Una falsa adoración

“Sin embargo, ¡se hacen los piadosos! Vienen al templo todos los días y parecen estar encantados de aprender todo sobre mí. Actúan como una nación justa que nunca abandonaría las leyes de su Dios. Me piden que actúe a su favor, fingiendo que quieren estar cerca de mí.”

Isaías 58:2 NTV

Este versículo llamó mi atención hace dos meses en mi lectura bíblica pensando en lo hipócrita que era el pueblo de Israel y me propuse estudiarlo. Pasó el tiempo, y sentía que no hallaba el momento, o la oportunidad de sentarme y hacerlo, y lo deje de  lado. Empezamos con la cuarentena, y comenzó una realidad tan inesperada, que cambió mis planes. Y yo estaba mal, me sentía frustrada al no poder hacer cosas en casa que quería hacer. No estaba disfrutando el tiempo en familia, en especial con mis hijos: un niño de 4 años muy activo, que no entendía por qué no podía salir a jugar con sus amigos, y una bebe de 5 meses sufriendo el corte de encías por dos dientes a punto de salir. Luchaba con mi ánimo, y buscaba a Dios orando, haciendo mi devocional y lectura bíblica; según yo, estaba haciendo las cosas bien, pero no tenía los resultados que esperaba. Hasta que una noche, después de acostar a mis hijos (cuando por fin hay silencio en casa) Dios trajo este versículo a mi mente, y me dije; “voy a volver a leer el pasaje”. Ese mismo día, más temprano, en mi lucha, había llorado y orado a Dios pidiéndole que me hablara, porque sentía que no lo estaba haciendo, y fue en esa lectura que fui confrontada con mi pecado, y quiero compartirte lo que el Señor me mostró

Si lees el pasaje de Isaías 58:1-12, vas a ver que comienza con un llamado de Dios a Isaías pidiéndole que, con voz fuerte, confronte al pueblo con su pecado de “Hipocresía hacia Dios”. Ese pecado fue  lo que los llevó a un accionar incorrecto.

En el versículo 2, Dios los acusa de hacerse los piadosos, de ACTUAR y FINGIR que querían obedecer a Dios y acercarse a Él. El hipócrita es aquel que dice, pero no hace (Mateo 23:3), que obra para ser visto por los demás (Mateo 23:5), que tiene una apariencia de justicia (Mateo 23:28), quien cree que puede engañar a Dios, a Aquel que conoce lo profundo de mi corazón (Jeremías 17:10), mis pensamientos (1 Crónicas 28:9) mi suspiro (Salmos 38:9), y aún mis palabras antes de que las diga (Salmos 139:4). La hipocresía es pecado, y según vemos en los Evangelios, Jesús lo condena duramente (Mateo 23:13-36 los ayes contra los fariseos y escribas)

Lo primero que entendí de este pecado es que: Tiene su fundamento en nuestro orgullo.

  • El orgullo hace que nos cueste reconocer nuestro pecado. El pueblo de Israel no veía su error, ya que eran diligentes y constantes en su culto a Dios. Tenían una “forma de piedad”, creían que obraban correctamente y en obediencia a Dios (versículo 2). Así me encontraba yo al momento de leer el pasaje, sentía que Dios me estaba confrontando, pero por dentro decía “Señor yo no soy hipócrita, esto ¿Es para mí?”. Porque cuando estamos acostumbrados a una vida en comunión con el Señor y de servicio a Él, no es fácil reconocer que hemos caído en una rutina, que de a poco el corazón se fue enfriando, y hemos cambiado nuestras prioridades.
  • El orgullo hace que nos atrevamos a exigir y quejarnos contra Dios. En el versículo 3, el pueblo se queja contra Dios diciendo que ellos habían ayunado (cumpliendo Su ley) “y no hiciste caso… y no te diste por entendido”. De esta manera trataban a Dios de injusto, o de poco misericordioso. En nuestro orgullo nos atrevemos a pensar así, colocándonos en una posición que no nos corresponde, y nuestras oraciones se vuelven reclamos sin temor de Dios alguno.
  • El orgullo hace que no miremos correctamente al otro.  Dios le responde al pueblo el por qué no hallaban una respuesta de su parte. Porque buscaban su propio bien, y oprimían, herían y peleaban con los demás (versículo 3 y 4). Estaban siendo egoístas, preocupados únicamente por sus propias necesidades. Alguna vez te pusiste en el papel de víctima preguntándote “¿Por qué a mí?”, no se tu, pero yo sí, y muchas veces. De esta manera estoy centrando toda mi atención y poniendo  mi mirada solamente en mí, de tal manera que no  puedo ver a los demás, y menos sus necesidades. Creo que hoy, más que nunca, Dios nos está pidiendo que dejemos todo orgullo y egoísmo a un lado, para mirar a nuestro alrededor, porque hay muchas almas afligidas, y no nos hemos dado cuenta.

Lo segundo es que:  La hipocresía se evidencia en mi falsa adoración.

Lo que el pueblo estaba haciendo era contradictorio, decían y mostraban que adoraban a Dios, pero su accionar no era agradable a Él.  Había en ellos pecado de codicia, falta de misericordia y contiendas (Versículos 3-5). La verdadera adoración, no se trata de rituales externos, no debemos caer en una religiosidad vana, vacía y de apariencias, por el contrario, se trata de una obediencia interna en sumisión al Señor (Aquel que me ve en lo privado Mt. 6:16-18) proveniente de un corazón puro.

“Cuando adoramos porque es algo que todos hacen, no porque es lo que correcto, nuestra adoración se vuelve hipócrita.” W. Wiersbe.

Dios corrige al pueblo mostrándoles de qué se trata el verdadero ayuno, la verdadera abnegación, y la forma correcta de acercarse a Él (versículos 6-10).

  • Es humillarme delante de Dios con un corazón arrepentido, sin orgullo y sin hipocresía.

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” Salmos 51:17

  •  De esa manera voy a mirar a los demás, privándome de mi misma para satisfacer las necesidades del otro con generosidad y amor práctico.

“no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” Filipenses 2:4

Es alentador ver en el pasaje de Isaías el trato que Dios tiene con aquel que se humilla, se arrepiente de su pecado y le adora correctamente:

  • Podrán experimentar su Protección “Jehová será tu retaguardia” v. 8
  • Tener Su atención “Entonces invocarás, y te oirá Jehová” v. 9
  • Disfrutar de Su continua Presencia “Jehová te pastoreará siempre” v. 11
  • Y de Su fiel provisión “saciará tu alma y dará vigor a tus huesos” v. 11

Si como a mí, te cuesta reconocer que lo que está estorbando tu relación con el Señor es una “falsa adoración” o una “forma de piedad”, no esperes más, humíllate delante del Señor quien siempre está dispuesto a perdonar y darnos otra oportunidad.

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