Dios fortaleció mi fe

Hola, mi nombre es Valeria Hummel y soy misionera en Peru junto con mi esposo y 3 hermosos hijos. Yo, así mismo, soy hija de misioneros. Mis padres son argentinos pero fueron como misioneros a Chile, donde nací yo, luego a México, donde nació mi hermano y finalmente a Perú donde llegué con 8 años.

 Desde muy chica empecé a imitar esa fe que veía en mis padres y a hacerla propia cada vez más. A los 5 años, entendí que Dios había enviado a su Hijo Jesucristo al mundo para resolver el problema del pecado y poder tener una relación con nosotros. Él había cargado con mis pecados en la cruz, muriendo por mi y resucitando al tercer día para ofrecernos salvación. Le pedí perdón por mis pecados y le reconocí como mi único Salvador.  Al tener padres misioneros y vivir en un entorno cristiano, muchas veces sentí la presión de ser la chica “perfecta” para agradarle a la gente a mi alrededor y que nadie pudiera decir nada malo de mí. Soy muy perfeccionista, así que siempre traté de tener las mejores notas en el colegio, estar súper involucrada en la iglesia, pero Dios fue mostrándome que Él me amaba tal cómo soy y que no necesitaba ganarme su amor.

 Al terminar la secundaria, tenía el deseo de profundizar aun más en el estudio de la Biblia así que fui a estudiar al Instituto Bíblico en Argentina por 3 años. Esos fueron años hermosos de aprendizaje y de ver como Dios proveyó para mis necesidades en todo momento estando lejos de mi familia. Pude aprender a depender totalmente en Dios y no en mis propios recursos. En mi mente perfeccionista, pensé que el mejor lugar para encontrar una pareja con las mismas metas que yo sería en el Instituto Bíblico, pero Dios tenía otros planes. 

 Regresé a Perú como misionera soltera de Palabra de Vida a los 20 años. Durante ese tiempo, Dios me enseñó a disfrutar mi soltería y aprovecharla para servirle. Me enseñó que mi satisfacción plena debía encontrarla en Jesús y no en un chico, me enseñó que es importante disfrutar de cada etapa que Él me da. Tres años más tarde, realicé un viaje a Argentina y estando allá me pidieron traducir a un grupo que venía de Estados Unidos por una semana ¡En ese grupo se encontraba mi futuro esposo! Ese mismo año fui a trabajar al campamento de verano en Estados Unidos y nos volvimos a encontrar. Derek ya había terminado sus estudios en Palabra de Vida y tenía el deseo de ser misionero en Latinoamérica. Nos empezamos a conocer como amigos, a los pocos meses me vino a visitar a Perú, conoció a mis padres y empezamos nuestro noviazgo. Fue hermoso ver como Dios nos unió estando en países diferentes, sin buscarlo y poniendo en nuestros corazones el mismo deseo de servirle. Al visitar Perú en diferentes oportunidades, Derek empezó a ver la necesidad del país y empezó a orar para que Dios confirmara si este era el lugar para servirle juntos. En el 2009 nos casamos, estuvimos un año en Estados Unidos y en el 2010 ¡Regresamos como misioneros a Perú! 

 

En estos años de casados hemos vivido muchas cosas nuevas, aventuras, desafíos y también pruebas. El 17 de Junio del 2011, falleció mi hermano, Alejandro Matos, en un accidente automovilístico en Argentina, donde cursaba su segundo año del Instituto Bíblico. En Lucas 22, Dios le dice a Pedro “mira que Satanás los ha pedido a ustedes para sacudirlos como si fueran trigo; pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe.” En el tiempo que siguió a la muerte de mi hermano sentí este versículo como una realidad en mi vida. Por un lado Satanás aprovechando esta prueba para sacudirme, para burlarse de mí, para susurrarme dudas al oído y sembrar en mí incredulidad; pero por otro lado la presencia continua de Dios, intercediendo por mí, orando para que mi fe no falte. Mi fe fue probada, sacudida, pero al final fortalecida. En ese tiempo de gran dolor, tuve muchas preguntas al Señor y se las volqué en oración. Fui sincera con Él, derramando mi corazón, presentándole mis cuestionamientos y desahogándome. Muchas veces los cristianos escondemos nuestros sentimientos, los ocultamos o negamos nuestros cuestionamientos, pero nuestra fe no es ciega, nuestra fe está en el poderoso Dios quien conoce nuestros corazones y pensamientos. Él está atento a nuestro clamor y se duele con nosotros. Empecé a buscar en la Biblia personas que también tuvieron preguntas y encontré consuelo al ver las respuestas de Dios a David, a Job y a Jeremías. Sé que Dios es bueno y en Su sabiduría decidió que era el momento de llevarse a mi hermano. Siempre lo extrañaré pero sé que un día lo volveré a ver, esa es la esperanza que tenemos en Cristo. 

 En el 2012 Dios nos regaló a nuestro primer hijo, y nuevamente con la maternidad vinieron nuevos desafíos. Luchar con mi deseo de querer ser la mamá perfecta, pensar que por leer un montón de libros sobre hijos ya era toda una experta. Dios me ha enseñado a través de mis hijos que nada encaja en un sólo libro, hay cosas que sólo podemos aprender equivocándonos y otras donde Dios nos da la sabiduría para tomar la mejor decisión. A través de mis hijos he podido comprender un poco más el amor de Dios por mí, y trabajar en mi paciencia, orgullo, egoísmo, etc. 

 Dios sigue trabajando continuamente en mi vida, llamándome a una relación más íntima con Él. Últimamente me ha desafiado a ser más consciente de Su presencia en mi vida diaria, a pensar en Él durante todo el día. No es fácil, porque las distracciones de este mundo y los quehaceres diarios muchas veces alejan mi mente de Dios y me enfoco en mí misma, pero gracias a Dios que Sus misericordias son nuevas cada día y me da nuevas oportunidades. 

 Es mi oración que puedas conocer a Cristo, primeramente como tu Salvador y luego como tu mejor amigo, creciendo en tu relación con Él, disfrutándolo y buscando tu satisfacción en Él.

“Gustad y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en Él.”

Salmos 34:8

.

Síguenos o comparte en:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *