¿Alguien necesita ánimo a tu alrededor?

Una introducción sincera

Por medio de este escrito, quiero compartirte algo de lo que he aprendido en cuanto al «animar a otros», pero antes te confieso que mientras lo preparaba, me tocó transitar por un tiempo de gran prueba y desánimo, y al buscar tantos versículos, leerlos y meditar en ellos, Dios me fortaleció y me recordó que Él tiene un alto propósito para mí, y para cada una de nosotras. Si bien éste artículo intenta ayudarte y equiparte para ministrar a otros que sufren, puede ser que al igual que yo, hoy te encuentres en un duro momento, y que el desaliento este golpeando a tu puerta. Es mi oración que primero vos seas animada, y así luego animar a otros.

«…que podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios» 2 Co. 1:4.

Ahora sí, ¡comencemos!

¿Qué es el Desánimo? según la Real Academia Española, es “falta de ánimo, de fuerzas y energía para hacer, solucionar o emprender algo”. Es desaliento, falta de ilusión y esperanza. Veremos 3 pasos claros y prácticos para ayudar al que se encuentra en esta situación.

1) ORAR. Sí, suena obvio, pero me refiero a orar de manera INTENCIONAL, CLAMAR ¡con nombre y apellido!, si es necesario poner recordatorios (en papel o el celular) para tener tiempos de intercesión por esa persona. Ser ESPECÍFICA en mi petición, que quien sufre pueda:
– Conocer más a Dios en medio de este dolor.
– Abrir sus ojos espirituales, y ver el plan de Dios, Su proceder, Su protección y Su Provisión. Así como Elíseo oro por su siervo «…te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea » ( 2 R. 6:17), ¡ Y el criado pudo ver al mismo ejército de Dios!.
– Descubrir si hay algún pecado sin confesar (Sgo. 5:16)
– Experimentar la presencia clara de Dios «Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo» (Is. 43:2b).
Muchas veces, en nuestra compasión por el que sufre, solo clamamos para que Dios le quite de esa circunstancia o estado, pero mejor sería, interceder para que Dios sea glorificado en la vida de la persona, y cumpla Su propósito.
Tengamos cuidado de caer en «oraciones calma conciencia» (ej: «te pido por los que sufren, amén»). ¡Seamos intencionales y específicas!

2) ESTAR. Simplemente: «estar cuando hay que estar».
Algo hermoso que he aprendido es a valorar a aquellos (y dar gracias a Dios por ellos) que dieron un pasito más, que hicieron la otra milla, que oraron, pero también estuvieron cerca, y se involucraron. Estar no siempre significa hablar, sino también es callar y abrazar, orar y llorar juntas, escuchar sus luchas y quejas sin juzgar. Y como resultado de estar cerca, podemos ver más claramente sus necesidades y así, procurar suplirlas. Dios nos manda en Hebreos 13:16 «que de la ayuda mutua no nos olvidemos». Seguramente no podremos quitarle de la prueba, ni evitar su gran angustia, pero sí puedo ALIVIAR SU CARGA.
¿De qué maneras? Te doy algunos ejemplos prácticos:
– Sorprenderle con alguna comida o merienda, una planta o un libro.
– Colaborar con alguna de sus responsabilidades (cuidado de niños, un trámite, limpieza del hogar, lavado de ropa)
* Acompañarlo a su cita médica o cualquier otro lugar.
* Invitarla a salir y despejarse (tomando un café o mates, realizar una caminata…)
* Dar una ofrenda económica.
Seguramente, se te ocurrirán muchas ideas más…
Todo esto lo viví en carne propia, y puedo decir que estos detalles fueron mimos al alma, en medio del dolor. ¡OREMOS Y ACTUEMOS!

3) HABLAR. Cuando hay que hablar.
Que cuando abra mi boca que solo sea para animar, para la necesaria edificación del que oye, y así dar gracia. (Ef. 4:29).
Una persona que sufre, está ávida de oír palabras de aliento y esperanza. Que mi hablar sea medicina, panal de miel. (Pr. 16:24)
Acá te dejo algunas promesas para recordar al que está en aflicción:
– La esperanza gloriosa que tenemos (1 Ts. 5:11)
-Su presencia continua (Is. 43:2, Mt. 28:20, Jos. 1:9)
-Su paz incomprensible (Jer. 29:11, Fil. 4:7)
-Su pronta venida (1Ts. 4:18)
-Su alto propósito (Ro. 8:28, Is. 55:9)
Te aseguro que meditar en algunas de estas promesas ¡FORTALECEN!

Unas palabras finales
Hebreos 10:24 (NVI) dice «…Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos…»
Hoy te motivo a mirar a tu alrededor con compasión, y pedirle a Dios que te muestre quién está pasando por el valle del desánimo (seguramente alguien ya vino a tu mente) y que puedas:
ORAR INTENCIONALMENTE.
ESTAR CUANDO HAY QUE ESTAR.
HABLAR CUANDO HAY QUE HABLAR.

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