Los que me conocen saben que ¡amo la Navidad! Quizás piensen que sea por el árbol de navidad, o por la decoración, o por el tiempo hermoso en familia. Y, aunque disfruto un montón de todas estas cosas, lo que más disfruto es lo que representan las luces: ¡Luz en medio de tinieblas! ¡Eso es lo que fue la venida de Jesús a este mundo! El trajo luz donde no había ninguna! Como lo dice Isaías 9:2
“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.”
¡Era un mundo perdido sin esperanza, y cambió todo esto! Cuando Cristo irrumpe en nuestro entorno no deja lugar a las tinieblas. Justo antes, en Isaías 9:1 dice: “mas no habrá siempre oscuridad”. Es lo qué pasa en nuestro corazón al dejar entrar a Jesús. ¡Y nos sólo lo cambió para nosotros quienes éramos perdidos y nos encontró, nos dio luz lo que nos permitió reconocer nuestros pecados, y recibir el maravilloso regalo de la salvación! El quiere ofrecer este precioso regalo de la salvación a cualquier persona que esté dispuesto a reconocer sus propias tinieblas, pero lo más maravilloso es que sigue trayendo luz en nuestros momentos de oscuridad. Quizás sos su hijo, su hija, pero dejaste ganarte las tinieblas de la angustia, o de la tristeza, o del dolor o del descontento. Quizás estas pasando por un tiempo donde no ves la salida, pero recordá que Cristo es la luz que te quiere alumbrar y decirte qué hay esperanza en Él, como dice Lucas 1:37 “porque nada hay imposible para Dios”. Y eso ya lo pudimos ver cuando la virgen concibió a un hijo, ¡el Hijo de Dios! Y si El pudo hacer esto, no pierdas la esperanza, ¡todo lo puede! Cuando todos los recursos humanos se acaban, o que no tienes más fuerzas o no ves el fondo del túnel de tu prueba, levanta la mirada y ¡mira la luz que Cristo es! ¡Hay esperanza! Jesús mismo dijo en Juan 8:12.“ Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas…“
Si hay tinieblas en tu vida es que te alejaste de la Fuente de luz. ¡Vuelve cerca de Él! No solo fue la luz de nuestra salvación, sino que también es la luz de cada día que me guía en momentos de dudas, de temores, de ignorancia… ¡No hay ningún rincón del corazón que Cristo no pueda alumbrar! Por eso amo tanto la Navidad, y una de las cosas que representa: esta esperanza, que ayuda a mantener la fe en los momentos de mayor angustia, que libra de temores en los tiempos de mayor aprieto. ¡Alabado sea Dios por la luz que brilló en la oscuridad más densa de la humanidad y que quiere seguir alumbrando mi corazón cada día! Eso es una razón que me hace recordar y agradecer por la Navidad muy seguido. Cristo es la verdadera razón por celebrar la Navidad , Él es Navidad, y tanto las luces como la música, o el pesebre, apuntan a Él! Y que sea con o sin decoración, ¡Que Él sea el centro de tu Navidad, de tu corazón, no solo en este periodo tan especial, sino todo el año! El es nuestra esperanza y porque trajo luz, hay gozo en mi y en los que le recibieron. Isaías 9:3 sigue diciendo en cuanto a este pueblo que andaba en tinieblas : “…aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti cómo se alegran en la siega, cómo se gozan cuando reparten gran despojo.” Eso es el gozo que podemos tener porque ¡ya resplandeció la luz de Cristo en nuestras tinieblas! ¡El fue y es nuestra esperanza! ¡Gocémonos en Él!
¡Feliz Navidad!