Una meta llamada Victoria

“La ansiedad es como una maraña de gruesos hilos que ejercen presión sobre nuestra mente —nos ata como con un cordón—a las angustias de hoy y las preocupaciones de mañana. Trágicamente, el efecto de la ansiedad ahoga el gozo, interfiere con nuestra paz, y corta la libertad. Sin embargo, ¡podemos vencer a esa asfixiante enemiga!”

— June Hunt  “Victoria sobre las emociones»

Hace un par de semanas regresábamos a casa y estaba pronosticada una tormenta, la cual, nos agarró en plena ruta; nuestra hija pequeña le tiene temor a los relámpagos y truenos y esta vez no fue la excepción. Para tratar de calmarla, empezamos a conversar entre todos de  cómo Dios crea los truenos y son muestra de su poder. Nuestro hijo, como buen hermano mayor, dio una “explicación científica” y su intervención fue la siguiente: Cada vez que se veía la luz del relámpago, contaba, y antes de llegar a 5 se escuchaba el trueno en toda su magnitud, “esa es una forma de medir la distancia” dijo, “y eso quiere decir que está a más de 4 kilómetros de distancia” eso tranquilizó a nuestra pequeña, el saber que no estaban cerca, y que Dios nos cuidaba.

Esto vino a mi mente cuando comencé a estudiar sobre la ansiedad y la frustración . Cuando doy espacio a la ansiedad en mi vida, viene en un corto tiempo la frustración destruyendo lo que la ansiedad no pudo.

Justo en estos días nos podemos preguntar: ¿Está bien preocuparme por lo que vendrá?

La Biblia nos da un significado de esta palabra que muchas veces quiere invadir mi corazón, la palabra que en español se traduce como: afán. En el Nuevo Testamento es la palabra griega merimnao, que significa “estar ansioso, estar distraído” o “tener una mente dividida” (merizo, “dividir”—nous, “la mente”).

La ansiedad es dividir la mente entre: lo que vale la pena y es útil, y lo que es dañino y destructivo. “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” (Mateo 6:27)

No es fácil cuando se presentan situaciones como las que estamos viviendo frente a una pandemia, o cuando nos mueven nuestros planes. La ansiedad toca a nuestra puerta, en lo personal fue una nueva escuela de Dios para mi vida, tenía muchos planes en lo ministerial y familiar, pero Dios me dio una gran lección “El no solo quiere cambiar mis planes, si no también quiere cambiarme a mí” (Jeremías 18:4)

 ¿En qué se enfoca la ansiedad?

Una de las características específicas de la ansiedad, es el enfoque negativo hacia el futuro. Cuando nos preocupamos demasiado, desperdiciamos el tiempo especulando en lo que puede o no llegar a suceder, y encima de esto, esperamos y tememos lo peor.

“¿Qué sucederá con las clases?” “¿Qué pasará si mis padres llegarán a quedar discapacitados?” “¿Qué pasará si escojo mal mi carrera?” “¿Qué sucederá si me enfermo?” “Así que, no os afanéis por el día de mañana” (Mateo 6:34)

Cuando Dios me dice “no os afanéis” en Filipenses 4:6 lo hace con una fuerza de un mandato moral, es decir, la voluntad de Dios  es que vivamos sin ansiedad.

Por un lado, la ansiedad incluye el temor, pero la frustración implica estar enojada por cualquier cosa o persona que se interponga en mis planes, no aceptando la intervención de Dios, y dejando que el foco de mi frustración sea lo más importante. A esto Dios le llama pecado.

¿En qué está enfocada mi vida?


“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos”. (Salmo 139:23)

Sé que estarás pensando: ¿Y ahora cómo puedo luchar con el pecado de la ansiedad y la frustración?

Elizabeth Elliot en “The Shepherd’s Leading” decía.:” Si oramos como Cristo nos enseñó en el Padre nuestro -hágase tu voluntad- es muy  posible que para hacerse su voluntad, la nuestra será desechada cada cierto tiempo, de forma que yo haga lo que él quiere y no lo que yo quiero” esto es primero, mi tiempo de oración.

Haz una lista de aquello que te está causando ansiedad, y entrega a los pies de Cristo tu carga (1 Pedro 5:7), cuando llega la preocupación a mi vida, viene a mi mente el Salmo 112.7 “Nunca le asalta el temor de recibir malas noticias, pues confía en Dios de todo corazón”

Ora y ayuda de una forma práctica a otros que están pasando por valles de sombra, esto te abrirá el panorama para ver que no estás sola viviendo momentos difíciles.

La memorización es un hábito que en lo personal me cuesta, y debo esforzarme más, hay tantas verdades que me ayudan a afrontar situaciones difíciles en mi vida, aumentando mi fe.

Tiempo de actuar:

No puedo seguir posponiendo lo que Dios quiere que haga hoy, y eso es, vivir en victoria.

Una frase muy real dice “lo urgente es ruidoso y lo importante es silencioso”

  • Organízate en las cosas que necesitas hacer, a corto y largo plazo.
  • Haz una lista de oración por tus proyectos, tus amigos, familiares y aquellos inconversos que conoces.

Memoriza uno o dos versículos como mínimo en la semana que hablen acerca del cuidado y provisión de Dios (Mateo 10:31; Lucas 12:7; 1Pedro 5:7; Mateo 6:25-34).

  • No descuides tu tiempo devocional con Dios
  • Lee un libro que te acompañe a confiar en Dios.

Y ahora, cuando llegue una tormenta a tu vida trayendo ansiedad y frustración recuerda que Dios está al control, y estará ahí contigo.

«Se para mí una roca de refugio, donde recurra yo continuamente» Salmo 71:3

Síguenos o comparte en:

6 comentarios en “Una meta llamada Victoria”

  1. Avatar

    Gracias por la palabra brindada, es una bendición, ánimo al corazón, pero un llamado personal a dejar a DIOS hacer su voluntad

  2. Avatar

    Gracias Anita por compartir lo que Dios habló a tu corazón , muy practico . Es maravilloso ver cómo , Su Palabra nos alienta siempre !!

  3. Avatar

    Anita Gracias por recordarnos quien tiene que ser el centro de nuestra atención.
    Sos una mujer virtuosa un ejemplo para seguir Gracias por animar nuestras vidas y apoyarnos en todo momento….Los Quiero♾

Responder a Cathy Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *