En salud sabemos que no se debe tapar una herida sin limpiarla adecuadamente, y, en lo posible conocer qué agente produjo la injuria. Cuanto más grande, y profunda es la herida, más probabilidades de complicaciones tiene. La presencia de la cicatriz, es la evidencia de la curación de la herida. Hay heridas en el alma de una persona que son tan profundas que dejan marcas, y pueden durar toda la vida. El abuso sexual infantil produce un daño emocional al alma del niño(a), que puede durar toda la vida. Aun cuando no exista recuerdo del evento en la memoria, y sin entender por qué, las víctimas de abuso sexual siempre llevan con ellas una baja autoestima muy dañina, una abrumadora vergüenza, y una perspectiva de la vida y las relaciones basada en el temor.
Si tienes en tu vida una herida, una huella por una situación así, tendrás muchas preguntas, aunque yo no tengo todas las respuestas, solo quiero decirte que hay Alguien infinitamente más grande que tu problema, que nunca estuvo indiferente a lo ocurrido. Él es Dios. Quizás te preguntaste: ¿dónde estaba Dios en medio de tanta injusticia? Él sigue estando en el mismo lugar que cuando su propio Hijo sufrió la violencia en el momento más importante de la historia, la crucifixión. Dios el Hijo, estaba en la cruz pagando el precio del pecado del mundo, mientras Dios el Padre, observaba, con el corazón sangrando. Cuando clamamos desde lo más profundo del corazón, él responde con el más profundo amor y compasión que nadie más puede darnos.
“Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres” Lamentaciones 3:32–33
Aunque las cicatrices permanecen, Dios da gracia sanadora. Uno de los nombres de Dios es Jehová-Rafah, “el Señor sana”. Él sabe cómo traer a la superficie los recuerdos reprimidos. Él sabe cuál es el momento correcto para que cada persona reciba salud de su dolor emocional.
“Porque yo soy Jehová tu sanador” Éxodo 15:26
Israel estaba en el desierto, habían transcurrido tres días sin agua, y las que encuentran son aguas amargas, no potables, por eso llamadas las aguas de Mara. Dios mostró su gloria, transformando totalmente la situación. Donde había muerte en medio del desierto, Dios les provee aguas dulces. Cristo nos trajo vida donde había muerte, Cristo puede hacer florecer un jardín en medio del desierto de tus dificultades, mostrar su gloria, establecer su bendición, porque él es Dios Todopoderoso. Todo es posible para Dios. En Romanos 8:28 nos anima diciendo: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan para bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. El camino hacia el crecimiento comienza con un enfoque en Dios, y no un enfoque en nosotras mismas. Si continuas viendo hacia adentro, siempre verás tus heridas, pero cuando miras a Jesús, verás Sus heridas y recordarás que Él murió para sanarte. Podemos confiar en Aquel que nos amó completamente. Aunque las cicatrices permanecen, Dios da gracia sanadora.
“Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían” Nahúm 1:7
La bondad de Dios es lo que le predispone a ser generoso, cordial, benevolente y lleno de buenas intenciones para con nosotras. Él es tierno de corazón, y rápido para identificarse con nosotras. Cuando tenemos heridas profundas en el alma, nuestra tendencia es creer que Dios no es bueno, pero podemos descansar en que es una verdad: DIOS ES BUENO.
“…Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” Juan 8:31 y 32
Si estás luchando con el pasado necesitas esa libertad, porque estás cautiva. Y Dios nos da libertad, nos da una nueva vida, nos llena de paz.
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” Isaías 26:3
● Dios te ama. Profunda y completamente. Al enemigo le encanta cuando sientes vergüenza, condenación y autodesprecio, pero la Palabra de Dios dice que eres preciosa a sus ojos, aceptada y valorada (Is. 43:4).
● No tienes que vivir en temor como una víctima. La paz y la victoria vienen de quien eres en Cristo (Ef. 1:3-8)
● Mientras corres al Señor, quien ve, sana y consuela, Él puede usar lo que el enemigo usó para mal, para traer gloria y alabanza a Dios. (Gn. 50:20)
● También puedes animar a aquellos quienes todavía están en la lucha hacia la libertad del dolor, y las inseguridades que surgen del abuso sexual (Gal. 6:2 )
Da el primer paso. Ve hacia Dios. Él espera por ti.
“Jehová Dios mío, a ti clamé, y me sanaste” Salmos 30:2