¿Por qué ministramos a otras mujeres?

Mi mamá era cristiana, así que me llevó a la iglesia desde que nací. Cuando tenía quince años, un misionero visitó nuestra iglesia, y ese día recibí a Cristo como mi Salvador personal. Yo estaba muy contenta, pero pronto, esa alegría se convirtió en dudas, miedos e interrogantes que nadie podía contestarme, porque nunca se acercó una persona a enseñarme los primeros pasos en la vida cristiana. Cuando me invitaron al campamento de Palabra de Vida en Monte, dos años después, me di cuenta de que mi vida espiritual estaba a punto de morir por falta de alimento, y el pecado había ocupado el lugar de Dios y de su Palabra en mi corazón.  Comencé a asistir a una iglesia que tuviera un Club Bíblico, y lo primero que hicieron fue poner a mi lado una chica que pudiera discipularme. Eso no solo fue lo mejor que me pasó en esos años, sino que, también marcó mi vida en cuanto a lo que yo quería hacer para el Señor: enseñar a otras chicas a vivir la vida cristiana. Deseo que esa también sea tu meta principal, el de acercarte al corazón de tantas jóvenes que están necesitando una guía en este mundo tan perdido.

Quisiera compartir contigo algunas de las razones por las que debemos enseñar a otras mujeres.

1. Es parte de la Gran Comisión

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28: 19-20)

Como puedes ver, este pasaje es un mandamiento, una orden, que el Señor nos dejó. Hay que ir, no solo a predicar sino también a hacer discípulos, enseñándoles cómo vivir para Él.

2. Es un servicio a otros por amor

Veamos algunos versículos en el Nuevo Testamento donde se nos anima a hacer cosas los unos por los otros. Colosenses 3:16: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría.”

Cada uno de nosotros que ya hemos crecido en nuestra fe, debemos enseñar a los que están empezando, y mostrarles a través de nuestro ejemplo la aplicación de esas verdades bíblicas.                                                                            

Gálatas 6:2: «Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” Este es uno de los privilegios del discipulado, poder sobrellevar las cargas de la persona a la que estamos enseñando, y mostrarle con amor que no está sola, que estamos a su lado, para servirle y sostenerla.

Efesios 4:32: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” El amor y el perdón, es algo que también debemos enseñar y practicar con nuestra discípula.

3. Es un mandato directo a las mujeres

En la carta a Tito, Pablo le da instrucciones de cómo llevar la obra adelante en los distintos grupos de la iglesia, y especialmente encarga a las mujeres maduras espiritualmente a enseñar a las más jóvenes.

Tito 2:3-5: “Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.”

Esto, no solo fue un sabio consejo para Tito, al guardarlo de tentaciones y situaciones que hubieran dañado su ministerio, sino también por el hecho de que nadie mejor que una mujer puede comprender a otra. Cuando estamos en dificultades, pasando por momentos difíciles, siempre buscamos a una buena amiga que nos escuche, y tal vez nos aconseje. Es muy sabia la Palabra de Dios al encargarnos a nosotras, el ministerio del discipulado de las mujeres.

4. Es una inversión eterna

En el evangelio de Juan, el Señor nos deja una gran lección en cuanto al discipulado.

Juan 4:34-35: “Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega”                  

La voluntad de Dios es que hagamos su obra, y esa obra no son cosas, son vidas y esas vidas son eternas. Tú puedes cambiar el destino eterno de una persona al hablarle del Señor y enseñarle a caminar con Él.

 

REQUISITOS PARA MINISTRAR A OTRA MUJER

  • ORACIÓN: Comienza a orar por una chica de tu grupo de jóvenes.
  • DISPOSICIÓN: Debes comprometerte una vez por semana a encontrarte con esa persona.
  • INTERÉS: No siempre va a ser fácil, y debes mostrar que la otra persona te importa, y trabajar para lograr esto. Nuestra comodidad es el peor enemigo que tenemos, porque casi siempre nos gana la batalla y debemos esforzarnos para buscar a la otra persona, y extenderle nuestro amor. En 1° Tesalonicenses 2:8 Pablo muestra cuán grande era el afecto que tenía por estos hermanos, y cuánto estaba dispuesto a hacer por ellos.
  • PREPARACIÓN: Antes de cada encuentro prepara tu lección, estando segura de lo que vas a compartir y, sobre todo, sé un ejemplo en tu comunión con el Señor porque eso se verá reflejado en tu preparación. No podrás exigir a tu discípula algo que tú no hagas.

Para finalizar, quiero mencionarte el ejemplo de una mujer que lo dio todo en la obra misionera y obedeció el mandato del Señor de ir, y predicar, y hacer discípulos. Ella era Sophia Müller.  En el año 1949 dijo: “Quiero ser misionera” y salió de Estados Unidos hacia la selva de Colombia. Era delgada y menuda, navegó por los ríos, y realizó uno de los trabajos misioneros más consistentes a lo largo de 40 años de trabajo. Según el misionero Marcelo Pedro (Misión Nuevas Tribus de Brasil – MNTB), que trabaja donde Sophia trabajó, dice que ella dividía su tiempo así: por la mañana, alfabetizaba al pueblo; por la tarde, enseñaba la Palabra de Dios; por la noche, descansaba y sacaba las dudas de los indígenas. Fundó más de 40 iglesias en la selva amazónica y tradujo la Biblia en varios dialectos. Fue impresionante el trabajo que hizo de evangelismo y discipulado. ¿Te das cuenta? Una sola mujer, entregada al servicio de otros.

No quiere decir esto que tengamos que ir a la selva o a lugares remotos para discipular, pero cuánto más deberíamos esforzarnos en hacerlo en nuestras ciudades y barrios, donde tenemos todas las comodidades necesarias para ir, y buscar a las jóvenes, y llevarlas a Cristo.

Que Dios te guíe a cumplir con Su mandato, y como dijo Sophia cuando alguien la entrevistó poco tiempo antes de morir, le preguntó cómo había sido su llamado a la obra, y ella respondió: “Yo nunca tuve un llamado, sólo vi una orden y obedecí”.

Que Dios nos ayude a tener tal obediencia a Sus mandamientos.

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1 comentario en “¿Por qué ministramos a otras mujeres?”

  1. Avatar

    Hermosa mujer y sierva del Señor.
    Gracias Graciela Matos….. Dios te siga bendiciendo 🙏😘 con amor….Loly

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