Nací en un hermoso hogar cristiano con padres piadosos que amaban al Señor, estudiaban su Palabra, vivían para agradar, obedecer y servir al Señor, y en consecuencia amaban y servían a las personas.
Así que, aunque ellos ya no están en esta tierra, su ejemplo y enseñanzas aún perduran en mi corazón.
Una de las cosas que siempre recuerdo que mi mamá nos repetía a mí y a mis hermanas en diferentes situaciones era: “Si ella es mala, vos sé buena”, pero qué difícil es ser buena cuando te hacen mal. Y sí…es verdad, naturalmente no podemos, porque la Palabra de Dios en Eclesiastés 7:20 dice: “No hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque”.
¿Podemos ser buenas por nuestra determinación o nuestra propia fuerza de voluntad?
La bondad es una de las cualidades que posee Cristo. Nosotras somos salvas por gracia y mediante la gracia nuestro carácter puede cambiar. Cristo vino para que fuésemos cambiadas por su gracia de pecadoras a santas, de malas a buenas.
¿Cuán bueno debe ser el cristiano? Cristo exige y espera que cada uno de sus discípulos sea tan bueno como Dios el Padre es bueno. En Mateo 5:48 leemos: “sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Este fue el mandamiento dado a los discípulos y también a nosotras.
El apóstol Pablo en la carta a los Gálatas habla del fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gal.5:22-23; 25-26). Así que, debemos tener presente que ser bueno es fruto del Espíritu Santo que mora en nosotras y debemos dejar que se desarrolle. Así que el fruto no es resultado de nuestros esfuerzos, el Espíritu nos capacita para producir fruto.
El fruto es la consecuencia de la unión del creyente con Cristo.
Cuando le damos lugar y libertad al Espíritu Santo para vivir y obrar en nosotras, vamos a desarrollar las nueve características que Dios quiere ver en nuestra vida, o sea, el fruto del Espíritu, el cual incluye la bondad. Si tuvieras que auto evaluarte, ¿cómo te describirías? ¿Sos bondadosa, considerada, generosa, amable, amigable, paciente, cariñosa, perdonadora? ¿Sos esa persona con la que todos quieren estar?
1- La bondad como fruto del Espíritu Santo nos lleva a atender a los necesitados.
Cuando alguien es bondadoso lo muestra en sus acciones.
Proverbios 3:27 dice: “No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo”.
Cuantas veces vemos una necesidad y está a nuestro alcance hacer algo bueno, pero lo ignoramos o pensamos: “que otro lo haga”.
Jesús mostró esta verdad en la parábola del Buen Samaritano en Lucas 10:25-37.
Un hombre fue atacado por ladrones, lo despojaron, lo golpearon y lo dejaron medio muerto.
Pasó un sacerdote frente a él, pero siguió de largo. Luego, un levita lo vio, pero tampoco se detuvo a ayudar. Después pasó un samaritano y fue movido a misericordia, se preocupó por él y lo atendió en todo lo que estuvo a su alcance.
Los tres tuvieron la misma oportunidad, pero solo uno hizo lo correcto, solo uno hizo lo bueno.
2- La bondad como fruto del Espíritu Santo nos lleva a no hacer acepción de personas (¡De nadie!).
En Mat. 8:1-17 podemos ver el ejemplo que Jesús nos dejó.
En el versículo 2 Jesús se encontró con un leproso que le dijo: “Señor, si quieres puedes limpiarme”.
En el versículo 3 Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero, sé limpio”. Y al instante su lepra desapareció.
Las personas que padecían de lepra en ese tiempo eran despreciadas y separadas de la sociedad, pero Jesús solo vio la necesidad e inmediatamente actuó, sin importar ninguna otra cosa, ni siquiera el “qué dirán”.
Leemos en los versículos 5-6 …vino a Él un centurión rogándole y diciendo: “Señor, mi criado esta postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado”.
En el versículo 7 Jesús le dijo: “Yo iré y le sanaré”.
En este relato vemos a un soldado con autoridad, y el pedido no era para él sino para su criado, pero el Señor no pensó en eso, sino que, una vez más, Jesús solo vio la necesidad e inmediatamente actuó.
Luego en los vs. 14-15 Vino Jesús a la casa de Pedro, y vio a la suegra de este postrada en cama con fiebre, y tocó su mano y la fiebre le dejó; y ella se levantó y les servía.
Las mujeres en ese tiempo en la sociedad eran discriminadas y muy poco valoradas, y Él podría no haber hecho nada por ella porque nadie se lo pidió y seguramente en pocos días estaría bien, sin embargo, Jesús solo vio la necesidad e inmediatamente actuó ¿Saben por qué? Porque Él es bueno, y es bueno todo el tiempo. Sí, es bueno, pero también es justo; ama al pecador, pero aborrece el pecado, y Él nos da la capacidad de discernir lo que está bien y lo que está mal. Ser buena no significa tolerar o permitir cualquier cosa.
Nosotras muchas veces ayudamos al que nos cae bien, al que nos trata bien, a aquel de quien podemos de alguna forma sacar ventaja. Hacemos acepción de personas y no estamos dispuestas a mirar solo la necesidad y actuar.
3- La bondad como fruto de Espíritu Santo nos lleva a actuar correctamente.
La bondad es una actitud que brota del interior de la persona y se manifiesta a través del pensamiento y la acción correctos. Ser bondadosa me lleva a la acción.
Por naturaleza nuestros pensamientos no son correctos. Sal. 94:11 dice: “Jehová conoce el pensamiento de los hombres que son vanidad”.
En Sal. 6:16-18 encontramos que “seis cosas aborrece Jehová….el corazón que maquina pensamientos inicuos”
La verdad es que somos mal pensadas, muchas veces nos gusta el chisme, la murmuración y otras cosas que Dios aborrece.
La bondad es tener un comportamiento correcto y oponerse a las cosas malas.
En Amós 5: 14-15 dice: “buscad lo bueno y no lo malo…aborreced el mal y haced el bien…”
Dios nos capacita para hacerlo. El Espíritu Santo obrará en nosotras en la medida que le demos lugar y nos dejemos guiar.
Si somos bondadosas veremos y trataremos a los demás con amor, misericordia, generosidad, estaremos dispuestas a perdonar y a dar una y otra oportunidad, hablaremos con dulzura, sabiduría, seremos de bendición a otros.
Pero, si no somos llenas del Espíritu Santo, no podremos dar lo que no tenemos. Debemos llenarnos de Su Palabra cada día, porque “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil.2:13).
Te animo a empezar hoy con tu familia, amigos, vecinos, compañeros, jefes, y todas las personas con las que te rodeas día tras día.
“Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”.
¿Brillas en medio de este mundo de oscuridad? ¿Brindas bondad? ¿Muestras interés por las personas sin excepción? ¿Abrís tu boca con sabiduría y la ley de clemencia está en tu lengua (Prov.31:26)? ¿Las personas te buscan y quieren estar a tu lado?
La vida se forma sobre el carácter, pero el carácter se forma en base a nuestras decisiones, grandes o pequeñas y formamos nuestras vidas mediante pensamientos, actitudes y acciones. Eso hace que seamos semejantes o no a Cristo. Cuanto más te parezcas a Cristo, más podrás desarrollar el fruto del Espíritu, y más bondadosa podrás ser para la gloria de Dios.
Que esa sea tu meta. Que el Señor te bendiga.