Maria

Estamos llegando al final de un año donde pudimos ver la gracia y la misericordia de Dios en nuestras vidas; es por lo que, siguiendo con mujeres que nos inspiran, animan y que nos dejan un ejemplo para seguir sus pisadas, hoy vamos a detenernos en la vida de María, la Madre de Jesús.

 María, una joven desposada con José. Estaban en la etapa de noviazgo cuando ella recibe la noticia, a través del ángel Gabriel, que sería madre, ¡no cualquier madre! Estas fueron las palabras del ángel: (Lucas 1:35) “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.”

 ¡Asombroso!, sería la madre del Mesías, el tan esperado Salvador del Mundo. Por su mente pasaron las dudas, el temor, los prejuicios, y aún el que se diría de ella en una sociedad donde el adulterio era castigado a pedradas.

 Hoy vamos a enfocarnos en aprender de la humildad de María. La humildad es una virtud humana que implica conocer y aceptar las propias debilidades y cualidades, y obrar en consecuencia. Esa es la humildad que se evidencia en las palabras de María. ¡Si! Sus palabras, fueron el reflejo de su corazón, de su carácter y de su conocimiento de las Escrituras.

 Ante las declaraciones del ángel, María no cuestionó, no argumentó ni puso excusas para cumplir con el mandato. Ella exclamó:

He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.                        Y el ángel se fue de su presencia. (Lucas 1:38)

El corazón humilde de María responde ante el ángel: “He aquí la sierva del Señor”. El anuncio fue que sería la madre del ser más esperado en toda la historia del pueblo judío, llevaría en su vientre un Santo ser. En Él sería bendita toda la tierra, pero ella comprendía en su corazón el lugar dentro del plan de la redención: “la sierva del Señor”. Colocarse ese título implicaba obediencia, sumisión y respeto. Podemos ver el corazón humilde de María al servir a otros. En el mismo capitulo vemos que, guiada por el Espíritu, va a visitar a su prima Elizabeth y se quedó con ella tres meses hasta que diera a luz. Ella estaba dispuesta a estar junto a quienes necesitaban de su ayuda. Lo vemos después en su cercanía con los discípulos; ella les servía junto con otras mujeres. Ese corazón humilde la llevó, en el momento de mayor dolor, a estar junto a la cruz (Juan 19:25).

El carácter humilde de María lo podemos ver en la frase: “hágase conmigo”. La humildad implica una entrega total sin importar las expectativas, sin importar las consecuencias. Aferrada a los propósitos que Dios tenía para su vida, María decide entregar todo para que Dios obre. No encontramos queja, cansancio; vemos a una mujer que siguió a su marido a pesar de la pobreza, la incomodidad y la incertidumbre, que aceptó las palabras del ángel sin cuestionar. El relato nos muestra el carácter humilde de María al obedecer.

El conocimiento humilde de María estaba basado en la Palabra de Dios: “conforme a tu Palabra”. Era una mujer joven que pasó tiempo escudriñando en su corazón La Torá y los escritos de los profetas. Esto lo podemos ver al leer el Magnificad de María en Lucas 1:46-55.

“Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.

Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.  Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen. Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre”.

 

En esta oración que María realizó podemos ver su conocimiento de la persona de Dios, en sus nombres y sus atributos. También conocía de las proezas que Dios había realizado con su pueblo y el cumplimiento de cada promesa.

Lucas nos da más detalles sobre este conocimiento humilde que María tenía de la Palabra de Dios y en el 2:19 nos dice: “Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.”  La meditación en el corazón implica atesorar cada palabra como lo más valioso, único y especial.

 

Imitar, copiar, admirar son las palabras que vienen a mi mente cuando pienso en María al ver en ella una mujer que comprendía lo que Dios esperaba de ella. Por eso fue la elegida para llevar a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Lo que me impacta y me da vueltas la cabeza es que tenemos varias similitudes con María; te nombro algunas:

  • Como María somos criatura de Dios. Génesis. 1:26-27
  • Como María fuimos llamadas para buenas obras. Efesios 2:10
  • Como María somos siervas del Señor. Gálatas 5:13
  • Como María estamos llamadas a la humildad. Filipenses 2:3

Es tiempo de evaluar

  • ¿Tenes ese corazón de sierva, que busca hacer la voluntad del Padre?
  • ¿Es tú carácter humilde el que sobresale como una característica en cuanto a la obediencia a la Palabra de Dios y al trato con los demás?
  • ¿Estás guardando en tu corazón las cosas que meditas para los tiempos de dificultad?

 

Quiero pedirte que puedas imitar a María, la madre de Jesús y que puedas realizar tres tareas prácticas.

  1. Ora y pide al Señor que te muestre alguna viuda, huérfano o persona en situación de calle que puedas alegrar; es tiempo de mostrar amor.
  2. Escribe una oración de alabanza a Dios por sus misericordias de este año, donde puedas resaltar cinco nombres o atributos de Dios; es tiempo de mostrar gratitud.
  3. Ponte como meta estudiar junto con una amiga, dos atributos de Dios; es tiempo de mostrar esperanza.

 

¡Que nuestras vidas, como la de María, esté caracterizada por la humildad,

y que todo lo que hagamos simplemente sea para Engrandecer al Señor!

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