Que dice la Biblia sobre La cultura y las tradiciones

La cultura es un sistema complejo de conocimientos y de costumbres que caracterizan a una población determinada, dichos conocimientos son transmitidos de generación a generación. La palabra cultura proviene del latín que significa: “cultivar”, “labrar” o “cuidar” y hace referencia a cultivar el conocimiento y la educación.

Las tradiciones se refieren a los modos de transmitir la cultura, en este caso, es cada sociedad en particular la que elige, crea o adopta diferentes tradiciones. Esto forma la identidad de las sociedades.

Los orígenes de esta palabra se remontan al latín, proveniente del verbo trasmitir o entregar. (Extraído de: Enciclopedia humanidades)

Tradiciones eran las de antes: Cuando pensamos en este tema, se viene a nuestra mente, “La Señora Dama antigua” con su peineta y abanico, o las empanadas calientes que se venden en las fechas patrias, pero hoy entendemos que, tanto la cultura, como las tradiciones van mutando según la época y las sociedades. Los cristianos no estamos exentos de estos cambios, que poco a poco vamos incorporando a nuestra vida y en nuestras iglesias.

Variedad de cultura y tradiciones: ¡Cuánto nos cuesta, aceptar la diferencia y variedad de costumbres aun dentro del ambiente cristiano! (Refiriéndonos a hábitos, ritmos, estructuras de liderazgos, u otras tradiciones santas, que no dan lugar al pecado) Por ejemplo, cuando viajamos a otros países, es aún más evidente la diferencia cultural, aunque nos resulte chocante de ver o entender, ellos siguen honrando a Dios de una forma santa.

La sociedad está cambiando: La sociedad en la que hoy nos encontramos, fue dando pasos agigantados, transformando la cultura y tradiciones, en movimientos e ideologías que quiere que aceptemos como parte de la evolución de la cultura de nuestra sociedad, dando por hecho que debemos adaptarnos a la supuesta evolución de la raza humana.

Los principios bíblicos no cambian: Que paz me da, saber que más allá de tantos cambios que experimentamos como sociedad, tenemos la Palabra de Dios, tan segura, la cual no cambia, no muta por los siglos de los siglos, la cual acompañó a generaciones de cristianos para vivir vidas que le honren, más allá de la presión de las culturas y tradiciones pecaminosas, las cuales este mundo quiere que aceptemos. (La suma de tus palabras es verdad; tus rectos juicios permanecen para siempre. Salmos 119:160; Hebreos 13:8)

(Daniel 1:1-8). Daniel, era uno del montón de jóvenes que habían sido exiliados de su patria. Jerusalén se encontraba sitiada, luego de 18 meses, sin agua, con escasos alimentos y la presión de los enemigos rodeando la ciudad día tras día, esperando que se debilitaran para entrar a saquearla, llevándose todo lo valioso que había en ella.

Lo que estaba pasando parecía no estar acorde con los planes que vemos que Dios tenía para la amada Jerusalén, pero a causa de su rebeldía, el Señor escogió a Nabucodonosor como instrumento para infligir disciplina sobre su pueblo desobediente (Habacuc 1:6)

Es interesante ver, que aun en medio de la disciplina, Dios siempre, siempre sigue siendo soberano y nada se escapa de su control. (Daniel 1:2)

Estos jóvenes eran considerados rehenes, usados para asegurar la continua sumisión de Judá a Babilonia y prepararlos para que ocuparan puestos de liderazgo administrativos, debido a sus capacidades.

Una vez en tierras extrajeras, comienza la misión de resetearlos y amoldarlos a las costumbres y tradiciones de Babilonia. Si Nabucodonosor hubiese querido los podría haber matado, pero decidió, transformarlos, intentar cambiarlos, hacerlos iguales a él.

La ciudad de Babilonia estaba saturada de idolatría, de ritos y costumbres mundanas; adoraban a dioses como Marduk, Anu, dios del cielo, Ea, dios de las aguas; Sin, dios de la luna; Venus, diosa del amor y la guerra. Y muchos más.

Despojaron a Daniel de su tierra, de sus posesiones, aun de su nombre, cambiándolo por Belsasar, que significa “que Bel proteja al rey”, e intentaron cambiar su dieta, dándole de comer lo que era ofrecido como ofrenda a los dioses. Querían sacar todo rastro del Dios verdadero de su vida.

Hubiese sido un gran plan para Daniel amoldarse a todos estos cambios y obtener grandes beneficios, después de todo era un simple prisionero que debía acatar órdenes. Tenía todas las excusas a su favor, pero Daniel decidió marcar la diferencia, y aún con el peor escenario, ser leal a Dios asumiendo las consecuencias.

El decidió no contaminarse, guardarse limpio, no comer lo que para los demás era completamente aceptable; podríamos decir culturalmente aprobado.

Su decisión fue tan trascendental que fue de ánimo para sus amigos cercanos y de testimonio para los que no conocían a Dios.

Dios bendijo su obediencia y la decisión que tomó de joven marcó el camino para toda su vida adulta. Las tradiciones y culturas de Babilonia no tuvieron éxito frente a la firme decisión de un joven de convicciones firmes.

  • Es un gran desafío que las culturas y tradiciones pecaminosas de un lugar o sociedad, no sean más fuertes que tus convicciones cristianas. (Efesios 6:12-18)
  • ¡Ánimo! somos más transcendentales cuando otros ven en nosotros lo distinto, a Dios en nuestras vidas, y no cuando usamos el mismo molde de los demás. (Romanos 12:2)
  • Hoy recordamos a Daniel y a sus amigos porque hicieron la diferencia, Pero hubo otros jóvenes que salieron junto a ellos, de los cuales no sabemos sus nombres. (Daniel 1:3-7)
  • ¡Persiste! Porque las decisiones que hoy tomamos de jóvenes marcan el camino hacia el adulto que queremos ser.

Preguntas:

  • ¿Cómo están tus convicciones en cuanto a los nuevos cambios culturales?
  • ¿Tu vida está siendo de influencia positiva, para tu entorno y otros jóvenes?
  • ¿Las decisiones que día a día tomas, te encaminan hacia el futuro que proyectas en los caminos de Dios?
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