Es esperanzador para mí saber que el carácter cristiano no es algo que yo me impongo a la fuerza, tampoco algo que consigo por cambiar lo de afuera, sino que viene de adentro, por el poder del Espíritu Santo que vive en nosotras desde el momento en que recibimos a Jesús como salvador.
Referente al Espíritu, en Gálatas 5:16 el apóstol Pablo nos exhorta a dos cosas, la primera a “andar en el Espíritu”, y que ese andar sea una constante en nosotras, en otras palabras, que sea nuestro estilo habitual de vida. La segundo a “no satisfacer o dejarnos llevar por los deseos de la carne”, ya que estos deseos se oponen a Dios.
El andar en el Espíritu produce cualidades de carácter, entre las cuales encontramos la templanza. Ésta es sumamente importante ya que nos capacita para poder refrenarnos ante esos malos deseos, impulsos, pasiones, apetitos relacionados con el cuerpo o la carne que piden ser satisfechos.
En otro tiempo nosotras vivíamos en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos. Y ya estando en Cristo, éstos presentan batalla contra nuestra alma. Por medio de la templanza es que podemos encontrar victoria. Se ha dicho que es a través de este fruto que uno puede conquistarse a sí mismo, ser dueña de sí.
Por lo general tenemos la tendencia a querer controlar situaciones o a ejercer control sobre otras personas, pero rara vez oramos en la mañana, durante nuestro tiempo devocional, para poder controlarnos a nosotras mismas frente a los malos deseos. Que mal nos sentimos cuando perdemos el control en una situación y luego nos encontramos en problemas difíciles de resolver que nos llevan a la ansiedad, frustración, decepción, desánimo, etc.
Días atrás, viajando por General Paz, me tocó ver una escena muy triste. Un auto en el cual iba una pareja iba a pasar por el peaje cuando vino otro y se le adelantó, impidiéndole avanzar. En cuestión de segundos la chica que viajaba al lado del conductor se bajó, fue hacia ese auto y trato de abrir la puerta a la fuerza, pero sin lograrlo, entonces comenzó a golpear la ventanilla. Como todo esto entorpecía el paso, un conductor de atrás tocó bocina, entonces la chica se fue hacia él y le arrancó el espejo del auto, luego bajaron dos personas de este y comenzaron a golpearse entre los tres. La combi en la cual iba continuó su camino y me di cuenta de que seguí el viaje con mucha tensión.
No dudo que esta chica ni se imaginó lo que iba a suceder ese día cuando se levantó y emprendió el viaje, pero fue hasta que se presentó una situación cuando la carne afloró y los malos deseos la controlaron.
Así nos pasa muchas veces a nosotras, podríamos decir que el día se presentaba bien hasta que… a través de internet acepté verme con alguien que no conocía, hasta que… se presentó la ocasión para vengarme, hasta que… el producto apareció en oferta… y entonces di un paso más a pesar de que me había propuesto no hacerlo.
En el tiempo de Pablo, la templanza o el autocontrol, era una característica de los atletas. Debían disciplinarse a sí mismos para obtener la victoria, no solamente absteniéndose de todo vicio, sino también manteniendo una dieta estricta y sometiéndose al entrenamiento indicado. Dios quiere que de igual modo sea en nuestras vidas.
Así como cuando vamos al gimnasio, generalmente se nos da una rutina y los resultados con el tiempo suelen ser muy satisfactorios si la seguimos. De igual modo tenemos que disciplinarnos en nuestra vida diaria en temas como la comida, las compras, el uso del dinero, el tiempo frente a las pantallas, etc.
Por tal motivo también se menciona el dominio propio en 2 Pedro 1:5-6 “Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadid a vuestra fe, virtud, y a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio…” ¡La clave es añadir dominio propio!
Te animo a leer en los próximos días 1 Samuel 25. Allí encontrarás a una hermosa mujer llamada Abigaíl. Cuando Nabal, su esposo, respondió con insultos a la petición de hospitalidad que David le envió, ella tomó medidas para salvar a su familia. Una mujer sabia, prudente, con dominio propio, dueña de sí, lidió con un hombre insensato durante años y también con un rey furioso. El resultado está en los vs. 32-34 dice “Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases. Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano. Porque vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida a Nabal ni un varón”. En ella tenemos un ejemplo de templanza a seguir, una mujer controlada por Dios.
Algo que no quiero dejar de mencionar es que el apóstol Pablo en Tito 1:8 nos deja saber que es necesario que quien ministra a otros sea, entre otras cosas, “dueño de sí mismo”, de esta forma será de influencia y canal de bendición a las personas que están a su alrededor, ya sea en el hogar, la facultad, la iglesia, etc.
Para considerar:
- Mantenerme atenta
Vivimos a un ritmo en el que muchas veces no tomamos conciencia de cómo estamos andando, si en el Espíritu o dominadas por la carne. Tengo que estar atenta.
- Mantenerme alerta
Estamos en una batalla y no sabemos por dónde vendrá el ataque, pero somos responsables de la forma en que responderemos.
Te comparto una experiencia personal, por la gracia de Dios tuve la oportunidad de viajar a Israel junto con otras personas y anticipábamos días de mucha bendición. Nuestro vuelo hacía escala en USA, así que pasamos una noche en Manhattan. Ese día llegamos al hotel cansados del viaje y en forma personal, todo lo que quería era bañarme y dormir. Tenía una habitación solo para mí. Mientras preparaba las cosas pensé en prender la tele, al encenderla la primera imagen que apareció fue una escena obscena, y en segundos estaba frente a una decisión de frenarme y apagar o ceder y avanzar. Todo lo que hice fue bajar la cabeza e invocar a Dios, e inmediatamente apagué la tele. A través de las pantallas continuamente somos bombardeadas con propuestas de distinta índole que apelan a satisfacer nuestros deseos de forma incorrecta. ¡A cuidarse!
- Mantenerme bajo control
Sí, bajo el control del Espíritu Santo. “Porque no nos ha dado Dios Espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”, en la NTV dice así “Pues Dios no nos ha dado un Espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina.”
Reflexión personal
- ¿Qué caracteriza tu vida? ¿Control o descontrol? ¿Prudencia o imprudencia? ¿Disciplina o desorden?
- ¿Qué cambios podría experimentar si tuviese dominio propio en las diferentes áreas de mi vida?