Si buscamos en un diccionario común la definición de discípulo se nos dice que es: un aprendiz, un seguidor de ciertas enseñanzas, y que dicho aprendiz, tiene un maestro o un enseñador el cual le imparte esas verdades.
Jesús fue el Maestro de maestros, y lo maravilloso de su misión en la tierra es que, pudiendo haber ejecutado su ministerio solo, tomó a 12 hombres, comunes y corrientes y los tuvo como sus discípulos durante tres años, preparándolos para la gran comisión que vendría luego de su ascenso al cielo nuevamente.
“Por tanto, id, y haced DISCÍPULOS a todas las naciones” (Mateo 28:19 a)
El trabajo del evangelismo no es una opción, pero la tarea del discipulado tampoco lo es. Por eso, cada una de nosotras debemos ser conscientes de su importancia y, sobre todo, la trascendencia que conlleva.
El Señor ha sido ejemplo en todo, por eso en esta oportunidad veremos cómo Él ha trabajado en el discipulado, cuáles fueron algunas de las bases o algunos principios básicos que implementó.
Su tarea nos ayudará a evaluar la nuestra y replantear si debemos cambiar, ajustar o implementar algo al trabajo de discipulado que estamos haciendo con aquellas mujeres que se nos ha delegado.
1. En primer lugar, Jesús oró por sus discípulos.
Lucas 6:12. Nuestro Señor oró toda la noche y luego escogió a 12 discípulos, dice la Palabra. El Hijo de Dios orando para elegir en la voluntad del Padre a sus aprendices, a aquellos en los cuales invertiría el tiempo, el conocimiento, la pasión por las almas, la visión y el legado de esparcir la verdad de la salvación.
Querida hermana, nosotras debemos ser mujeres que primeramente oremos para que sea Dios quien nos guíe, quien nos ponga en el camino las personas a las cuales discipular, a las cuales debemos impartir las enseñanzas de las verdades bíblicas. Es una tarea que lleva mucha responsabilidad y debe estar acompañada de oración. No somos nosotras las que decidimos en quién invertir, sino que cuando oro, Dios las elige por mí. Nunca subestimes a quien te deleguen, el Padre Celestial hace maravillas en los corazones y transforma de una manera única a la persona por el poder el Espíritu Santo.
En Lucas 22:32 vemos nuevamente a Jesús orando por uno de sus discípulos, y esta vez es por Pedro. El enemigo quería zarandearlo y el Señor ora para que su fe no falte. Habrá momentos en donde nuestras aconsejadas pasarán por situaciones donde el enemigo las quiera perturbar, por eso también tenemos la responsabilidad de estar en intercesión por ellas, por sus vidas, por su fe, su santidad.
Debemos tener en cuenta que una de las bases fundamentales para el discipulado es ORAR por ellas. Si el mismo Señor de los cielos oró por sus discípulos, por cada uno en particular, cómo no utilizar la herramienta de la oración. Ruega por ellas, pide a Dios por sus vidas, sus luchas, sus problemas…encomiéndalas a Él.
2. En segundo lugar, Jesús pasó tiempo con sus discípulos.
Marcos 3:14 “Y estableció a doce, para que ESTUVIESEN con él, y para enviarlos a predicar.”
Lucas 8:1 “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y LOS DOCE CON ÉL…»
En las sinagogas, en las ciudades y aldeas, en la barca, en bodas, en casas de amigos, de publicanos y pecadores, en muchos lugares más, Jesús estaba con ellos. Él implementó esta estrategia de pasar tiempo con ellos porque sabía que el tiempo invertido plasmaba sus enseñanzas en la vida de estos hombres de una manera única.
Necesitamos entender la importancia de pasar tiempo y dedicación con nuestras aconsejadas para saber cómo están, qué necesitan, qué situación las abruma, con qué pecados luchan, cuáles son sus debilidades, sus logros, sus pasiones, etc.…todo esto se logra invirtiendo TIEMPO con ellas.
3. En tercer lugar, Jesús les enseñó la Palabra a sus discípulos
Marcos 9:31 “Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía…”
Son tantos los pasajes donde se ve a Jesús enseñando, pero especialmente enseñándoles a sus discípulos. Él les enseñaba con la misma Palabra de Dios, con los milagros que hacía, con las situaciones cotidianas que pasaban, con todas las cosas que los rodeaban, enseñaba con parábolas y con ejemplos. Les enseñaba constantemente. Nada pasaba inadvertido, sino que, por el contrario, era una oportunidad para dejar plasmada una enseñanza, una verdad bíblica la cual recordarían por siempre.
Nosotras tenemos una gran responsabilidad, y es la de enseñar. No enseñar desde la experiencia adquirida, sino desde las verdades bíblicas que emanan de la Palabra de Dios, porque son ellas las únicas que podrán cambiar los corazones de nuestras aconsejadas. Enseñar aprovechando cada situación que les acontece, cada prueba que viven, cada decisión que deben tomar; todo sirve para la enseñanza bíblica en sus vidas.
El discípulo, dijimos al inicio, es un aprendiz de ciertas enseñanzas, y a nosotras se nos ha delegado la vida de mujeres para guiarlas, instruirlas y capacitarlas con la enseñanza de la verdad. ¿Cómo no hacerlo con el ejemplo que nos dejó nuestro Señor Jesucristo?
Cuando la obra en la iglesia aquí comenzaba, éramos un grupo pequeño y debíamos tener varios discipulados. En ese grupo de chicos se destacaban algunos a los cuales les gustaba escuchar de la Palabra, aprender y crecer; eran los que estaban constantemente presentes y animados a seguir. Pero también estaban aquellos a los cuales les costaba juntarse para leer, compartir o hacer los discipulados; eran los que llevaban más trabajo y se le tenía más paciencia, pero en el fondo uno suponía que no seguirían en el camino de Dios porque, “a nuestros parecer”, no estaban tan comprometidos, no querían esforzarse por cambiar o aprender. Al pasar los años, Dios nos ha sorprendido y nos ha asombramos de Su obrar porque con el tiempo, aquellos discípulos que uno creía más firmes fueron desertando y quedando al costado del camino por malas decisiones, sin embargo, los jóvenes a los cuales uno rotuló de «débiles» son los que hoy siguen corriendo la carrera cristiana, los que Dios ha transformado de una manera increíble y hoy sirven al Señor fielmente.
¡Qué maravilloso es cuando uno ora por las personas a las cuales tiene a cargo, pasa tiempo con ellas y le transmite las enseñanzas bíblicas, porque eso consiste en hacer discípulos!
Por eso, evaluemos y pensemos, cuáles fueron las bases del discipulado que Jesús implementó para poder seguirlas y tener el mismo resultado que Él tuvo: DISCIPULOS QUE TRASTORNEN EL MUNDO ENTERO (Hechos 17:6).
Ruego al Señor que esta pequeña meditación sea de bendición para sus vidas como lo fue para la mía. Con amor en Cristo.
Lorena de Lucía.