Ayuda al adolescente a lidiar con la rebeldia

Siempre que escuchamos acerca del tema de la rebeldía del adolescente, automáticamente pensamos acerca de lo que los padres deben hacer o deberían de haber hecho.

Pero este devocional no está enfocado en la familia del adolescente ni en sus padres, sino en las personas que están en condiciones de influenciar sus vidas ya sea desde la iglesia o desde la cercanía.

Normalmente si los padres no lograron educar, corregir o instruir a sus hijos, esperan que quizás lo haga la escuela, la iglesia o en última instancia la sociedad.

 

El adolescente comienza a rebelarse cuando busca la independencia, ellos necesitan distanciarse de la relación de protección y dependencia de los padres para lograr su propia identidad y a posterior su propia autonomía. Muchas veces las maneras de expresar su búsqueda de autonomía se hacen a partir de situaciones donde empiezan las protestas, se oponen a las reglas o normas y se enfrentan a los padres, profesores y figuras de autoridad en general.

Por ello debemos saber que, en primer lugar, la rebeldía está ligada al corazón del hombre. Rebelde es aquel que no respeta la autoridad, las reglas, los acuerdos, y no podemos solo hacer el foco en el joven. Tenemos que manejarnos con cuidado, porque nuestro corazón también es engañoso y rebelde.

 

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9

 

La realidad es que todos luchamos con la rebeldía que hay en nuestro corazón, inclusive como adultos, pero deseamos que el adolescente triunfe de manera correcta en su autonomía, en la concreción de su identidad, pero queremos ayudarle para que, en ese proceso, en ese camino, no tome decisiones equivocadas que terminen haciendo daño a su vida y a la de los demás.

Esto me hace acordar a la historia tan conocida del sacerdote Elí, cuando sus hijos se opusieron a la autoridad de su padre, de sus enseñanzas sacerdotales y en última instancia a las enseñanzas de Dios. No sabemos la edad de ellos, pero sí sabemos que ellos fueron deliberada e intencionalmente rebeldes. Y si leemos el texto que está en 1 Samuel 2:12 al 36 podemos rescatar verdades para poner en práctica hoy en día:

 

Los hijos de Eli no tenían conocimiento de Dios (1 Samuel 2:12). Ellos vivían en el templo, “servían a Dios” pero no conocían y no tenían conocimiento de Dios. Como una líder de jóvenes o adolescentes una de mis prioridades debe ser que ellos conozcan a Dios, le conozcan a Dios mismo. Pueden aprender de todo o hacer muchas cosas en los encuentros con los jóvenes, o inclusive hasta vivir en el templo, pero si no hay estudio de la Palabra y conocimiento de Dios, todas sus decisiones van a ser tomadas según su propia sabiduría.

 

Los hijos de Elí también despreciaban el trabajo que Dios les había asignado. Siempre escuchamos que los jóvenes desean tener responsabilidades, pero en este caso las tenían, pero las hacían mal, las hacían a su propia manera, no a la manera que Dios había instaurado, sacando ventajas para su propio provecho. Esto también es importante de enseñar, debemos hacer las cosas a la manera de Dios.

 

Los hijos de Elí también cometían pecados sexuales, al igual que hoy los cometen nuestros jóvenes, y esos pecados merecían ser apedreados según Deuteronomio 22:21. Elí no les mencionó esta ley cuando les llamó la atención, solamente le preocupó el testimonio que ellos tenían y lo que los demás hablaban de ellos. Por eso debemos ver y aceptar la gravedad de las acciones de los adolescentes, no minimizarlas y ser conscientes de las consecuencias de esos pecados, más allá de su testimonio o de lo que piensan los demás, sino corregirlos o mostrarles su error por amor a ellos, por amor a sus vidas, por amor al Señor.

Y el último consejo que podemos sacar de esta gran historia, es acerca de lo que Elí no les hizo a sus hijos.

“Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado”.

1 Samuel 3:13

En la rebeldía de los adolescentes podemos optar por dejarlos o por estorbarlos. Esa palabra significa: “impedir el paso a personas inutilizando el camino o colocando un obstáculo infranqueable a su paso.” Estorbar también está asociado a confusión, necesitamos crearle cierta confusión en cuanto a lo que están haciendo para que al final decidan por el camino de dar gloria a Dios. Podemos deducir que Elí no les puso ningún obstáculo a sus prácticas que iban en contra de Dios mismo.

 

Si bien no somos sus padres, quizás sí podemos impedir de alguna manera que ellos sigan en pecado, debemos estorbar al adolescente para que deje de ser rebelde a las autoridades, a Dios mismo, realmente deseamos que crezcan y se desarrollen, pero de una manera donde no tengan que pecar para poder lograrlo.

 

Lo van a conseguir conociendo a Dios, tomando las tareas y prácticas de Dios como santas, dejando conductas que desagradan a Dios, dejándose estorbar por otros adultos y rodeándose de personas que los corrijan por amor genuino y auténtico hacia sus vidas.

 

Y hoy….

 

¿Estas conociendo a ese Dios que luego le trasmitís a tus jóvenes?

¿Cómo estás tomando las responsabilidades que Dios te dio en el ministerio?

¿Cuándo corregís a alguien lo haces por amor o simplemente como Elí, por lo que los demás piensan?

Por último… ¿estás logrando “estorbar” la vida de alguien?

 

 

 

 

 

 

 

 

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