Sirviendo en dependencia

Que inmensa felicidad cuando llega a nuestras vidas ese ministerio que estábamos esperando, y mientras lo compartimos con amigas salen frases tales como:

… me prepare mucho para este día, por fin voy a poner en práctica todos los cursos que hice, … y si… sabía que era para mi este lugar…

Cuántas cosas decimos o pensamos, cuando nuestra mirada esta puesta en nuestras propias creencias.

Pero ¿qué piensa Dios acerca de nuestra competencia o capacidad para el ministerio que podamos realizar?

El apóstol Pablo en su segunda carta a los corintios nos enseña en 3:5 “No es que nosotros mismos estemos capacitados para considerar algo como nuestro; al contrario, todo lo que podemos hacer viene de Dios”.

El contexto en el que Pablo se encontraba en el momento que les dice esto no era fácil, la iglesia le acusaba que no estaba capacitado para enseñar doctrina y le pedían referencias, cartas de recomendación. Ellos estaban dudando de sus capacidades. 

¿Te has sentido alguna vez así en tu ministerio? ¿Alguien puso en duda tus capacidades para el servicio en alguna área?

Miremos el ejemplo de Pablo ante esta situación. Él usó estas falsas acusaciones como una oportunidad para dar testimonio de la Gracia que transforma vidas.

Pablo respondió: “Y se ve claramente que ustedes son una carta escrita por Cristo mismo y entregada por nosotros; una carta que no ha sido escrita con tinta, sino con el Espíritu del Dios Viviente; una carta que no ha sido grabada en tablas de piedra, sino en corazones humanos.”

 

Tenemos la certeza del resultado en nuestro ministerio cuando sabemos de dónde viene nuestra competencia.

Pablo no se jactaba de sus capacidades, sino que daba a Dios la honra por todos sus logros. Mientras los falsos maestros se sentían orgullosos de su poder y prestigio, Pablo expresa su humildad delante de Dios.

Nadie puede considerarse capaz sin la ayuda de Dios. Nadie es competente para cumplir con sus propias fuerzas la responsabilidad para la que Dios nos ha llamado. Sin la habilitación del Espíritu Santo, el talento natural puede llevarnos al fracaso, o a un éxito de glorias pasajeras.

 

¿Cómo podemos saber si estamos sirviendo en dependencia?

Definamos dependencia: es un término con diversos usos que puede utilizarse para mencionar a una relación de origen o conexión a la subordinación a un poder mayor o a la situación de un sujeto que no está en condiciones de valerse por sí mismo.

Cuando pensamos en esta definición nos lleva a reflexionar si es que estamos bajo ese poder mayor que es nuestro Dios y si entendemos que solas no podemos.

Servir en dependencia:

  • Es subordinar mi capacidad y mi voluntad a la de Dios y confiar en Su Gracia para hacer todo lo que nos pide.
  • Es una elección personal, entender que separada de Él, nada puedo hacer. Juan 15:5
  • Es reconocer mi debilidad, porque cuando digo “soy débil”, Él me hace fuerte para seguir. 2 Co 12:10
  • Es escuchar solo Su voz más allá de las situaciones que puedan estar pasando alrededor. Salmos 85:8

Preguntas para Reflexionar

1- ¿Cómo me doy cuenta de que estoy apoyada en mis propias capacidades cuando estoy en el ministerio?

2- ¿Consulto en oración a Dios por Su guía, para cada decisión o proyectos en el ministerio?

3- ¿Comparto con las autoridades las ideas o planes para actividades y cambios en el ministerio?

4- ¿Dejo que supervisen lo que estoy haciendo y acepto sugerencias?

 

Seamos sinceras con nosotras mismas y reconozcamos que no somos suficientes para poder hacer el ministerio.

Necesitamos del Señor y llenarnos de Su Poder acercándonos a Su Presencia, entendiendo que Él nos da el aval y nos capacita para Su obra.

Que podamos honrarle a través de un corazón humilde y de siervas, en el ministerio que puso en nuestras manos.

Síguenos o comparte en:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *