Según la ciencia
La lengua es un órgano móvil situado en el interior de boca, impar, medio y simétrico, que desempeña importantes funciones como la masticación, la deglución, el lenguaje y el sentido del gusto. Además, es el órgano más fuerte del cuerpo humano.
Una de las funciones importantes que tiene la lengua es el desarrollo del lenguaje; y la lingüística es la disciplina que se dedica a su estudio.
La lengua es el órgano que interviene directamente en la comunicación humana, sin embargo, opera de maneras distintas según el tipo de mensaje que queramos trasmitir, o el tipo de comunicación que busquemos sostener con uno, o varios interlocutores.
Es importante tener en cuenta que un órgano tan pequeño, tiene una poderosa influencia sobre los demás, por eso la práctica de una fe viva produce control y madurez espiritual en el hablar, abarca tanto la relación del hombre con Dios como la de los hombres entre sí.
La verdad es que todos tenemos problemas con lo que decimos, probablemente por eso la Biblia habla tanto sobre el poder de la lengua, los proverbios están llenos de versículos sobre los aspectos positivos y negativos de la lengua.
“La lengua que brinda alivio es árbol de vida; la lengua insidiosa deprime el espíritu.”
Proverbios 15:4
1. La lengua tiene el poder de matar o liberar.
Con la lengua puedo adorar o maldecir, puedo alabar a Dios y ofender a mis hermanos. ¿Es posible que de una misma fuente salga agua dulce y amarga? Sí, porque las palabras no son simples sonidos, las palabras tienen poder real, hacen mucho más que transmitir información. Pueden despertar el odio, la violencia, no solo agravan las heridas, sino que las infligen directamente. Somos los únicos seres de este planeta que podemos comunicarnos a través de la palabra hablada. El poder de usar palabras es un regalo único y poderoso de Dios. La vida justa y el hablar correctamente vienen de un corazón recto delante de Dios.
- Proverbios 12:6 «Las palabras del malvado son insidias de muerte, pero la boca de los justos los pone a salvo.»
- Santiago 3:10-12 «De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada? Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce.»
2. Diseminar información desfavorable acerca de alguien, me lleva a la murmuración y calumnia.
Practicar el chisme y la calumnia que por lo general está basado en un rumor que puede ser falso, alimenta mi ego pecaminoso, especialmente cuando la información que estoy compartiendo es negativa, eso me hace sentir más justo en comparación con el otro.
Debemos hablar palabras que edifiquen e impartan gracia a los que nos escuchan. Por tanto, cuando estemos tentados en decir algún chisme debemos preguntarnos: lo que voy a decir, ¿va a edificar o va a destruir a la persona de quien voy a hablar?
- Efesios 4:29 «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.»
- Santiago 4:11 «Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.»
3. Debemos conocer quién puede redimir o refrenar nuestra lengua.
La sabiduría que viene de lo alto es la clave para sanar y poder refrenar nuestra lengua.
Y como seguidores de Cristo debemos hablar como Él hablaba, palabras llenas de gracia, así lo menciona Lucas 4:22. Porque vivir para Cristo hace una diferencia en las palabras que elegimos. Nuestra boca debe abrirse para alabar y glorificar a Dios.
Busquemos la sabiduría de lo alto, no la terrenal, porque esa está llena de nuestro ego, niega lo que es verdadero y no es espiritual. La sabiduría que es celestial viene de la gracia de Dios, es redentora. Si esta sabiduría gobierna nuestras vidas, mostrará la obra de Dios en nuestros corazones.
Es mediante una fe activa y dinámica que el control es posible. Quien controla su lengua, controla su cuerpo, quien controla su cuerpo, controla su personalidad.
- Santiago 3:2 «Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.»
- Lucas 4:22 «Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José?»
Una y otra vez la Palabra de Dios menciona el poder de la lengua, y dedica varios versículos a enseñarnos la importancia de su control. En Santiago 3 encontramos que trata el tema de la comunicación verbal y la manera en que manejamos la lengua es un indicador de cómo está nuestro corazón.
Si tus palabras bendicen y animan a otros, dan testimonio de un corazón compasivo, si compartes las buenas nuevas, muestras que estás agradecido por tu propia salvación. Nuestras palabras son muy poderosas, necesitamos sabiduría de lo alto para usar bien las palabras.
- Santiago 3:5-6 «Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡¡He aquí, !!cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.»
- Lucas 6:45 «El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.»
- No solo pecamos por lo que decimos acerca de alguien, sino por la manera en que nos hablamos unos a otros. Necesito ser cuidadosa con las formas de hablar.
- El hablar pecaminoso también incluye sarcasmos, insultos, y poner en ridículo a los demás. Esto revela ira e impaciencia hacia el otro, y debo trabajar estas actitudes en mi vida.
- El común denominador de todas estas formas negativas de hablar es que tienden a rebajar, humillar y herir a la gente. Necesito revisar porque tendemos a hacer cotidianas estas formas.
Preguntas reflexivas
Antes de que digas nada a nadie, deja pasar tu intención por las tres puertas siguientes:
- ¿Es verdad lo que pienso decir?
- ¿Es necesario que lo diga?
- ¿Es bueno que pase por mis labios?
Cuando hayas aprendido a hablar así, habrás ganado mucho.
Usa tus palabras para sanar y edificar a los que te escuchan, prepárate, habla de Jesús en donde quiera que te encuentres.