PERFECTO. Si, PERFECTO era el requisito para que un cordero pueda ser sacrificado. Este sacrificio representaba la sustitución, “es poner a una persona o alguien en el lugar o puesto de otro”. No cualquiera podía tomar ese cargo, no cualquiera podía cargar la transferencia de la culpa del pecado y así lograr la expiación. Debía ser un cordero sin manchas. Con el paso del tiempo el pueblo de Israel transformó esto en una costumbre, sus corazones eran fríos frente a este sacrificio que llevaba la importancia de quitar el pecado y examinar el estado de su corazón.
Pero algo maravilloso pasó, la profecía del Mesías se cumplió. Como vemos en Juan 1:29, Juan el Bautista menciona a Jesús como el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Isaías 53, detalla muy bien como Cristo cargó cada una de nuestras culpas, cada una de nuestras trasgresiones.
2 Corintios 5:21 “…Por nosotros se hizo pecado.”
Gálatas 2:20 “…se entregó así mismo por mi…”
Gálatas 3:13 “…Habiéndose hecho maldición por nosotros.”
1 Pedro 3:18 “…el justo por los injustos.”
El cordero sin machas, el sacrificio perfecto era realizado por ni mas ni menos que el Hijo de Dios, el cual dio su vida en favor de la nuestra.
Recordamos su sacrificio quizás cada domingo o una vez por mes en la cena del Señor en nuestras iglesias, recordamos al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Pero ¿Lo hacemos con el corazón correcto? ¿Es Jesús el cordero que quitó tu pecado? Lo reconoces de esta manera?
Jesús no solo entregó su vida para cumplir la profecía, Jesús entregó su vida por amor.
Me gustaría que juntas recordemos este himno “…Y aunque el mundo desprecie la cruz de Jesús, para mí tiene suma atracción, pues en ella llevó el Cordero de Dios de mi alma la condenación.”
¿Tiene atracción la Cruz de Cristo en tu vida? Que podamos despertarnos cada día recordando al Cordero de Dios y vivamos por Él y para Él.