El desánimo

Cuando mis hijos eran más pequeños, una escena común solía ocurrir después de un cumpleaños. Venían felices de la fiestita con su bolsa de caramelos y su globo de color (generalmente elegido a su gusto). Tal vez el viento soplaba– o por alguna otra razón se abría la mano–y se soltaba al globo, el cual al caer al suelo: PLUUP!!  Se pueden imaginar depende de la edad del chico cómo era la reacción…  A veces hubieron llantos abiertos.  Casi siempre alguna expresión de tristeza resultaba, porque este elemento que instantes antes le traía tanta alegría ya no estaba y se sentía decepcionado por su ausencia.

Esa experiencia de que se nos «pincha el globo» sigue ocurriendo en nuestras vidas, pero ya no es un globo de látex inflado con aire lo que nos trae esta tristeza y desánimo.  Ahora los globos que se pinchan son de otra forma, de hecho muchas veces son inmateriales y, como resultado, es más difícil darnos cuenta de qué pasó cuando se pinchan, y cómo enfrentar su pérdida y seguir adelante.

El desánimo.  Uno venía con cierto impulso y alegría emprendiendo alguna tarea pero ocurre algo y PLUUP!! se nos pincha el globo, nos falta el aire al pulmón… De hecho la definición del diccionario de la Real Academia Española es «falta de ánimo, desaliento.» Admite esta carencia del aire necesario para actuar.  Ya no tenemos la misma emoción ni fuerza para hacer lo que un tiempo atrás hacíamos hasta con fervor.

¿Nos puede pasar en el ministerio– en nuestro servicio a Dios y a las personas?  Claro que sí.  Ocurrió con el pueblo de Israel a pesar de vivir tantos milagros en primera persona.  Números 21:4  dice que » se desanimó el pueblo por el camino.»  También el nuestro camino, con sus desafíos, puede desanimarnos a nosotras, a pesar de experimentar Su mano.  Y si no lo reconocemos, puede ser la causa de mucho más que un estado temporario de tristeza.  Si no nos damos cuenta y lo tratamos a tiempo, puede terminar dejándonos como el pueblo de Israel dando vueltas en el desierto, perdiendo la oportunidad de entrar en la tierra prometida, o como creyentes al costado de la carrera que antes corríamos con gozo. Proverbios 18:14  advierte, «El ánimo del hombre soportará su enfermedad; Mas  ¿quién soportará al ánimo angustiado?»

En este breve artículo más que tratar las causas del desánimo prefiero compartir la cura basado en algunos principios bíblicos.

  • El primero es UN CAMBIO EN MI PERSPECTIVA.  Casi siempre el desánimo tiene una causa.  Hay alguna situación que nos perturba o decepciona, porque no es como quisiéramos que fuese o creemos que debiera ser.  Una verdad absoluta de la Escritura es la soberanía de Dios.  Y en situaciones de desánimo, es tan importante, levantar la vista y reconocer a Dios, como Rey Soberano, sobre cada situación que vivimos.  Muchas veces, me repito esta serie de verdades cuando pasa algo que no me agrada.  «Eres soberano Señor.  Nada te escapa, pues si estás permitiendo eso, debés tener un propósito.  Tu Palabra me enseña que todo ayuda a bien a los que te amamos (Romanos 8:28).  Te amo Señor y quiero verte usar esto para bien en mi vida.»  Simplemente el hecho de reconocer y confiar en un propósito mayor en esta situación, me hace tomar aliento.  Me inspira a seguir adelante, y me anima a descubrir «¿qué tendrá Dios para mi en todo eso?».  El mismo Señor Jesús nos modela esta actitud según Hebreos 12:2 «el cual, por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz».  En Hechos 23:11, a Pablo se le presentó el mismo Señor diciéndole «Ten ánimo Pablo… así es necesario…».  Entender que Dios tiene un propósito en nuestras circunstancias y que de alguna manera son útiles o necesarios (por lo menos para nuestro propio crecimiento) nos da ánimo. En momentos de dolor, decepción y desánimo puedo continuar a causa de  cambiar mi perspectiva, quitando mi enfoque de la circunstancia en sí y poniéndolo en el Señor, confiando en Sus propósitos.

  •  Pero, hay otra promesa importante de Su Palabra y se encuentra en la historia del pueblo de Israel. En varios oportunidades Dios les manda a COBRAR ÁNIMO.  Y les recuerda algo fundamental que les capacita a hacerlo.  Observen en Deuteronomio 31:6 «Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo, no te dejará, ni te desamparará» y en Hageo 2:4 «Cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos.» Ven que SU PRESENCIA es otra cura para nuestro desánimo.  No estamos solas. Él va con nosotras.  No solamente Él está arriba permitiendo todo lo que pasa en mi vida, también está a mi lado, acompañándome y deseando sostenerme en medio de lo que sea que viene.  En 1 Crónicas 22:13 también les mandó «Esfuérzate, pues, y cobra ánimo, no temas, ni desmayes.»  El mismo Jesús dijo a alguien «Ten ánimo» no solo porque estaba con ellos sino por Su obrar a su favor. En Mateo 9:2, porque «tus pecados te son perdonados.»  En Mateo 9:22 porque «tu fe te ha salvado.» Y en Marcos 6:50 porque «Yo soy, no temáis». Él ES.  Él ha hecho mucho por nosotras y Él está con nosotras, LA CONCIENCIA DE SU PRESENCIA  y SU PODER también me infunde aliento.
  • Y por último hay una tercera cura para el desánimo y es LA COMPAÑÍA DE SU PUEBLO.   Hay varias ocasiones donde vemos a Pablo animando a otros, creyentes o no, con sus palabras, confiando en las PROMESAS de Dios, por ejemplo, en Hechos 27:25, «por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.»  También animaba con su testimonio, como en Filipenses 1:14, cuando otros se atrevían a predicar por el actuar de Pablo aún en la cárcel, «Cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.» Pero este mismo Pablo dijo en Filipenses 2:19 que al saber del estado de ellos habiéndoles enviado a Timoteo, él iba a estar animado.   Vemos en este pasaje que podemos ser animados por las palabras de otros creyentes que nos recuerdan las promesas del Señor y también por sus testimonios, viendo sus vidas de confianza en el Señor a pesar de sus circunstancias.  Es un mandato bíblico animar a otros, especialmente a los de poco ánimo (1 Tesalonicenses 5:11-14) y  1 Pedro 5:2 dice que debemos apacentar la grey con ánimo pronto.

No sé cómo estás en este momento al leer este artículo. Tal vez te encontrás animada, fervientemente sirviéndole al Señor y apacentando a su grey.  En este caso, te animo a mirar alrededor tuyo, tal vez hay una hermana caída, al punto de desmayar, y que necesita el aliento de tus palabras, recordándole las promesas del Señor para lograr este cambio de perspectiva y conciencia de Su presencia…

O tal vez, sos vos quien se encuentra desanimada, cargada bajo el peso de alguna situación. El camino está siendo difícil y tenés ganas de rendirte.  Te animo a cambiar tu perspectiva, confiando en Su propósito, y tomar conciencia de Su presencia. No estás sola.  También sería bueno buscar aliento en el testimonio de otros creyentes– en la misma Palabra de Dios, en biografías cristianas o en tu misma iglesia local, pero te aseguro que hay alguien quien te puede ayudar con sus palabras y/o el testimonio de su vida.  Sobre todo debemos mirar el ejemplo de Jesús mismo «considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.»  (Hebreos 12:3)

No debemos dejar nuestro estado de ánimo sin chequear ya que «el hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos» (Santiago 1:8).  En el mismo libro, Santiago exhorta en 4:8 «y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.» No queremos quedar al costado de la carrera, o dando vueltas en el desierto.  Aunque no tengas ganas, como dice el autor de Hebreos en el mismo capítulo 12, «levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas, y haced sendas derechas para vuestros pies.» Cobremos ánimo! Dios no sólo tiene un propósito desde arriba, Él mismo está al lado nuestro y Su pueblo está alrededor para que sigamos adelante y corramos con paciencia, hasta llegar con éxito al final!  ÁNIMO! Sigamos adelante, con los ojos puestos en Él!

Síguenos o comparte en:

1 comentario en “El desánimo”

Responder a Paula Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *