En el salmo 19, que es de David, podemos contemplar dos maravillosos «libros» que Dios nos dio:
La Creación (vv. 1-6)
¡La creación es el gran libro sin palabras! Al contemplar la hermosura de los cielos, su inmensidad y su esplendor, el hombre puede saber que Dios existe. El orden admirable de su diseño es una muestra irrefutable de la existencia de Dios: tuvo que ser la sabiduría más alta la que concibió el plan y el poder infinito quién lo materializó. La creación revela a Dios como el Todopoderoso, revela Su poder y Su conocimiento.El segundo libro es:
La ley de Jehová (vv. 7-10)
La preciosa e inmutable Palabra de Dios que nos revela al Dios de amor y Su gracia para con el hombre. Las verdades científicas pueden estimular nuestro intelecto pero las verdades espirituales convencen nuestro corazón y nuestra conciencia. La Palabra de Dios es Su voluntad revelada a nosotros y es la gran fuente de sabiduría para el ser humano: nos muestra lo que éramos lo que somos y lo que seremos. En el salmo 19 encontramos cómo la Palabra de Dios colma de sabiduría. Estos son algunos de los beneficios:
- Convierte el alma (v.7)
Es el paso número uno para ser sabios, entender el estado caído y recibir el regalo de la vida eterna. El Salmo 111:10 dice: «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová» - Hace sabio al sencillo (v.7)
Da entendimiento a los que se reconocen como simples. El «simple» es la persona que todo lo cree (Pr. 14:15) es ignorante, ingenuo y fácil de arrastrar al mal. La Palabra de Dios da sabiduría a los simples que buscan en ella, los hace sabios. - Alegra el corazón (v.8)
La Palabra de Dios llena el corazón de admiración y reverencia siempre crecientes (Sal. 30:11). - Alumbra los ojos (v.8) (Sal. 119:130)
La Palabra de Dios abre los ojos en cuanto a cómo somos, las cosas por cambiar y nos enseña a vivir con la mirada puesta en lo celestial. Nos abre los ojos para ver cómo Cristo ve, a pensar como Cristo piensa, a sentir como Cristo siente, nos enseña a llegar a ser como Cristo. - Deleita el alma (v.10)
Que maravillosa satisfacción produce en el alma la Palabra de Dios cuando habla y llena directamente la necesidad específica del corazón. - Amonesta al siervo de Dios (v.11)
La Palabra de Dios nos protege, nos aconseja y nos advierte sobre los peligros del mal camino.
La Palabra de Dios está a disposición en cada momento, cada día. Ella no sólo nos llena de sabiduría, y nos bendice con todos estos efectos sino que en guardarla también hay grande galardón. Hay recompensa, no sólo después de obedecer los mandamientos de Dios, sino en obedecerlos. La Palabra de Dios hace la diferencia en la vida porque es la verdadera fuente de sabiduría, y nos enseña a vivir agradando a Dios.
¡Vale la pena invertir tiempo en ella!