Sin condiciones para creer

Cuántas de nosotras hemos crecido con ideas que creíamos ciertas hasta que de repente nos enteramos de la verdad. Por ejemplo, el ratón de los dientes o Santa Claus. Todavía recuerdo cuando tenía 7 años, esa madrugada que me desperté y vi a mi mamá colocando los regalitos junto al pesebre. Que decepción saber que algo que había creído, no era verdad.

Estas situaciones no pueden suceder con Dios. No hay verdades a medias ni decepciones posibles. ¡Puedes creer en Dios sin temor! Pero para creerle necesitas conocerle. No puedes creer en alguien a quien no conoces. Cuando no conoces a Dios lo suficiente, pones condiciones para creer: «te creo, pero…» o «si no lo veo no lo creo». Por eso es necesario conocer su Persona, su Palabra y sus Promesas, para creerle sin condiciones.

Si en este momento estuviésemos en un auditorio y alguien pregunta «¿quién desea tener gozo?» seguramente, la mayoría levantaría la mano, y ¿Quién desea tener paz? Creo que no quedaría mano sin levantar. En Romanos 15:13 dice “y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer…” este “creer” no es para salvación, si no que es el creer del razonamiento, del entendimiento. Gozo y paz son consecuencia del creer, pero muchas veces cuando el alma decide confiar, a la mente le cuesta creer. La mente es el conjunto de capacidades intelectuales, como la percepción, el entendimiento, el pensamiento, la conciencia y la memoria. La mente está directamente relacionada con lo que creemos, porque está ligada a lo que pensamos. Cada una de nosotras decidimos en qué creer y solemos creer en aquello en lo que insistimos en pensar.

Amar a Dios con toda la mente, como se nos exhorta en Marcos 12:30, ¡es un verdadero desafío! (En los dos devocionales anteriores encontrarás el estudio de “con todo tu corazón y con toda tu alma”) porque estamos en guerra. Hay una batalla declarada en contra de nuestra mente y ¡Satanás sabe dónde y cómo atacarnos!

¿Qué significa amar a Dios con toda mi mente?

Significa decidir pensar en lo verdadero, lo honesto, lo puro, lo justo, etc. (Filipenses 4:8). A cada momento estamos expuestas a pensamientos que no son verdaderos, que no tienen nada de honestidad, pureza ni justicia; menos aún amabilidad y buen nombre. Esos pensamientos llegan, a través de las circunstancias que vivimos, de las personas de quienes nos rodeamos, de la sociedad en general y aun de ti misma, tu historia o intimidad. Pero, ¿Qué haces tú cuando llegan estos pensamientos? ¿les invitas un café y comienzas un diálogo con ellos? Así como Eva lo hizo con la serpiente, dándoles el tiempo y el lugar de anidar en tu mente y hasta la posibilidad de creer en ellos.

¿Cómo puedo de forma práctica amar a Dios con toda mi mente?

Generalmente mis condiciones para creer comienzan con la palabra pero… “pero si Dios es bueno, por qué?” “pero llevo tanto tiempo orando y nada sucede…” “pero ya he esperado lo suficiente…” y ahí es cuando pongo en duda la verdad. 2 Corintios 10:5 dice “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” Cuando llegue el “pero” (o en cualquier forma que se presente) para dudar de la verdad, no le permitas crecer, atrápalo, encierralo, no le des lugar. Porque cuando le das lugar a pensamientos incorrectos, que van en contra de Dios y su palabra e insistes en ellos, creyendo que nada te moverá, sucede como la gota de agua sobre la piedra: una gota no hace nada, pero a través del tiempo y la continuidad, el agua erosiona la piedra, provocando cambios irreparables.

En romanos 12:2 se nos exhorta a no conformarnos a este siglo, sino a transformarnos por medio de la renovación del entendimiento. Solo a través del poder del Espíritu Santo, al leer las Escrituras (Salmos 119:9) el pensamiento se renueva.

¿Qué hago con mis pensamientos?

Es un ejercicio continuo e intencional pensar de la manera correcta y pasar los pensamientos por el filtro de Filipenses 4:8. Estas son algunas pautas prácticas:
Ni en el pasado ni en el futuro: ¡En el presente! El pasado no podemos modificarlo, ni estar presas en él. El futuro es incierto. Alguien dijo que la depresión es exceso de pasado y la ansiedad exceso de futuro. Vivamos y pensemos el presente.
Ni en supuestos ni posibilidades: ¡En lo verdadero! No te enredes en aquello que no sabes. No es sano.
Ni en sentimientos ni en emociones: ¡en la Escritura! el corazón es engañoso y perverso, los sentimientos y las emociones cambian continuamente. Piensa de la manera de Dios y eso solo es posible leyendo, conociendo y memorizando las Escrituras.

Detente a pensar

¿Amo a Dios con este pensamiento?
¿Conozco y le creo a Dios y a su Palabra?
¿Estoy viviendo con gozo y paz?
Creerle a Dios, su Palabra y sus Promesas, me da gozo y paz. Si no estoy disfrutando del gozo y la paz que solo Dios puede darme, es porque quizás no le estoy creyendo.
Muy seguido Satanás golpea la puerta de mi mente para susurrarme algunas mentiras; ahí es donde necesito conocer sus promesas y abrazarme a la Verdad. Amar a Dios es un proceso que dura toda la vida; por eso querida amiga, si quieres amar a Dios con toda tu mente, tener gozo y paz ¡debes creerle sin condiciones!

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4 comentarios en “Sin condiciones para creer”

  1. Avatar
    Maria Rodriguez

    Hermosa invitación a reflexionar en estos tiempos la depresión y la ansiedad hacen estragos VIVIR Y PENSAR EN PRESENTE gran desafío

  2. Avatar

    Q preciosa enseñanza. Q lindo es buscar y conocer a Dios y amarle con toda nuestra mente. Los pensamientos más dulces de amor provoca Su Presencia. Q tremenda promesa q tenemos de tener gozo y paz teniendo presente al Señor en nuestra mente.
    Muchas gracias por animarnos a amar a Dios.
    Gracias Naty Perri y Auténtica.

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