Cuando era niña, a mis hermanas y a mí nos gustaba mucho jugar con agua. Un día de muchísimo calor, papá nos dio permiso para baldear un patio, eso nos permitía mojarnos los pies y refrescarnos, pero por alguna razón no nos dejaba mojar completamente, así que nos advirtió que no nos tiremos agua en el cuerpo, solo podíamos tirar agua en el piso. Después de un tiempo jugando de esa manera, la tentación era cada vez más grande y los baldes se tiraban con más fuerza, lo que hacía que el agua nos salpique más, así que le dije a mis hermanas: “Chicas, ¿y si nos mojamos?” Mi hermana mayor me contestó: “No, papá dijo que no”, pero yo insistía, insistía, hasta que le dije: “Dale, nos mojamos, y después le decimos que nos caímos y listo”… entonces escuchamos una voz detrás de la puerta que nos dijo: “LÁSTIMA QUE YO NO LES VOY A CREER”. Cuántas veces nos sentimos así, pensando que no pasa nada, que podemos hacer lo que queramos, total nadie nos ve, nadie lo va a saber; o pensamos que tenemos derecho, que todos lo hacen, que será solo una vez, que lo podemos controlar. Estas frases y muchas más, ¿te resultan familiares? Todas nosotras alguna vez lo hemos pensado, y hemos permitido ir más allá de lo que deberíamos hacer, sin tener presente que hay alguien que siempre nos ve, que siempre está, y que conoce aún las intenciones de nuestro corazón. En esta oportunidad hablemos de integridad en lo secreto. ¿Qué es integridad? el término implica: algo completo que tiene todas sus partes, es la totalidad sin fisuras. Una persona íntegra no se divide ni es hipócrita, no tiene nada que temer ni ocultar. Su vida es un libro abierto. Ser íntegro incluye un batalla que comienza en nuestra mente. La mente es la torre de control de nuestro cuerpo, determina lo que hacemos, nuestros logros y fracasos. ¿En qué pienso, cómo pienso, quién controla mis pensamientos? Hay un proverbio chino que dice: “Plantar un pensamiento es cosechar una acción, plantar una acción es cosechar un hábito, plantar un hábito es cosechar un carácter, Plantar en carácter es cosechar un destino”. Todas nuestras acciones están precedidas por un pensamiento. Primero pienso, y luego actúo. Proverbios 23:7 dice “Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él…”. Debemos tener mentes sanas y protegidas. Debemos cuidarlas de nuestras emociones, y aún de nuestro propio corazón, que es engañoso y perverso más que todas las cosas (Jer. 17:9) En nuestra mente está el centro de nuestras emociones, sentimientos y deseos, así que si la programamos correctamente, vamos a actuar correctamente, pero si lo impío entra en nuestra mente, le damos lugar a pensar lo que el mundo piensa. Vamos a analizar juntas algunas batallas que debemos luchar con nuestros pensamientos. ¿Cuál es el problema con mis pensamientos? Bueno… es que están allí, nuestro pasado, nuestras vivencias, no se han borrado. Aunque tenemos al Señor y somos nuevas criaturas, la carne, el mundo y Satanás son los enemigos con los que siempre vamos a luchar. Pese a que tenemos a Cristo, estamos plagadas de hábitos, patrones de pensamientos, cosas que nuestros padres nos enseñaron, cosas que aprendimos solas, experiencias en el pasado; así que el campo de batalla de Satanás es la mente del creyente. Él se encarga de distorsionar nuestra mente para que actuemos conforme al mundo, lo impío entra en nuestra mente y distorsiona la verdad de Dios, cegando nuestros ojos y engañándonos.
¿Con qué luchamos en nuestros pensamientos?
- Con lo que miramos. Lucas 11:34 dice que “lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas” ¿Qué estás mirando? revistas, redes sociales, televisión, pornografía, películas… todo lo que miramos queda grabado, y lo que entra en la mente es lo mismo que después saldrá, porque al dejar entrar todas estas cosas, desarrollamos un apetito por todo lo que vimos y oímos, y después lo aceptamos como normal. Así asumimos que es un nuevo estilo de vida, creemos que los valores cambiaron, entonces, si queremos ser aceptados por la sociedad debemos aceptamos los cambios. Por ejemplo, feminismo, relaciones prematrimoniales, aborto, mirar con deseos a un hombre casado, pensar en el divorcio ante un conflicto matrimonial, y todos estos conceptos del mundo los empezamos a aceptar, sin darnos cuenta que estamos imitando acciones que penetraron en nuestra mente.
- Con lo que escuchamos. 1Corintios 15:33 dice: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.” ¿Te han dicho: “no le digas a nadie lo que te cuento”?… y comienza en ese momento un sin fin de críticas o murmuraciones, que invaden tu mente de un pensamiento cruel hacia alguien. Quizá tu tenías respeto y cariño por esa persona, pero la influencia que ejerció escuchar lo que no conviene afectó tu relación. ¿Te ha pasado? Murmuración significa: “comentario que se hace de una persona que no está presente, tratando de que ésta no se entere, y con la finalidad de hacerle daño o molestarla”. Los sinónimos de murmuración son: habladurías, rumores, chismes; y debemos cuidarnos de conversar en perjuicio de un ausente, porque eso nos llevará a la hipocresía. En Mateo 5:37 dice: “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.” Debemos cuidarnos de lo que nos permitimos escuchar, porque pronto estaremos envueltas en ese pecado que desagrada a Dios.
- Por lo que imaginamos. Jeremías 16:12b “…porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí.” Si dejamos volar nuestra imaginación, podemos llegar muy lejos. La imaginación es la facilidad o habilidad que tiene una persona de proyectar imágenes de las cosas en su mente. ¿En qué utilizas tu imaginación?, ¡Si tus pensamientos son impuros, tendrás imaginaciones impuras!
- Por lo que me da curiosidad. Efesios 5:11-12 “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.” Si estoy mirando, escuchando, imaginando, tendré curiosidad, y es el primer paso para avanzar en el camino al pecado. Las influencias que nos rodean son muy sutiles, y pueden tener consecuencias devastadoras a largo plazo. Cada día debemos exponer nuestra mente a la Palabra de Dios que nos transforma.
- Por el recuerdo. Isaías 43:18 “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas.” Nosotras somos en muchos aspectos, el resultado de nuestro pasado, pero no tenemos que ser prisioneras de él. El pecado acarrea consecuencias. El rey David por satisfacer su deseo carnal, llegó a asesinar a una persona tan fiel y honesta como Urías, y después sufrió hasta la muerte de un hijo, pero Dios le dio otra oportunidad, le dio otro hijo y consoló su corazón. Tal vez no puedas deshacerte del recuerdo de lo que pasó o de lo que perdiste, pero no debes ocupar tus pensamientos en el pasado, porque eso no te permite disfrutar del presente ni proyectar tu futuro. Muchas veces te sentís frenada en tu vida cristiana, no hay avances, estás luchando, y te das cuenta que no puedes avanzar, porque vivís con una careta o un disfraz, mostrándote delante de los demás de una forma, pero le das lugar en lo secreto a muchas cosas que no están de acuerdo con la santidad de Dios; pero si te arrepentís, y le pedís perdón, Él lo hará. Debes creer en su perdón. La certidumbre del perdón de Dios no viene de nuestros cambiantes sentimientos, sino de la Palabra inmutable de Dios.
Debes llenar tu mente de Su palabra. Para ser íntegras debemos andar en la verdad en público y en secreto. No se trata de lo que hacemos, sino de lo que somos. Muchas veces ofendemos a Dios con acciones pecaminosas, pero tengamos presente que los pensamientos preceden a esas acciones. ¿Quién gobierna tus pensamientos? Queridas amigas, siempre tendremos luchas con pensamientos que no están de acuerdo a la voluntad de Dios, por eso debemos tener mentes sanas y protegidas, y recordar que estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Si vivimos como vive el mundo, no habrá luz y sal para alcanzar a los perdidos. Que el Señor nos ayude a ser victoriosas en nuestra integridad en lo secreto, y sea nuestra oración como la de David “He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.” Salmos 51:6 “En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa”. Salmos 101:2b.
¡Que el Señor las bendiga!