La Biblia hace referencia a las posesiones y el dinero con un especial énfasis. Aproximadamente hay más de 2.500 citas que nos brindan principios a tener en cuenta para relacionarnos correctamente con las posesiones económicas.
No encontramos que tengan un valor moral intrínseco en ellas mismas, las posesiones no son ni buenas ni malas, sí podemos decir que son necesarias mientras estemos en la tierra, y como dijo Jack Wyrtzen, fundador del ministerio de Palabra de Vida, la obra de Dios necesita contar con personas, tiempo y dinero; por lo tanto, si queremos que la obra de Dios avance, vamos a ver que es necesario contar con dinero para cualquier obra que emprendamos.
De allí la importancia de tener una relación correcta con los bienes materiales, ya que pueden ser útiles cuando están a nuestra disposición, pero pueden convertirnos en esclavos si ocupan lugar en nuestro corazón, como dice la Escritura, no se puede servir a dos señores, y donde este nuestro tesoro estará nuestro corazón.
El materialismo se presenta como una tendencia de nuestra sociedad, la necesidad de llenar un vacío interno con posesiones, de obtener reconocimiento social o de parecer exitosos en este mundo.
1. No amar al dinero.
La Biblia advierte que cuando nuestro corazón se va tras el materialismo, el amor al dinero compite con nuestro amor a Dios, apoderándose del podio de nuestro corazón, nos vamos tras la codicia, el deseo de tener que nunca se sacia. El daño nos lleva a extraviarnos, como un planeta que se sale de su órbita, dañamos nuestra vida y la vida de las personas que nos rodean, a tal punto que nos alejamos de los planes de Dios para nuestra vida, ya no deseamos su voluntad, sino solo obtener más posiciones, y es allí cuando ellas nos esclavizan y caemos en la trampa.
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” 1 Timoteo 6:10
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Mateo 6:24
2. Dios es dueño de todo.
Todas las cosas son de Dios, no podemos realmente pensar que algo es nuestro y nos pertenece, nosotras administramos lo que Él en su gracia pone a nuestra disposición. Esta verdad debe influir en la forma en que nos relacionamos con los bienes y el dinero, si no es nuestro y es de Dios, debemos respetar sus reglas, sus deseos y principios a la hora de decidir.
“De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en el habitan.” Salmo 24:1
“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.” Hageo 2:8
“Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados…
Porque mío es el mundo y su plenitud.” Salmo 50:10, 12
3. Todas las cosas provienen de Dios.
Es bueno tener presente que, si algo llega a nuestras manos, ya sea por nuestro trabajo personal, herencias, regalos o donaciones, todo absolutamente todo nos lo dio Dios. No hay motivo para gloriarnos ni tampoco para reclamarle, pues nuestro Dios nos da lo que necesitamos.
“Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas.” Deuteronomio 8:18
4. Nosotros, y todo lo que tenemos, pertenece a Dios.
El cuarto gran principio respecto al dinero y a los bienes es éste: nosotros y todo lo que tenemos pertenece a Dios. Pertenecemos a Dios por creación. La Biblia dice:
“Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.” Salmo 100:3
“¿O ignorais que . . . no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” 1 Corintios 6:19–20
“Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.” 1 Crónicas 29:14
5. Nosotros somos mayordomos del dinero y las posiciones que Dios pone en nuestras manos.
La palabra administrar viene de “oíkos” que es: casa; y “nomos” que es: ley. Sería gobernar la casa, y gobernar es tomar las decisiones. Cómo lo hacemos, refleja el estado de nuestro corazón.
“Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.” 1 Corintios 4:2
“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a estar contento en cualquier situación. Sé vivir con limitaciones, y también sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, tanto para estar satisfecho como para tener hambre, lo mismo para tener abundancia que para sufrir necesidad; ¡todo lo puedo en Cristo que me fortalece!”
Filipenses 4:11-13
Que hermosa declaración puede hacer Pablo, su gozo no dependía de su situación económica, porque su gozo solo dependía de Dios; cuando nuestro estado de ánimo depende de nuestra situación financiera o de lo que podamos comprarnos, estamos poniendo al dinero como un ídolo en nuestro corazón, porque como dice la Escritura “raíz de todos los males es el amor al dinero”, y cuando esto nos sucede, podemos hasta extraviarnos de nuestra fe y perder nuestro enfoque en el Señor.
Algunas preguntas que puedo hacerme para saber si estoy aplicando estos principios:
¿Soy buena administradora de lo que Dios me da, soy responsable, oro antes de tomar decisiones financieras?
¿Pienso que cuando tenga más dinero las cosas se van a solucionar, estoy preocupada por lo económico?
¿Cómo soy a la hora de ofrendar y de compartir con los que necesitan?
Mi relación con el dinero puede mostrarme el estado de mi corazón y mi vida espiritual, por eso puedes reflexionar y autoevaluarte.
- ¿Cuánto tiempo gasto pensando y hablando de las cosas que me faltan?
- ¿Cuánto me deleito en las cosas que tengo?
- ¿Pienso que si pudiera tener dinero ya todo estaría bien?
- ¿Evalúo lo que me falta por lo que veo que Dios les dio a otros?
- ¿Estoy contenta con lo que Dios me dio?
- ¿Puedo disfrutar de lo que tengo?
- ¿Cuándo tengo necesidad ruego a Dios y dependo de él?
- Cuando miro a otros, ¿qué veo? ¿Mis necesidades o las de los demás?
La Palabra de Dios nos enseña como relacionarnos con el dinero, pero no se agota el tema en lo que vimos en este pequeño escrito, por eso te animo a leer la Palabra y prestar atención a las veces que encuentres principios de administración del dinero. Una meta puede ser leer Proverbios y extraer principios para aplicar.
No olvides que Dios quiere que seamos buenas administradoras de lo que Él nos da, y para ello debemos estudiar la Palabra, en ella hallaremos Su sabiduría para ser halladas fieles.