Un valor que no es propio

“Soy inútil”, “No me considero apta”, “La aprobación, y agradar a otros, me importa mucho”, “Cometí un error, ya no sirvo para nada”, “Debo tener una buena imagen para que me acepten”, “Cuanto mejor sea mi desempeño, más van a apreciarme” …. ¿Alguna vez, se cruzaron estos pensamientos por tu mente?  ¿Acaso nunca te sentiste menos o insuficiente? Si somos sinceras, en algún punto de nuestras vidas, la mayoría de nosotras nos hemos sentido así. Para solucionarlo, buscamos opciones que parecen ser las alternativas correctas: Algunas buscamos capacitarnos, y cargamos nuestro curriculum de aptitudes intelectuales, ocultando en el fondo que nuestra motivación, es buscar una posición o reconocimiento. Otras nos producimos para vernos bien y no sentirnos menos al resto, y es más, a veces nos involucramos en una cantidad de actividades altruistas, para que los demás tengan un buen concepto de uno. Todas estas cosas son buenas en sí mismas, y hasta pueden hacernos sentir bien o realizadas por un tiempo, pero, ¿es esta la solución al problema?

No debemos sorprendernos que la sociedad de hoy ya ha planteado una respuesta. Frases como “Debes valorarte”, “No dejes que nadie ni nada te haga sentir menos”, “Sos tu mejor versión”, “Tienes aptitud”, “Sos dueña de vos misma”, “Lucha por tus sueños y que nadie te detenga”, “Haz lo que te hace feliz”, “Piensa solo en vos”; nos muestran que para la sociedad la solución se encuentra en uno mismo, es decir, cada una crea su propio valor. De pronto, sin darnos cuenta, este concepto se ha instalado en el inconsciente colectivo, ¿no lo crees? Cada vez más, escuchamos que el empoderamiento femenino va tomando protagonismo en nuestra sociedad, demostrando que ya no interesa el que está al lado, sino que la prioridad está en la plenitud personal de la mujer. Puede ser que no sea esta tu forma de pensar, pero seguro hay compañeras de facultad o trabajo y aun jóvenes en tu ministerio que piensan así ¿Qué dirías a esta problemática? ¿Quién o qué determina tu valor como mujer?

DESCUBRIENDO AL ENGAÑADOR Y SU PLAN

No nos tiene que sorprender que detrás de esta forma de pensamiento está Satanás, quien se disfraza como ángel de luz para engañar. Él es mentiroso y padre de mentira (Juan 8:44).

Desde el comienzo, vemos que Satanás tiene como objetivo que la verdad de Dios sea distorsionada, disfrazada, y hacerte dudar. Con astucia se acercó primero a la mujer diciendo, “… ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? … no moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gn. 3:1,4-5). La serpiente buscó engañar a Adán y Eva haciéndolos creer que Dios no quería que sean iguales a él, cuando en realidad fueron creados a su imagen (Gn. 1:27). Lo que creemos de Dios es crucial porque afectará lo que pensamos en cuanto a todo lo demás. Si Satanás consigue que dudemos o nos olvidemos de la persona de Dios y Su Palabra, podrá distorsionar Su verdad, y sin darnos cuenta la cambiará por el engaño. Para ser más específicas, cuando tenemos pensamientos de inferioridad o falta de aceptación, cuando nos interesa más la opinión de otros, es porque estamos teniendo una visión distorsionada de lo que nos da el verdadero valor.

El engaño de Satanás también lo vemos en Isaías 14:13 y 14 en la caída del “Lucero, hijo de la mañana”. Él quería levantar su propio trono y ser “semejante al Altísimo”. Lo que Dios había hecho de él no le alcanzó, sino que quiso imitarlo y dejó que su “Yo” ocupara el trono de su vida ¿Te suena esto familiar? El ser humano fue creado con la necesidad de Dios, de su Creador, pero el Diablo ha encontrado la manera de hacer que sus criaturas busquen ser independientes. Lo vemos en su caída, lo vemos en la historia de la humanidad, y lo vemos hoy. Tengamos mucho cuidado, porque detrás de esta ideología y pensamientos humanistas, está siempre Satanás, el engañador. Aquella mujer que no se basa en la Palabra de Dios, no deja que ésta moldee sus pensamientos y gobierne sus decisiones, ha caído en el engaño de Satanás.

Entonces, ¿qué determina tu valor como mujer?

REGRESANDO A LA FUENTE DE LA VERDAD

Bien se ha dicho, “Siembra un pensamiento y cosecharás un acto.”  Si no logras identificar qué pensamientos están determinando tu valor, observa tu conducta, ¿Qué revela ella de tu percepción de valor? ¿A qué le estás dando importancia? ¿Qué o quién es lo que motiva tus actos?

Como hijas de Dios es necesario que vayamos a la Fuente de la verdad absoluta e inmutable para encontrar dónde realmente se haya mi valor.  Para ello debemos vernos como Dios nos ve:

  1. SOY SU CREACIÓN – “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó.” (Gn. 1:27) La palabra “creó” tiene el sentido de fabricar, dar forma o producir. Dios mismo se ocupó de formar cada detalle y singularidad de nuestra vida (Sal. 139: 13-16).
  2. SOY SU HIJA – “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Jn. 3: 1a). Por los méritos de Cristo nos permite ser parte de Su familia y gozar de todos los beneficios de esta posición.
  3. SOY DE GRAN VALOR PARA ÉL – “Porque habéis sido comprados por precio” (1 Co. 6: 20a) El sacrificio de Cristo fue el precio pagado por mi rescate.

“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mt. 6:26) Dios se encarga de cuidar cada detalle de mi vida.

  1. SOY LIBRE DE CULPA – “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro. 8: 1a) Dios perdona mi pecado, por lo tanto, puedo vivir libre de temor ni ser esclava de mi pasado.
  2. SOY AMADA – “Con amor eterno te he amado; por tanto, te he prolongado mi misericordia” (Jer. 31:3) Su amor por mí es inmutable e incondicional, no necesito buscar conseguirlo por méritos propios.

Nuestro valor no depende de lo que podamos hacer para Dios o las personas, ya que esto nos llevará a la frustración e insatisfacción. Nuestro valor está en lo que Él es, lo que ya hizo y lo que ya dijo de nosotras ¿Lo crees?

Estas son verdades absolutas e incondicionales a las que con fe debemos abrazar, agradecer, disfrutar y compartir con otras. Mujer, ¿En dónde encuentras tu valor?

Síguenos o comparte en:

1 comentario en “Un valor que no es propio”

  1. Avatar

    ¡Completamente de acuerdo! La presión social a menudo nos lleva a buscar validación externa, pero la verdadera solución radica en reconocer nuestro propio valor. El empoderamiento femenino es vital, pero recordemos que la autenticidad y la autoaceptación son la base. ¡Bravo!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *