Todas en un momento de nuestras vidas nos encontramos con esta pregunta: ¿quién soy? Los adolescentes son quienes muchas veces entran en crisis en medio de ese proceso buscando a través de la moda, la música y su manera de actuar, quiénes son. La identidad no se hereda, la identidad se forma, y se vive. Cristo nunca tuvo problemas de identidad, él dijo: «Yo Soy el que Soy“, por eso surge la gran pregunta ¿y a nosotros quién nos define?.Alguien dijo “Identidad es lo que soy en la oscuridad”. Cristo les preguntó a sus discípulos ¿Quién dicen los hombres que soy? Pedro le respondió “tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente.” Cuando reconocemos quién es Él, podemos conocer quiénes somos.
Fuimos creadas a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27). Como hijas de Dios, nuestra identidad la tenemos en Cristo, pero muchas veces lamentablemente, la buscamos en el lugar equivocado. Antes de la caída, la identidad de Adán y Eva estaba en Dios, Él era su significado, su sentido en la vida y su seguridad. Desde que el pecado entró en el mundo, el hombre busca encontrar esa identidad que perdió en el Edén. Pero claro está, que, como mujeres pecadoras que somos, no podemos encontrar nuestra identidad en nosotras mismas. El estatus en la familia o la profesión tampoco definen nuestra identidad. Primero debemos saber quiénes somos para poder saber cómo conducirnos.
Quien encuentra su identidad en Cristo encuentra seguridad y sentido en la vida (Gálatas 3:27-29). Nuestra identidad está en Cristo. Como Él nos ve es que se define nuestra identidad, no somos nosotras quien la define. Para Él somos todos iguales. Muchas veces nos quejamos por cómo somos, o cómo nos vemos, pero debemos recordar que: “por la gracia de Dios soy lo que soy“ (1 Corintios 15:10)
No debemos definirnos de una manera horizontal (por el éxito, relaciones, títulos, etc.) porque esa identidad que construimos un día se desmoronará. Nuestra definición debe ser de una manera vertical: mi Dios, y mi relación con Él.
¿En dónde o en quién buscas tu identidad? Tampoco debemos definirnos por lo que un padre, maestro, jefe o alguna otra persona dice de nosotras. Nadie nos conoce en tu totalidad, solo Dios. Él sabe realmente quiénes somos y sabe qué plan tiene para nuestra vida. Si buscas verdadera identidad, corre a Cristo, allí la encontrarás.
Hay 3 preguntas importantes para hacernos cuando estamos buscando nuestra identidad en Cristo, y es en la Palabra de Dios donde encontramos la respuesta. Ellas que son un recordatorio de nuestra verdadera identidad:
¿Quién soy?
Una nueva criatura (2 Corintios 5:17). Hay cosas en la vida y en nuestro pasado que no podemos cambiar, pero a partir del momento de nuestra conversión somos una nueva criatura en Cristo. La conversión es el comienzo de una nueva autobiografía.En Cristo, cualquier problema de identidad encuentra solución. Recuerda que estás en Cristo. Pablo usa esta expresión mas de 97 veces. Él es quien nos define. Cristo pagó el precio por el pecado en la cruz. Delante de Dios somos valiosas, y ese valor fue pagado con el precio de su sangre.
¿Para qué estoy?
Para realizar las buenas obras que Dios tiene preparadas para ti (Efesios 2:10). Si estás buscando el sentido a tu vida, en Cristo encontraras el motivo para vivir. Somos sus criaturas, creadas con un propósito: servir y agradar a Dios con todo lo que hacemos. Así que cuando no tengas dirección en tu vida, recuerda que debes elevar tu mirada al cielo y poner los ojos en Cristo.
¿Hacia dónde voy?
Somos ciudadanas del cielo (Filipenses 3:20). Cuando estés perdida y no sepas hacia dónde dirigirte, recuerda que este no es tu hogar. Somos extranjeras y peregrinas en este mundo. No pertenecemos aquí. Solamente estamos de paso.
Cuando viajamos a otro país se nos pide una identificación para poder ingresar a dicho país. Lo mismo sucede en nuestra vida espiritual. Estamos en Cristo, Él es nuestra identificación. A Él le pertenecemos. Él nos ha prometido un lugar en el cielo y un día volverá a buscarnos.
Cristo les dijo a sus discípulos antes de ir a la cruz “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5)
Mi identidad es con Cristo, por Cristo y en Cristo. Estoy “en Cristo» cuando dejo mi fe en Él; cuando le sigo; cuando dependo de Él y soy su reflejo.
Muy lindo el devocional de hoy sigan asi
Muy lindo el devocional