Las pruebas en el ministerio

A veces pensamos que por ser hijos de Dios, desear obedecerle y servirle fielmente estaremos libres de sufrimiento, dolor, o pruebas, Jesús mismo nos dijo que en este mundo caído por el pecado tendremos aflicciones, Pedro nos dice que no debemos sorprendernos como si algo extraño o inesperado nos pasara cuando las pruebas golpeen nuestras vidas o ministerios, al contrario deberíamos sentirnos inquietos si nada ocurriera, ya que por el ejemplo de Jesús o de los apóstoles vemos que las pruebas son una marca que distingue al siervo de Dios.

Conocí al Señor de pequeña, así que he atravesado diversas pruebas de diferentes colores como enseña Santiago 1:2, la más difícil fue el cáncer de la cual aprendí y sigo aprendiendo a ver las pruebas como las bendiciones más grandes de mi vida.

Teniendo un ministerio muy activo, en el 2005 le diagnosticaron a mi esposo Marcelo cáncer de colon, lo operaron rápidamente hizo 28 sesiones de quimioterapia, todos sus controles eran buenos y la sombra de la prueba parecía desaparecer pero en el 2009 casi sin síntomas solo unos dolores y anemia, me detectaron a mí también cáncer de colon, así que pase por el mismo proceso de cirugía y quimioterapias, hace dos años me extirparon todo el colon por el riesgo de reaparición del cáncer, pero la tormenta no había terminado sino que golpeo más fuerte en el 2011 cuando a Marcelo le reapareció el cáncer y después de varios meses de internación, cirugías, tratamientos, y mucho sufrimiento, Dios en su soberana voluntad decidió llevar a su presencia a mi esposo.

Dios me dio el honor de servirle por más de 25 años al lado de un gran hombre de Dios, desde su partida muchísimas cosas cambiaron, pero entendí que el llamado de Dios a servirle no cambia por las circunstancias que atraviese, sino que se hace más fuerte, y llega a ser una fuente de bendición porque es una de las formas que el Señor me consuela, fortalece, me enseña y capacita diariamente para servirle.

En Hechos 20: 19 y 24 Pablo nos desafía con estas palabras… «sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas y pruebas…pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.»

Tengo que confesar que tengo una gran admiración por el apóstol Pablo, un ejemplo de siervo de Dios, fiel, que afrontó pruebas en el ministerio que seguramente nosotras no llegaremos a sufrir. Al recorrer su vida lo vemos padeciendo necesidades  económicas, falta de recursos, problemas de salud graves, accidentes, persecución, oposición de incrédulos y de cristianos que no aceptaban sus enseñanzas o no entendían el plan de Dios, lo vemos envuelto en críticas injustas, soledad, celos, incomprensión y así podríamos seguir pero te invito a leer 2 Corintios 11  y te sentirás humillada por su ejemplo!

Por eso con toda autoridad  nos dice que en el servicio al Señor habrá lágrimas y pruebas, y que de ninguna de ellas debemos hacer caso, ni nada tener más valor o estima  que servir con la actitud correcta de gozo, de contentamiento cualquiera sea la situación. Nada debe ser un obstáculo en mi carrera de la vida cristiana o impedimento para cumplir con el ministerio que él nos ha encomendado sino más bien deben ser un desafío para acabarla con gozo y fidelidad.

¿Cual fue el secreto de Pablo? Pienso que lo encontramos en Hechos 9:4-6, cuando se encuentra con Jesús y cae postrado a sus pies preguntando… ¿Quien eres Señor? Allí su vida cambio para siempre! Jesús ahora era Su Salvador, Su Señor y le estaba dando un ministerio un nuevo propósito en su vida de perseguidor a siervo!!!

Entendió en primer lugar que el Señor es soberano en su plan y es lo que debemos recordar cuando las pruebas golpeen nuestra vida y servicio

Él es el Señor! El amo, el dueño, él tiene el control, el dominio, la autoridad, gobierna, y reina. Por lo tanto, Dios hace lo que quiere, cuando quiere, porque quiere, pero siempre obrando para mi bien, y lo hace de acuerdo a su naturaleza y atributos. Nada se la escapa de su mano, ni hay despropósito o injusticia en su obrar, todo fue planificado de antemano, él sabe y conoce lo que me sucede y está a mi lado! (Salmo 135:6, Job 1:21, 23.13-14, Hechos 2:22-23, Salmo 119:75, Rom 8:28.)

Reconocer que Dios es Soberano es tener una visión correcta de quien es Él y quien soy yo para Él.

Él es el amo y yo su siervo, amado rescatado del mercado de esclavos por el costo alto de la sangre de Cristo, y puesto en la casa del amo para disfrutar de todos sus bienes. Él es el Padre y yo su hijo amado con todos los privilegios, Él es el creador, y yo su creación más preciosa, soy la niña de sus ojos, Él es el gran Pastor y yo la oveja alimentada, protegida sanada y rescatada. Él es el alfarero y yo el barro pero para el soy su obra de arte, Él es el dueño y yo soy su especial tesoro, las comparaciones serian interminables, así que  podemos concluir afirmando que Él es todo y yo no soy nada y aun siendo nada soy lo más importante y valioso para El por lo tanto cuando lleguen las lágrimas recuerda!  Dios obra en nuestra vida de acuerdo a lo que él Es y a sus atributos ¡Las pruebas me llevaran a reevaluar el carácter de Dios!

Reconocer el control de Dios es tener una visión correcta de la prueba.

Lo vemos en 2 Co. 4:17-18. Cuando estamos en la prueba generalmente lo único que vemos es lo que tenemos delante de nuestros ojos, el problema, el dolor, el sufrimiento, la injusticia y no podemos ver más allá. La situación puede no cambiar, pero si nuestra actitud ante ella, vemos la medida, lo grande de prueba, seguramente lo sea y el tiempo de la prueba que nos parece interminable, que nunca acabara, pero la Biblia nos dice que esta es leve y momentánea, todo depende de los ojos con que veamos, es más fácil bajar la vista de Dios que elevar nuestra fe a las alturas. Dios nos desafía a no ver lo que se ve a simple vista, si tienes vista es imposible no ver lo que tienes delante, pero si solo dejas tus ojos ahí, solo te dará una visión terrenal, temporal de la prueba. Debemos ver lo que no se ve, algo también imposible pero posible con ojos de fe, ver lo espiritual y eterno de la prueba  y así aprender a ver con ojos espirituales lo que no podemos ver con ojos carnales, aprender a ver por fe el eterno peso de gloria.

Durante uno de los últimos días de vida de mi esposo sentada al lado de su cama hablaba con mi hermana, llorando por todo lo que mi esposo se perdería, se perdería a su hija vestida de novia, no la llevaría al altar, no conocería a sus nietos, no vería los logros de sus hijos y me llené  de preguntas hasta que levante mis ojos y empecé a ver distinto, y entendí que no era lo que él se iba a perder sino lo que yo me estoy perdiendo, él estaría pronto en el cielo, disfrutando del Salvador  y de la eternidad y mis hijos y yo  de los nuevos planes soberanos de Dios! Debemos mantener la perspectiva correcta en la prueba, levantando los ojos al cielo siempre!

Reconocer que Él es Soberano, es aceptar con el corazón,con nuestras emociones y sentimientos que la prueba que Dios está trayendo a nuestra vida y ministerio es buena, agradable y perfecta y que nada escapa de su mano.

Sabemos con nuestra cabeza que Dios es soberano pero que difícil es pasarlo por el corazón. Cuando llega la prueba nuestras emociones suben y bajan, lloramos, estamos confundidos, no entendemos, hacemos preguntas, y aparecen todos los por qué??? El mismo Señor pregunto ¿por qué me has desamparado? Aun sabiendo claramente que el sufrimiento era por nuestra salvación, su corazón doliente hizo preguntas que el cielo no respondió, solo escuchamos el silencio, por Rom. 11:33-34 podemos entender  que sus juicios son insondables, inescrutables, que son tan profundos que no podemos comprenderlos, averiguarlos o alcanzarlos!  si Dios nos diera una respuesta no nos conformaría ni la entenderíamos, está bien hacernos preguntas por que nuestra mente es limitada pero está mal cuestionar a Dios, no vivimos de explicaciones vivimos de las promesas de Dios!

En 2 Co 4: 8 – 9, vemos la situación extrema en la que podemos encontrarnos cuando le servimos y el sentimiento con el que debemos enfrentarla, podemos estar atribuladas en todo, pero no sentirnos angustiadas, en apuros, pero no desesperadas, perseguidas, pero no desamparadas, derribadas mas no destruidas!! Aceptar la prueba con el corazón, sin entender, sin tener todas las respuestas nos libra de la ansiedad, nos libera de la angustia desmedida, del abatimiento, de la desesperación, ataques de nervios o pánico, de caer en la amargura o autocompasión o caer en la tristeza profunda como los que no tienen esperanza.

Reconocer que Dios es soberano es rendir mi voluntad a su voluntad.

Siempre jugamos pulseadas con Dios porque nos gusta mantener el control, cambiar la situación o nos resistimos al peso de la prueba. Rendir es una actitud de respeto, sumisión a su control, a su autoridad, a su voluntad. Entiendo quién es El, quien soy yo, que es la prueba y postro mi corazón a  su voluntad, ante el soberano estoy a sus pies. Cuando rindo mi voluntad no hay cuestionamientos, quejas, argumentos, rebeldía, reclamos de derechos, o reproches. No cuestiono su voluntad la acepto. Cuando no tenemos una voluntad rendida lo que primero hacemos en abrir la boca y le pasamos facturas a Dios recordándole que le hemos servimos fielmente, que le obedecimos que tratamos de agradarle, que no merecemos lo que nos pasa. Rendir nuestra voluntad a su voluntad nos libra de cuestionamientos.

¿Estás pasando por alguna prueba en tu vida? Te animo a seguir el ejemplo de Pablo para afrontarla y sentirte bendecida en ella! ¿Reconoces que El Señor es Soberano? ¿Es El el amo de cada cosa de tu vida? ¿Ves la prueba con los ojos correctos? ¿Dónde está tu mirada? Tienes  un corazón rendido a su voluntad y propósitos?

Te animo a seguir el ejemplo de Pablo para afrontar los tiempos difíciles y sentirte bendecida en ellos y poder decir con él «… Por tanto más bien de BUENA GANA me gloriare en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo, por lo cual, por amor a Cristo me GOZO en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias, porque cuando soy débil entonces soy fuerte!» 2 Corintios 12:9-10.

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2 comentarios en “Las pruebas en el ministerio”

  1. Avatar
    Noemí Morcos de Lella

    Una bendición para mi alma Laura!!
    Gracias por abrir tu corazón, por compartir lo que aprendiste y por desafiarme a Confiar en la Soberanía de Dios.
    Dios te bendiga y continúe utilizando!!

    Un abrazo desde Bolivia.

    Noemi Lella

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