La RAE (Real Academia Española) define los siguientes términos de esta manera:
- Sumisión – Acto por el cual alguien se somete a otra jurisdicción; acatamiento, subordinación manifiesta con palabras o acciones.
- Sujeción – Someter al dominio o mando de alguien.
- Oponerse – poner [a una persona o cosa] contra otra o en contra de otra. Ser contrario a una persona o cosa.
Conceptos similares según el diccionario bíblico Strong:
- Someterse – hupottasso (gr); ponerse debajo o formarse bajo alguien que los comanda. Término militar para referirse a la obediencia absoluta de un soldado a sus superiores
- Sujeción – jupotásso (gr)– subordinar; reflexivamente obedecer
- Oponerse – antitássomai (gr); ponerse uno mismo en contra de; resistir
- Resistirse – andsístemi (gr); pararse en contra; formarse en contra; contradecir
Romanos 13:1-2 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.” (cp Tito 3:1-2)
Por «autoridades superiores» se refiere a toda autoridad civil. No entra en juego si estamos de acuerdo o no con sus políticas. Puede que no nos gusten las decisiones de nuestros gobernantes ni el rumbo moral que están tomando. Es más, es muy probable que en más de una ocasión nos sintamos defraudados por ellos. Sin embargo, la obediencia del cristiano a las leyes y a sus gobernantes es un asunto de obediencia a Dios.
Asimismo, se nos dice que el regalo del poder de nuestras autoridades proviene de parte de Dios. Es Dios quien les permite tener ese poder. No pueden operar fuera del propósito soberano de Dios. No importa la forma de gobierno, o cómo sea que los gobernantes vengan al poder (monarquía, democracia, comunismo), no hay poder gobernante fuera del propósito de Dios. Resistirnos a ellos, es rebeldía contra Él.
“…porque no en vano lleva la espada, pues ministro es de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo.” (vs.4b)
En este versículo podemos encontrar una declaración del propósito de Dios al otorgarles poder: para ejercer justicia, proteger y poder para castigar al que hace lo malo. Esto por un lado debería producir gratitud al comprender la mente de Dios al establecer autoridades. Pero ¿qué pasa con los gobernantes malos e injustos? El ser humano siempre ha abusado de los dones de Dios, y no reflejan Su carácter (justo, santo, misericordioso). Dios tiene sus propósitos aun en los gobiernos más malvados. Aunque seamos defraudados, no debemos perder de vista el propósito de Dios por medio de ellos.
Romanos 13:7 “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.”
Con la primera parte del versículo, Pablo abarca todo tipo de carga tributaria. Pagar lo que es debido, incluye el deber de pagar nuestros impuestos. Lo que Jesús enseñó en Mt 21:22 («Dad, pues, a Cesar lo que es de César…») lo podemos ver reflejado en este versículo. No podemos concebir un cristiano que evite pagar sus cargas sociales y busque un camino alternativo que contradiga la ley.
1 Pedro 2:13-18 “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que, haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey. Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar.”
Nuestras vidas deben ser modelos de la sumisión a “toda institución humana”. ¿Por qué?
- Porque expresamente se nos dice que esta es la voluntad de Dios.
- Porque de esta forma podremos callar la ignorancia de los hombres y para que estos glorifiquen a Dios
- Porque somos Sus siervos
Como vimos anteriormente, el tipo de autoridad no se impone sobre el mandamiento bíblico de someterse. Como dice este pasaje “por causa del Señor” somos llamados a vivir como tal en medio de nuestro mundo y cultura.
1 Timoteo 2:1-4 “Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.”
Pablo en este pasaje urge a todos los creyentes a que oremos por todos los hombres, nuestros líderes inclusive. Principalmente orando por su salvación, que es el sentido de la palabra “rogativas”. Esta palabra habla de una necesidad o algo que se carece. El ser humano tiene la necesidad imperiosa de ser salvo, y nosotros los creyentes debemos orar para que esta necesidad sea suplida.
Debemos entender que el gobierno no es nuestro enemigo, sino uno de nuestros campos misioneros (v.4). Como dijo John MacArthur: “al orar con pasión por los perdidos, incluidos los gobernadores, la iglesia puede experimentar cierto nivel de libertad religiosa. La persecución sólo debería ser resultado de la vida justa e íntegra, no de la desobediencia civil.”
- Sadrac, Mesac, y Abed-nego: estos tres amigos fueron el claro ejemplo del principio bíblico que “es mejor obedecer a Dios antes que a los hombres”. El ejemplo de ellos tres responde a la pregunta: ¿cuándo está permitido no obedecer a nuestros gobernantes? Y la única respuesta posible es cuando el gobierno/autoridad me prohíbe hacer algo que Dios me pide, o cuando me pide que haga algo que Dios prohíbe, lo cual fue el caso de Sadrac, Mesac y Abed-nego.
- Jesús – el Hijo de Dios vivió durante uno de los periodos más oscuros de la nación de Israel: el periodo bajo el imperio Había millones de esclavos, era una época de reinados absolutos, los judíos eran una minoría oprimida, y sin voz en el gobierno romano. Uno fácilmente podría pensar que en un contexto así estaría justificado oponerse a la autoridad. Sin embargo, no vemos a Jesús promoviendo una revolución, un cambio social o tratando problemas de economía. Él poseía conocimiento perfecto de estas cosas y no fue indiferente a ello. Siempre apeló a los corazones de los hombres. No apeló a la justicia social sino la divina. Él sabía que todo lo justo, todo lo noble, todo lo bueno vendría cuando los corazones fueran transformados.
Al transitar nuestra vida cristiana, y al mirar a nuestro alrededor parecerá muy fácil dejarse llevar por la crítica y el descontento hacia los líderes y gobernantes. A menudo nos encontramos en situaciones donde nos preguntamos si realmente es posible sostener un compromiso con Dios y nuestra responsabilidad hacia las autoridades terrenales. Pero, al recordar lo que dice Filipenses 2:13, que “Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.” (NVI) es que podemos entender que Dios nos capacitará en nuestro andar aquí en la tierra para que podamos cumplir con Su voluntad, entre las cuales está el someternos, honrar y orar por nuestras autoridades.
Su Palabra nos recuerda que han sido establecidas por Dios mismo, delegándoles su poder y autoridad. Nos recuerda que nuestra actitud y respeto reflejan nuestra fe y confianza en el plan de Dios. Someternos no significa que estamos comprometiendo nuestra fidelidad a Dios, sino que estamos eligiendo confiar en Su soberanía en todas las áreas de la vida.
Al orar por nuestros líderes, y al mantener una actitud respetuosa hacia ellos (Tito 3:1-2), estamos siguiendo el ejemplo de Jesús mismo, quien también estuvo sometido a las autoridades terrenales de Su tiempo, aun en medio de un contexto político y social muy complejo.
A medida que transitemos este camino, recordemos que nuestra mayor lealtad es a Dios. Que nuestras palabras, acciones y oraciones sean un testimonio de nuestra fe en Dios y nuestro compromiso con Su plan.