trabajo pobre y, por lo tanto, necesitamos ese espíritu ferviente que solo viene de nuestra relación con Él. Pablo menciona en 1 Corintios 15:58 “que todo lo que hacemos en el Señor no es en vano”. Ellos debían trabajar más y más. Esto es ser “fervientes”, sin cansarse, con ese fervor que solo el Espíritu puede dar y teniendo conocimiento de que todo lo que se hace así es prosperado porque es fruto del fervor del Espíritu en nosotras. Cuando esto está en orden disfrutas de tu vida, de tu servicio y de todo lo que haces para Él. Y entonces nos encontramos cumpliendo el propósito de Dios en el lugar donde Él nos ha colocado. De esta manera estará también alumbrando nuestra luz en medio de las personas y estaremos dando gloria a Dios con todo lo que hagamos, no para que nos vean sino para que Dios sea glorificado en nosotras.
Entonces después de pensar en estos pasajes ¿Cuál es tu actitud cuando sirves al Señor? Y
¿Cómo deberíamos de hacer el ministerio a la luz de la Palabra de Dios?