Un rey es aquel que tiene la autoridad suprema sobre una nación. Meditando sobre Jesus como Rey podemos notar que cuando estuvo aquí en la tierra fue menospreciado, muchas veces maltratado, y porque no decir humillado. Así como vemos en Juan 19:2-3, donde soldados utilizaron su título para burlarse de él, poniéndole una corona de espinas, y un manto purpura, donde también fue golpeado. Un rey que no busco poder y autoridad sino dar su vida por la humanidad.
Vivimos en donde lidera el príncipe de este mundo (Ef. 2:2), Satanás quien opera en los hijos de desobediencia, los cuales siguen la corriente de este mundo, donde prevalecen los deseos de la carne y de los pensamientos. Un lugar donde como cristianas luchamos diariamente con expectativas incorrectas sin experimentar la esperanza eterna, expectativas que nos desenfocan del verdadero objetivo. En un imperio que no nos pertenece, pero aun así permitimos que nos domine.
Entonces, en Juan 18:36 Jesús nos deja claro que, Su reino no es de este mundo. Reinar juntamente con Él tiene que ser nuestra esperanza. ¿Te imaginas ese día? Salmo 93:1 dice “El Señor es el rey! Se viste de majestad. Ciertamente el Señor se viste de majestad y está armado con fuerza. El mundo permanece firme y no puede ser sacudido.” Jesus pudo haber mostrado su poder, su justicia y santidad frente a este mundo, pero prefirió mostrar las riquezas de su misericordia y el poder de su gracia renovadora.
¿Qué nos toca a nosotras hoy frente a nuestro Rey?
*Fidelidad. Mt. 25:21
*Lealtad. Sal. 103:17-18
*Respeto por amor. Dt. 7:9
*Darle la gloria y la honra. Ap. 4:9
