En estos meses, y ante la situación mundial que estamos viviendo por la pandemia, hay términos como “aislamiento” y “distanciamiento social” que pasaron a ser el foco de nuestras conversaciones diarias. Al leer las recomendaciones y pautas oficiales, me pareció interesante que por un lado nos piden aislamiento y distanciamiento, pero al mismo tiempo, enfatizan sobre el riesgo y los efectos negativos en las personas. Ellos mismos reconocen que al estar conectados unos con otros contribuyen a fortalecer la comunidad. Ellos dicen: “manténgase lejos, pero conectados”, “cuídese y cuide a su comunidad”, etc. [1] Hay profesionales que enfatizan la necesidad de la interacción social, porque los seres humanos somos así, para interacción y conexión, concluyendo que las relaciones nutren y fortalecen.[2]
En estos tiempos que estamos viviendo, creo que todos hemos llegado a comprender un poco más el impacto y los efectos que produce en la vida de las personas el aislamiento ya que nos ha tocado vivirlo de cerca, ¿verdad? Es importante tener siempre presente el valor y los beneficios de las relaciones. Pero estos conceptos no solo son relevantes en tiempos de la pandemia, sino que lo son en nuestras vidas cotidianas, y aún mucho más, como hijas de Dios.
¿Por qué son importantes estas relaciones?
La vida cristiana no se puede vivir de forma aislada. La cercanía y conexión de unas con otras como parte del cuerpo de Cristo (Rom. 12:5; Ef. 4:15-16) beneficia y fortalece el crecimiento espiritual (Col. 3:16; 1 Ts. 3:12-13). Estas relaciones son importantes ya que por medio de ellas nos motivamos en nuestra fe, relación con Dios, santidad y servicio. El contexto para crecer es el de la comunidad de la fe.[3] Nos necesitamos unas a otras.
“La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,
enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría…”
Colosenses 3:16
“Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos,
como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre…”
1 Tesalonicenses 3:12-13
¿En qué debo crecer junto a otros?
Hace unas semanas leía un devocional de Henry y Richard Blackaby donde ellos expresaban que el deseo y meta principal en la vida del creyente debe ser la persona de Cristo, esto es, estar con Él (Sal. 27:4; 42:2; 1 Cron. 16:11; Deut. 4:29) y ser como El (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18; Col. 3:10). Los autores invitaban a reflexionar si esta era una realidad y deseo en la vida de uno.[4]
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor,
somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
2 Corintios 3:18
Si buscamos crecer en nuestra relación con Cristo y en semejanza de Él, debo entender que el medio para llegar a esto será a través de una disciplina de hábitos piadosos (1 Tim.4:7-8; 2 Tim. 3:17). Me gusta mucho el término “disciplinas espirituales” que usa el autor Donald Whitney, y es así como me voy a referir aquí.
En su libro, este autor hace un énfasis, que creo, es importante destacar cuando hablamos de disciplinas espirituales. Él dice: “semejanza a Cristo es el objetivo, la razón por la que debemos practicar las disciplinas”. [5] A luz de esta verdad es que debo tener siempre presente que este es el propósito principal para el cual nos disciplinamos para crecer y desarrollar estas disciplinas espirituales en nuestra vida. Recuerda: estas disciplinas son el medio, no el fin. [6]
Pablo en su primera carta a Timoteo le escribe: “Ejercítate para la piedad.” (4:7) El apóstol Pablo, como mentor y compañero en el ministerio de Timoteo, lo motiva a crecer y disciplinarse para la piedad. Así como ellos, que importante es que tengas en tu vida mujeres que te desafíen y motiven constantemente en tu fe y disciplinas espirituales. Al mismo tiempo, que puedas también tú hacer lo mismo con otras.
¿Cómo debo crecer junto a otros en estas disciplinas espirituales?
La Palabra de Dios nos habla sobre el valor de las relaciones para estimularnos en la fe y en la vida cristiana: oramos unas por otras, confesamos unas a otras nuestras ofensas (Stgo. 5:16), nos animamos unas a otras (1 Ts. 5:11), sobrellevamos juntas las cargas de los otras (Gal. 6:2), con amor y sabiduría nos amonestamos (Rom. 15:14), nos motivamos y exhortamos para ayudarnos así a no alejarnos de Dios (Heb. 3:12-13).
¿Tienes mujeres que invierten en tu vida y te desafían a crecer? ¡Aprovéchalas! Pero, si en este momento no tienes a alguien así, toma la iniciativa, ora y ¡búscalas! Busca su consejo. Anímate a hacer preguntas en cuanto a tu crecimiento y cómo desarrollar las disciplinas espirituales en tu vida. Si hay momentos de lucha, si hay tentaciones, no temas en pedir que oren por vos y que oren con vos. Busca su ayuda si hay áreas en las cuales sientes que te cuestan. También puedes juntarte con otras amigas para rendir cuentas unas con otras de cómo están en su crecimiento, en su relación con Dios y en su servicio a Él. Oren unas por las otras, oren juntas, motívense a tener tiempo en la Palabra, estúdienla juntas, y así en todas las áreas.
Whitney en su libro dice lo siguiente: “practicar disciplinas espirituales bíblicamente de forma individual fortalecerán la comunión con otros creyentes. La comunión bíblica fortalecerá la práctica de las disciplinas espirituales de forma individual.” [7] Debes crecer en lo personal y debes crecer en comunidad, ambas son complementarias.
¿Qué debo tener en cuenta al crecer junto a otros en las disciplinas espirituales?
Al crecer junto a otras, es importante considerar lo siguiente:
- Rendición de cuentas. Es probable que el rendir cuentas a otra persona, no será fácil. Implica humildad al tener que reconocer y exponer áreas débiles. Implica sinceridad y coraje para pedir ayuda. (1 Jn. 1:3,5-7)
- Crecimiento con esfuerzo y constancia. Habrá días que te van a costar más que otros, que te va a resultar difícil seguir y te desanimarás. Pero, esfuérzate, continúa, se constante, no bajes los brazos. (Fil. 2:13; 2 Cor. 12:9; Heb. 12:1)
- El ministerio y la obra del Espíritu Santo en la vida de la persona. Él es quien produce el crecimiento y cambio en tu vida, no nosotras, ni tu amiga o tu líder. (Jn. 16:13; 14:26)
¿Eres nueva en la fe? ¿Eres creyente de varios años? Estás en un ministerio y/o posición de liderazgo? Siempre estamos en proceso de crecimiento y cambios. Esta verdad se aplica a todos los casos. Y recuerda: solas no podemos, necesitamos crecer en la comunidad de la fe. ¡Toma la iniciativa y busca a otras mujeres! ¡No te aísles! ¡No te distancies!¡Busca crecer junto a otras!
Excelente y desafiantes devocional Claudia!! Cuánto necesitamos de los otros para crecer y para desafiarnos unas a otras a parecernos más a Cristo. Te Quiero Claudia y oro por vos.
A las mujeres de Auténtica decirles que Dios les ha desafiado con un ministerio que nos ayuda a crecer. Oro por ustedes!!