Elegí servir, decidí amar.

«Cite palabra por palabra … Filipenses…. unooo …6…» para muchas de nosotras que participamos de Jóvenes Involucrados alguna vez, o preparamos jóvenes para participar, esta frase nos pone muy nerviosas, inquietas y expectantes …y solo deseamos que al final el encuestador diga: «¡¡¡CORRECTO!!!»
Si no has participado, o no sabes que es Jóvenes Involucrados, es una actividad dentro del ministerio de Clubes Bíblicos que, una vez al año, lleva mucha preparación y estudio de parte de los jóvenes; seguimiento y esfuerzo de parte de los líderes, para presentarse en un concurso entre Iglesias en categorías como: predicación, evangelismo, narración de historias bíblicas, memorización de versículos, etc. Los meses previos a este evento pueden ser meses que demandan tiempo de nuestra semana, fines de semana cargados de horarios, y ni que hablar semanas previas al evento.
¡Suele ser agotador! Es cuando las cosas en mi ministerio se complican, y comienzan los problemas, problemas de los jóvenes, problemas con los padres, problemas con mis compañeros de ministerio, mis propios problemas, mi cansancio y mi carácter (que sacan lo peor de mi), y lo que comenzó como un buen proyecto para ayudar al crecimiento de los jóvenes y de la Iglesia termina complicándose, y queremos renunciar o abandonar.
¿En medio de tanta actividad, que es lo que Dios espera de mí? ¿Cómo hacer para que mi servicio a Él no me agote o sea una carga? ¿Cuáles deben ser mis motivaciones para que lo que comenzó como un servicio a Dios, no termine siendo una carga, un problema y un disparador de problemas con personas?
Te invito a que juntas, podamos repasar enseñanzas de nuestro Dios que pueden animarnos en este mes de servicio intenso, y servirle con motivaciones correctas.
Amar como Él amó: San Juan 13 nos enseña que el Señor cuando estaba en la última fase de su ministerio, aun cuando quizá había mucho para enseñarles a sus discípulos, quiso dejarles la lección de Servir Por Amor «los amó hasta el fin» y les lavó los pies a sus discípulos. También podemos recordar «Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón…este es el principal mandamiento» Marcos 12:30.
Piensa que cada sábado, cada encuentro con las jóvenes, cada tiempo que inviertas en el servicio, debe estar motivado por tu amor al Señor. Evalúate ahora mismo: ¿Tu manera de tratar a las jóvenes y a tus compañeros de ministerio evidencia tu amor al Señor? Si no estás motivada por el amor a nuestro Dios, quizá sea evidencia que estamos sirviéndonos a nosotras mismas (haciendo las cosas por intereses personales) o a otros dioses, o ídolos que amamos. «En el ministerio podemos tener motivos mixtos»: Servir a Dios y ganar, Servir a Dios y ganar respeto, admiración, reconocimiento; o Servir a Dios y salir primeros, que mi Club bíblico sea el mejor, etc.; ¿Pero es ese realmente el deseo de Dios ? Nuestros ídolos están detrás de esas motivaciones, el éxito y recibir admiración o valoración por lo que hago, nos pueden llevar a hacer cosas pero no a servir a Dios.
Desafíate a amar a Dios, pasando tiempo con El en oración y con Su Palabra en meses de mucha actividad y ¡tus motivaciones van a cambiar!


Amar lo que Él amó: ¡Las personas! a sus discípulos los amó hasta el fin, y nos dejó EJEMPLO al servirlos lavándoles los pies. Si amo lo que Jesús amó, cualquier servicio que haga para los jóvenes o mis compañeros de ministerio, va a estar acompañado de actitudes de amor y amabilidad. Efesios 5:2 nos recuerda: «Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.» Por amor todo lo que hizo fue una ofrenda, un sacrificio para Dios. ¡Cuidado! Cuando las cosas se complican debemos recordarnos que la prioridad son las Personas, no los programas ni los materiales. Mi trato con las personas, aún en mi familia, revelará mi verdadera motivación. Evalúate ahora en esto, ¿Manifiestan tu forma de hablar y tus actitudes con las personas que los amas? Aun cuando las tareas sean muchas, los jóvenes no estudien lo que deben, las personas no hagan lo que debían hacer, y quizá hasta me traten mal, mi servicio debe estar siguiendo el Ejemplo del Señor Jesús, ¡¡con amor hasta el fin!!!
Si mis motivaciones para hacer el ministerio no son correctas, termino sufriendo, agotada, enojada y hasta el día más especial (en este mes Jóvenes involucrados) se va a ver empapado de problemas.
Colosenses 3:17, 23 y 24 me recuerda que mi servicio a Dios, todo lo que hago, debe ser ¡POR JESÚS y para Él!!! No para los hombres, no como para agradar a los hombres, sino para el Señor. Cuando recuerdo que TODO lo que haga debe ser para el Señor, mi motivación va a cambiar si comienzo a hacerlo pensando en Él… ya no lo haré para agradar a alguien, o para ser reconocida, ¡lo haré para el Señor!
Que el Señor nos ayude a que nuestro servicio pueda reflejar nuestro amor hacia Él, y a las personas… y que al final de nuestros días cuando nos encontremos cara a cara con Dios, lo podamos escuchar decir: ¡¡¡CORRECTO!!!! «Bien, buen siervo y fiel… entra en el gozo de tu Señor» y recuerda que cada cosa que hagamos para Él tiene su recompensa «Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor» Efesios 6:8

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