Encontramos en el Salmos 42 al ciervo sediento que brama por las corrientes de las aguas, y la comparación que hace es con la actitud que podemos tener hacia Dios: necesidad, dependencia y clamor. (v.1-2)
“Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.”
Hay un clamor en el corazón de todo creyente que sólo encuentra satisfacción en la comunión con el Señor.
Es posible que una persona pueda llegar a recibir a Cristo como Su Salvador personal, servirlo durante décadas, y llegar a encontrarse cara a cara con Él en la gloria ¡sin nunca haber experimentado la satisfacción en El! La llenura que solo Él puede dar no es algo que acompaña automáticamente a nuestra salvación, y esa satisfacción se desarrolla a través de la comunión fresca y diaria con ÉL
Querida joven, quiero preguntarte, ¿Cuándo fue la última vez que ríos de agua viva corrieron por tu interior, y sentiste a Dios hablando a tu vida de una manera directa, personal, refrescando tu corazón sediento?
¿Cómo está tu alma hoy?
A través de estas líneas, quiero animarte a cultivar una más profunda comunión con Cristo.
Me gustó notar que el bramido del ciervo indicaba desesperación, gran deseo y necesidad. Entonces me pregunto, ¿Realmente tengo sed de Dios, del Dios vivo? ¿De qué tengo sed cada mañana al despertar? ¿Cuál es mi primer pensamiento o deseo? ¿Por qué estoy a veces desanimada y está triste mi alma?
v.3 “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche”.
Puede pasar que busquemos cosas en la vida que pensamos que, al alcanzarlas, saciarán la sed profunda del alma, sin embargo, esa satisfacción es temporal.
O que lleguemos a conformarnos con la satisfacción que nos brinda alguna cosa, o actividad, o persona.
¡Dios nos creó para que tengamos comunión con Él y le amemos!
Así como mi alma es tan única y personal porque soy yo misma, mi esencia, mi ser, también mi Dios es tan personal, tan mío, el Dios de mi vida, ¡mi Roca! ¿Por qué debería abatirme a veces? Mi sed sólo puede ser satisfecha por el Dios vivo…
La más profunda necesidad en nuestra vida es Jesucristo mismo, y mi comunión con él: ¿Cómo puedo amarlo más? Bueno, te quiero compartir, por lo menos tres maneras de hacerlo.
1. Debo desear a Jesús preeminentemente.
Es decir, debo desear a Cristo por sobre todas las cosas. Todo lo que necesitamos espiritualmente está en Jesucristo. La plenitud de Dios el Padre habita en Jesús, y Jesús habita en vos y en mí. Alguien dijo sabiamente “Con Cristo lo tenés todo, sin Cristo te falta todo” Y ni vos, ni yo, podemos ir más allá de Cristo, pero sí, podemos ir más profundo en Cristo. Is. 55:1-2 ¡Vení a las aguas! Jesucristo es el Verbo, esas aguas abundantes están en la Palabra de Dios. Aguas frescas y pan para el alma cada día.
2. Debo buscar a Cristo apasionadamente.
El Is. 55:1-2 no habla de una persona que simplemente tiene apetito, sino de una que esta desesperadamente hambrienta y estará solamente enfocada en encontrar comida y agua!
La determinación es la que ayudará a encontrar satisfacción para el alma. Es esa determinación la que me hará buscar un cambio. Una persona verdaderamente sedienta debe estar dispuesta a pagar el precio. Quienes no tienen ni hambre ni sed no pagarán el precio.
“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Comerán lo que es bueno, disfrutarán de la mejor comida” NTV
Ese costo es “la determinación”, esa determinación por hacer ajustes en mi día, para encontrar un tiempo para alimentarme de Cristo y de Su Palabra. Mi mente, entiende que mi alma necesita ese alimento vivo de la comunión, y ejercita el dominio propio para: acostarme en la noche temprano, dejar agua caliente en el termo y el mate listo (por ejemplo,) para que, al levantarme antes de lo acostumbrado, pase un buen tiempo con Dios y Su Palabra, que seguro va a hablar a mi vida.
¡Cuesta! Pero la llenura que dará cada día a mi alma será extraordinaria.
3. Debo saciarme en Jesús perpetuamente.
Salmos 63:1,3,5 “Tú me satisfaces más que un suculento banquete, te alabaré con cánticos de alegría”. Esto es algo para cultivar cada día, buscarle, y encontrar gozo permanente en Él. Es maravilloso como la Palabra de Dios habla de manera directa a las inquietudes más íntimas según lo que estamos necesitando cada día, eso llena de gozo y emoción el corazón, de amor por mi Salvador, y de ganas de seguir leyendo. ¿Lo has experimentado?
Vamos a ser grandemente saciadas y satisfechas por Su Palabra, porque al estar llenas de Su Palabra, estamos también llenas de bendiciones, y teniendo comunión con el Señor, tendremos una Palabra fresca de ánimo para compartir con alguien, y un enfoque correcto de la vida y de las circunstancias.
Si desarrollamos la comunión con Cristo seremos grandemente bendecidas; felicidad y santidad están inexplicablemente entretejidas con Jesús.
Pero la comunión debe ser diaria, es algo que debemos buscar cada momento y hasta que Él venga a buscarnos.
Cuando comemos mucho, sentimos que no volveremos a comer por días, pero al rato, buscamos algo para “picar”. Con lo espiritual sucede también, cada día, hay que buscar la comunión con el Señor.
Sal 107:9 “Porque sacia al alma menesterosa y llena de bien al alma hambrienta”
Cuando las personas saben lo que tienen en Jesús, nada ni nadie lograra separarlas de él.
Dos invitaciones:
a. A la lectura bíblica
¿Alguna vez leíste toda la Biblia de tapa a tapa? ¿Alguna vez empezaste, y por algún motivo no avanzaste más? ¡Te animo a retomarla! A programar tu mente, corazón y alarma para comenzar a disfrutar de una manera como nunca antes. ¡Que cada día de tu vida estés avanzando en alguna parte de la Escritura!
El agua reconforta al ciervo, la voz de Cristo calma y regocija mi alma.
b. A la oración
El corazón se purifica cada día a través de la oración. Cuán renovadora es una buena charla con el Señor, para aclarar la mente y el corazón, alabarle, derramar pedidos de oración, entregar cargas, etc.
Beneficios de la comunión diaria con el Señor:
- Le conoceré y amaré más. Jn. 15:21-23
- Desarrollaré un carácter más parecido al suyo. 1 Jn. 4:17
- Me enfocaré correctamente en cuanto a lo que Dios hace, y en cuanto a mi lugar en su obra. Jn. 15:16
Ha sido de tanta bendicion y ánimo para seguir cultivando mi relación con mi Creador y Dueño! ❤️