Llegando tarde a la reunión, observé calles cortadas, largas filas de personas caminando y cantando, mostrando estatuas decoradas; muchos de ellos, hacía días que habían salido de sus casas, porque debían cumplir una promesa: caminar hasta Luján. Vi a dos mujeres y tres hombres avanzando de rodillas, otro grupo llevaba sobre sus hombros grandes y pesadas imágenes; el fastidio porque iba a llegar tarde a la reunión se convirtió en tristeza, y luego en pena; “¿cómo podían estar tan ciegos?”.Traté de repartir algunos folletos y hablar con algunas personas, pero ninguna me quiso oír. Pensé que se parecían mucho a la escultura que llevaban en sus hombros, con ojos que no ven y oídos que no oyen. Era tarde, no podía perder más tiempo, así que me fui y me olvidé. Cuando me dieron el tema para este devocional, fue muy interesante recordar esta situación. Me asombra que, hoy día, hablar de idolatría , suena extraño o incomprensible, porque tendemos a asociar idolatría con religiones antiguas, cultos, historias y mitologías. La realidad es que, la idolatría, está muy lejos de ser removida de nuestra cultura y mucho menos de nuestro corazón, porque es más que arrodillarse frente a una imagen. La idolatría se disfraza, toma diferentes formas, y, escondida en lo oculto, sigue atrapando nuestras almas, y está en nosotros. Como decía Juan Calvino: “nuestros corazones son fábricas de ídolos y nuestras palabras y acciones están determinadas por la búsqueda de las cosas que nuestros corazones anhelan”. Santiago nos muestra como es la progresión hacia un ídolo. En el capítulo 4:1-3 “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. Un deseo no necesariamente debe ser malo; puede ser bueno, aun ser muy loable. Lo importante es ¿qué estoy dispuesto a sacrificar para hacerlo realidad en mi vida? Así que, allí donde te encuentres, no cierres tu corazón; por favor, sigue leyendo y pídele a Dios que te muestre si hay algo o alguien que está ocupando un lugar que solo le corresponde a Dios. ¿Por qué? Porque eres su hija, y has visto tu condición de pecadora perdida, sin Dios y sin esperanza. Porque reconociste que solo la sangre de Cristo podía limpiarte, y le pediste perdón a Él, y le recibiste creyendo en su nombre. Entonces eres una verdadera hija de Dios al igual que yo, y tú sabes que solo Él, es digno de sentarse en el Trono de nuestro corazón. Cabe destacar que este tema merece nuestra atención, porque nace en el mismo corazón de Satanás; es diabólico, y no quiero asustarte, pero si advertirte. Estás en peligro, él sabe que fuimos creadas para adorar; pero desde el principio, su deseo ha sido robar la gloria que le pertenece a Dios, y te ofrecerá lo que quieres; en Mateo 4:9, Satanás le dijo al Hijo de Dios encarnado, al mismo Señor Jesucristo “… Todo esto te daré, si postrado me adorares”. Con este devocional quiero proponerte tres cosas:
1.Examina tu corazón: “Identifica a tus ídolos”
Ya vimos que la idolatría se oculta detrás de deseos, y que estos deseos se convierten en ídolos, pero, ¿Cómo los identificamos?
- Te moldea a su imagen.Necesitas mirar dentro de tu interior, ¿cuáles son tus deseos más íntimos? recuerda que no necesariamente deben ser malos; como ejemplo, Génesis 25:21-27, donde se puede observar como una promesa se convierte en un ídolo, que llevará años destronar. Rebeca concibió dos hijos, y Dios le dijo que el mayor iba a servir al menor; los niños fueron creciendo, y el deseo de cumplimiento de la promesa también. Ellos querían la “Bendición”, cueste lo que cueste. Poco a poco, fueron tomando la forma de su ídolo, ciego, sordo, cruel, diabólico. No exagero. Lo primero que un ídolo hace es cegarte; las personas dejan de ser tu prójimo, para convertirse en “objetos a utilizar”. Eso será lo único que importa. Lo segundo, ya no puedes oír las necesidades de otros, excepto si se alinean con tus deseos: «¿ me sirve?”. Lo tercero te vuelve cruel, no importa lo que implique, solo importa lo que tú quieres. Por último, la transformación final te hace diabólico: mientes, peleas, exiges, juzgas, castigas. Haz tomado la forma de tu ídolo.
- Te pide sacrificios: Qué estás dispuesto a dar; Rebeca ofreció en el altar a su esposo y a sus hijos, Jacob a su padre, a su hermano, y finalmente a él mismo. Por favor, abre tus ojos, mira lo que Dios te está mostrando. Oye su advertencia, ya que para Dios es grave la idolatría. Distorsiona la imagen que él puso en nosotros (Génesis 1:27) ; lee Ezequiel 14:3 « Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro. ¿Acaso he de ser yo en modo alguno consultado por ellos?» Cómo dice Santiago, no recibimos porque pedimos mal, para gastar en nuestros deleites (deseo a satisfacer). Para identificar más claramente a un ídolo (deseos convertidos en exigencias), hazte las siguientes preguntas y anota las respuestas. ¿Qué quiero preservar o evitar a toda costa? ¿En dónde pongo mi confianza? ¿Hay algo que desee tanto, que estoy dispuesto a desilusionar o herir a otros para conseguirlo? Mira tus anotaciones y, en oración, pídele a Dios que quite la venda de tus ojos.
2. Exponlos en confesión: “Arrepiéntete, le quitarás la Influencia sobre tu vida”
¿Ya hiciste tu lista? Desde el fondo de mi corazón espero que sí, yo ya la hice. Volvamos a Mateo 4:9 pero veremos también el 10 “y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.” Cambia de rumbo, arrepiéntete, el versículo que solemos usar para evangelizar en 1 de Juan 1:8-10 «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros». Esto es para nosotros, sus hijos; la idolatría es pecado y debemos confesar para ser limpiados de toda maldad. Recupera la imagen de Dios en tu vida, tu propósito no es tu gloria o glorificar tus deseos, es su gloria, solo ante Él nos hemos de inclinar. Digamos y hagamos como los amigos de Daniel allí en Daniel 3:16-18: » Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado». Cueste lo que cueste, será a la manera de Dios o no será en mi vida. Nuestro Salvador nos dejó ejemplo; a la manera de Dios, era la Cruz…y allí se dirigió sin dudar, porque conocía y confiaba en su Padre. ¿Y nosotros? ¿Confiamos en su amor, sabiduría y bondad, lo suficiente? Debes entregar el derecho de satisfacer tus deseos por tu propia cuenta, y en el silencio de tu corazón, ora a Dios: «Señor, confieso mi pecado de idolatría, me arrepiento de estos deseos que se han convertido en mis ídolos, cumple tu propósito en mi vida, hágase tu voluntad y no la mía, en el bendito nombre de Jesús mi Salvador y mi Libertador» . Espero que ésta sea tu oración. Es la mía, hoy, mañana, y hasta que nos venga a buscar o yo vaya a su presencia, porque no te olvides que tu corazón y el mío, son fabrica de ídolos. Así que amada joven, sigamos el consejo de Pablo en 1 Corintios 10:14: «Por tanto, amados míos, huid de la idolatría»
3. Encamínate a Temer, Amar, Confiar y Deleitarte en Dios.
Recuerda; «idolatría» es adorar cualquier otra cosa antes que a Dios, sea visible o invisible, así que puede ser externa o interna; es «comprometernos con alguna parte de la creación más que con el Creador.» Quiero terminar con los versículos que cuando me desvío, me recuerdan a quien pertenezco y quien es el único que debe estar sentado en el trono de mi corazón. Salmos 37:4: «Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón» . El sabe lo que es mejor. Jeremías 29:11: «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperás» . No quieras forzar a Dios a cumplir tus deseos, inclina tu voluntad a cumplir los suyos porque, Judas 1:24-25: » Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén».
Que el Señor te bendiga.